Como ya viene fin de año, les traje un par de cuentos que tienen que ver con lo que creo es el mejor deseo y saludo con el que se puede recibir y agasajar al año nuevo. Espero que les guste. El primero dice así:
Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín.
Ella no los conocía, pero igualmente les dijo:
–No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron:
–¿Estás sola en tu casa o está tu familia?
–No, en este momento estoy sola.
–Entonces no podemos entrar –dijeron ellos– si aún lo crees conveniente, cuando tu familia llegue, vuelve a convidarnos.
Al atardecer, cuando el marido y la hija llegaron, ella les contó lo sucedido.
–¡Entonces diles que ya llegamos e invítalos a pasar! –dijeron ambos al unísono. La mujer salió nuevamente a invitar a los hombres a pasar a su casa.
–No podemos entrar a una casa los tres juntos –explicaron los viejitos.
–¿Por qué? –quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
–Su nombre es Riqueza, –luego indicó hacia el otro– su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro, y decidan con tu familia a cuál de nosotros tres ustedes desean invitar.
La mujer entró a su casa, y contó lo que los viejitos les dijeron. El hombre se puso feliz:
–¡A qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de bienes y fortunas.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
–¿No querido, mejor invitamos a Éxito?, la riqueza no es tan satisfactoria como la popularidad.
La hija del matrimonio, desde la otra esquina de la casa, vino corriendo con una idea:
–¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de bueno sentimientos y cariño.
–Hagamos caso del consejo de nuestra hija, –dijo el esposo a su mujer–, ve afuera e invita a Amor para que sea nuestro huésped.
La esposa salió y les preguntó a los tres viejos:
–¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito:
–¿Yo sólo invité a Amor, por qué ustedes también vienen?
Los viejos respondieron juntos:
–Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos habríamos permanecido afuera. Pero ya que invitaste a Amor, al lugar que él vaya nosotros lo seguimos. Donde quiera que haya Amor, hay también, de una u otra forma, Riqueza y Éxito.
Es un buen deseo, espero que pueda realmente ser así. Pero no estoy hablando de cualquier cosa cuando digo amor. No habla este cuento de atracción física, o de calores juveniles o ataques hormonales, habla de verdadero amor, así que este otro cuento trata de aclarar un poco la cosa. Dice así:
Un hombre fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.
El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos, y solamente le dijo una palabra:
–Ámala –luego se calló.
–Pero es que ya no siento nada por ella.
–Ámala, –reiteró el sabio.
Y ante el desconcierto del visitante, después de un oportuno silencio, el viejo sabio agrego lo siguiente:
–Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. El Amor es un ejercicio de jardinería: arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega, procura y cuida. Está preparado, porque habrá plagas, sequías, o excesos de lluvias, más no por eso abandones tu jardín –respiró profundamente y siguió:
–Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétala, dale afecto y ternura, admírala y compréndela. Eso es todo. Ámala.
El sabio se detuvo por un instante como para dejar que el hombre meditara lo que se acababa de decir. Luego de un instante continuó:
–La vida sin amor te lleva a ser un sujeto indeseable, sino fíjate esta lista de consecuencias de vivir sin amor:
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La verdad sin amor te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La ley sin amor, te esclaviza.
La fe sin amor, te hace fanático.
La vida sin amor, no tiene sentido.
Así que mi deseo para todos es amor. Ese amor que nos hace seres humanos, ese amor que transforma lo ridículo en bello, lo insípido en sabroso, lo común en único. Muy feliz año lleno de amor.
J. R. Lucks
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