jueves, diciembre 27, 2007

27-12-07. Amor para el año nuevo

Como ya viene fin de año, les traje un par de cuentos que tienen que ver con lo que creo es el mejor deseo y saludo con el que se puede recibir y agasajar al año nuevo. Espero que les guste. El primero dice así:

Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín.
Ella no los conocía, pero igualmente les dijo:
–No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron:
–¿Estás sola en tu casa o está tu familia?
–No, en este momento estoy sola.
–Entonces no podemos entrar –dijeron ellos– si aún lo crees conveniente, cuando tu familia llegue, vuelve a convidarnos.
Al atardecer, cuando el marido y la hija llegaron, ella les contó lo sucedido.
–¡Entonces diles que ya llegamos e invítalos a pasar! –dijeron ambos al unísono. La mujer salió nuevamente a invitar a los hombres a pasar a su casa.
–No podemos entrar a una casa los tres juntos –explicaron los viejitos.
–¿Por qué? –quiso saber ella.
Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
–Su nombre es Riqueza, –luego indicó hacia el otro– su nombre es Éxito y yo me llamo Amor. Ahora ve adentro, y decidan con tu familia a cuál de nosotros tres ustedes desean invitar.
La mujer entró a su casa, y contó lo que los viejitos les dijeron. El hombre se puso feliz:
–¡A qué bueno! Y ya que así es el asunto, entonces invitemos a Riqueza, dejemos que entre y llene nuestra casa de bienes y fortunas.
Su esposa no estuvo de acuerdo:
–¿No querido, mejor invitamos a Éxito?, la riqueza no es tan satisfactoria como la popularidad.
La hija del matrimonio, desde la otra esquina de la casa, vino corriendo con una idea:
­–¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar entonces estaría lleno de bueno sentimientos y cariño.
–Hagamos caso del consejo de nuestra hija, –dijo el esposo a su mujer–, ve afuera e invita a Amor para que sea nuestro huésped.
La esposa salió y les preguntó a los tres viejos:
–¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito:
–¿Yo sólo invité a Amor, por qué ustedes también vienen?
Los viejos respondieron juntos:
–Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos habríamos permanecido afuera. Pero ya que invitaste a Amor, al lugar que él vaya nosotros lo seguimos. Donde quiera que haya Amor, hay también, de una u otra forma, Riqueza y Éxito.

Es un buen deseo, espero que pueda realmente ser así. Pero no estoy hablando de cualquier cosa cuando digo amor. No habla este cuento de atracción física, o de calores juveniles o ataques hormonales, habla de verdadero amor, así que este otro cuento trata de aclarar un poco la cosa. Dice así:

Un hombre fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.
El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos, y solamente le dijo una palabra:
–Ámala –luego se calló.
–Pero es que ya no siento nada por ella.
–Ámala, –reiteró el sabio.
Y ante el desconcierto del visitante, después de un oportuno silencio, el viejo sabio agrego lo siguiente:
–Amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. El Amor es un ejercicio de jardinería: arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, sé paciente, riega, procura y cuida. Está preparado, porque habrá plagas, sequías, o excesos de lluvias, más no por eso abandones tu jardín –respiró profundamente y siguió:
–Ama a tu pareja, es decir, acéptala, valórala, respétala, dale afecto y ternura, admírala y compréndela. Eso es todo. Ámala.
El sabio se detuvo por un instante como para dejar que el hombre meditara lo que se acababa de decir. Luego de un instante continuó:
–La vida sin amor te lleva a ser un sujeto indeseable, sino fíjate esta lista de consecuencias de vivir sin amor:
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La verdad sin amor te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La ley sin amor, te esclaviza.
La fe sin amor, te hace fanático.
La vida sin amor, no tiene sentido.

Así que mi deseo para todos es amor. Ese amor que nos hace seres humanos, ese amor que transforma lo ridículo en bello, lo insípido en sabroso, lo común en único. Muy feliz año lleno de amor.

J. R. Lucks




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jueves, diciembre 20, 2007

20-12-07. Regalos

Como ahora viene la época de los regalos, más allá de la religión que cada uno profese, nuestro querido capitalismo agnóstico, o aun ateo, se ha encargado de que casi todos nos regalemos algo. Por eso les traigo un cuento (a) que tiene que ver con regalos. Dice así:

El padre se enojó y gritó muy fuerte a su pequeña hija de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una vieja caja de zapatos, para ponerla debajo del árbol de navidad.
Sin embargo, la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:
–Esto es para ti, Papito.
El se sintió avergonzado de su reacción del día anterior, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
Volvió a gritarle diciendo:
­–¿Acaso no sabés que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro? Es muy cruel regalar una caja vacía.
La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo:
–Pero, papito, no está vacía, yo puse besos adentro de la caja, todos para vos.
El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.
Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.
Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.

Golpe bajo, ¿eh? Pero es que así son lo verdaderos regalos, no por lastimar, sino porque a uno le llegan, a uno lo tocan los verdaderos regalos. No necesariamente el electrodoméstico, o la computadora, o incluso la botella, o el detalle comestible que también se suele regalar. Pero claro, una caja llena de besos, a menos de que la caja sea muy cara, no es negocio. No mantiene los negocios abiertos, no paga los sueldos. Pero bueno, son esos los regalos que nos hacen hacer memoria, los regalos de nuestros hijos, o de nuestros sobrinos o nietos nos hacen recordar la época en que éramos inocentes como ellos y regalábamos amor y cariño en lo que fuese. Dibujitos, o algún juguete querido que a veces envuelto en un papel madera o en un papel de diario se pudo haber transformado en el regalo más importante de nuestras vidas. Esos regalos que no sabes donde poner pero que seguro no se cambian. No tenés problema de que te guste el color o que el talle te entre. Cuántos portalápices de lata de tomates habrán decorado escritorios de grandes empresarios. Cuántos cuadritos hechos con palitos de helado se habrán colgado de las heladeras. Cuántas agarraderas pintadas con las manos habremos usado hasta que se quemaron irremediablemente.

En fin, me pareció interesante esto de volver un poco a esa inocencia sana, a esa maravilla del poder de la buena voluntad en contraposición con el poder de la tarjeta de crédito o de la campaña publicitaria. Así que para terminar, para aportar alguna idea que sirva para despertar esa inocencia que todos tenemos o tuvimos, les quiero dejar mi regalo (b), que tiene que ver un poco con esto y para que si pueden lo pongan en práctica. Dice así:

Estoy sentado leyendo mientras mi hijo de tres años, juega a mi alrededor.
-Papá -me dice -peráte, eperáte ahí.
Comienza a buscar locamente debajo de los muebles, en la cocina, debajo de mis pies. A mí, que me está dando curiosidad, me dan ganas de entrar a su juego, pero me contengo.
-¿Qué estás buscando?- le pregunto mientras lo sigo observando...-Perá, papá, eperáte- me dice mientras sigue alocadamente buscando.-¡Aca tá!- grita de repente.
Levanta algo del suelo y lo coloca sobre mi mano. Yo instintivamente la cierro apretando el objeto invisible e impalpable, y le sigo la corriente en un intento por entender de qué se trata.
-¡Garrála fuerte, pa! -Me ordena... - ¡Es una Idea!
Yo me quedo sentado, con la mano apretada para no dejar escapar el ‘tesoro’ que me acaban de confiar, y lo veo salir corriendo a tomar su caja de crayones y una hoja.
-¡Ahora vamos a pintar! -me dice con autoridad mientras levanta sus brazos expresivamente cual maestro de jardín de infantes. Toma sus colores, me pide que le devuelva la idea y que deje lo que estaba leyendo. Me mira para asegurarse de que estoy con él, y comienza a recrear el mundo con tan solo una idea y una hojita de papel.

Ojalá que en esta época de regalos nos animemos cada uno de nosotros a recuperar algo de esta inocencia, y a intentar un regalo de este tipo. Si no nos animamos, al menos sentarnos en la mesa familiar y recordar esos regalos que dimos o recibimos alguna vez. Seguro que nos va bien.


J. R. Lucks



Bilbiografía

(a) Cuento adaptado de un original publicado en la siguiente dirección web:
http://www.lecturasparacompartir.com/reflexion/lacajallenadebesos.html
(b) Cuento adaptado de un original de Celia Alviarez. publicado bajo el nombre de: La Chiqui








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jueves, diciembre 13, 2007

13-12-07. Discursos capicúa, llantos y concursos de canto

Tenemos nuevas autoridades asumidas. Ya la semana pasada hablamos de lo que significaba asumir según la etimología, así que ahora es cuestión de esperar y ver que hacen. Pero por otro lado, todos, o casi todos los que asumieron, dieron discursos. Y los discursos de a asunción son en general bastante diferentes de los de campaña.

Entre todos los discursos que escuche quiero rescatar este. Porque si bien es un discurso muy corto, es impresionante. Dice así:

Cumpliremos con lo que prometemos
sólo los imbéciles pueden creer que
no lucharemos contra la corrupción
porque si hay algo seguro para nosotros es que
la honestidad y la transparencia son fundamentales
para alcanzar nuestros ideales
pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que
se pueda seguir gobernando con las artimañas de la vieja política
cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
comprendan desde ahora que
somos la "nueva política".

Ahora y tratando de recordar las frases que les leí, se los voy a leer al revés. Frase por frase de desde la última hasta la primera. Escuchen bien:

Somos la "nueva política"
comprendan desde ahora que
cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
se pueda seguir gobernando con las artimañas de la vieja política
pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que
para alcanzar nuestros ideales
la honestidad y la transparencia son fundamentales
porque si hay algo seguro para nosotros es que
no lucharemos contra la corrupción
sólo los imbéciles pueden creer que
cumpliremos con lo que prometemos.

Discurso capicúa, como esto de pasar los discos al revés para encontrar mensajes satánicos. El punto acá es que a candidatos como esos los ponemos nosotros en puestos públicos. Pero bueno, iremos mejorando y los iremos haciendo desaparecer. En todos lados hay políticos como estos y en todos lados logran engañar a la gente. Con el tiempo uno va aprendiendo y consiguen engañarlo menos. El asunto es la actitud con la cual se encara el problema. Acá tengo un cuento (a) que creo que a los argentinos nos debería ayudar. Dice así:

Un señor entra en un templo de la religión que más te guste, y en un asiento encuentra a otro señor llorando amargamente.
-¿Por qué, porqué a mi?... ¡No por favor, no!
El que acababa de entrar se siente incómodo, no quiere hacer ruido para no molestar al que llora. Trata de pasar desapercibido, pero los llantos del otro son demasiado fuertes. Termina por conmoverse y se acerca.
-¿Qué le pasa amigo?, ¿qué es lo tan terrible?, seguramente algo puede hacerse. ¿Qué es lo que llora tan amargamente?
-Es que me quieren dar una responsabilidad muy grande en mi empresa, y yo no la quiero bajo ningún punto de vista.
-¡Amigo!, pero eso no es tan irremediable. Renuncie a su empresa y listo.
-¡Oh no! Prefiero llorar.

Ridículo ¿no? Preferir llorar. “Argentinos a las cosas”, hubiese dicho Ortega y Gasset, y a dejarse de llorar. Y bueno, en mucho los argentinos preferimos llorar, o quejarnos sin realmente hacer nada. Y me parece que tiene que ver con esta creencia de que lo individual no hace a lo colectivo. Los argentinos nos perdemos muchas veces en un escepticismo basado en que si hacemos algo bueno no va a tener impacto, y actuamos creyendo que si hacemos algo malo no se va a notar. Y lo que termina pasando es lo contrario. Como nadie piensa que su “tirar un papelito”, o su “no pagar tal o cual impuesto”, no va a afectar a nadie, todo el mundo lo hace. En cambio con lo bueno y lo positivo, el efecto contagio nunca empieza porque nadie cree en eso. Traje un cuentito más (b) que creo nos pinta un poco este asunto.

Se produce en el bosque una gran discusión sobre quién era el que mejor cantaba. Como no podía llegarse a ninguna conclusión, el búho sabio propone llevar a cabo una votación. Cada uno de los animales, incluido el hombre, votará por el que crea que es el mejor cantor, y con eso quedará resuelto el dilema.
Llega el día de la elección, todos colocan su voto en la ranura de un viejo árbol seco, y por la tarde se reúnen para presenciar el recuento. El búho sabio, con la ayuda de unos monos va separando los votos y comienza a contar.
–Primer voto: ¡para el burro!
Todos se miran asombrados.
–¿Cómo puede ser?, si todos sabemos que el sonido que el burro emite es el más feo de todos.
El hombre que también había ido a presenciar el recuento mira al burro con desprecio y le dice:
–¡Que vergüenza! Nadie pudo haber votado por ti, seguro que votaste por ti mismo. Eso no se hace.
El búho llama a la calma y prosigue.
–Segundo voto: ¡para el burro otra vez!
Y el tercero, y el cuarto, y prácticamente todos los demás. No queda otro remedio que nombrar al burro como el mejor cantor del bosque, y por lo tanto dejarlo cantar sin poder pedirle que se calle o que siquiera baje el volumen de su canto.
¿Qué había pasado? ¿Qué locura había afectado a todos los animales?
En su viejo árbol, cuando ya la noche había caído, el búho sabio reflexionaba y comentaba con la comadreja.
–Yo sé lo que pasó mi amiga. Sólo espero que todos aprendan de esto. Convencidos de que cada uno iría a ganar, dieron su voto al burro creyendo que de esa manera no se lo daban a ningún potencial competidor.
Y ¿quiénes votaron entonces a la calandria y al hombre?, –preguntó intrigada la comadreja– ya que cada uno saco un voto.
–Muy fácil amiga. El voto de la calandria lo puso el burro, ya que como es lógico, él votó sinceramente, votó por el que creyó que canta mejor. En cuanto al voto que recibió el hombre: ¿te queda alguna duda de que fue él que se votó a sí mismo?

En fin. Ojalá aprendamos algo de estos cuentos, nos dejemos de llorar por cosas que sí podemos arreglar, y tengamos en cuenta que lo individual sí suma, así algún día no tendremos que preocuparnos por discursos capicúa.

J. R. Lucks


Bibliografía

(a) Cuento adaptado de un original publicado en 40 nuevas parábolas, de Víctor Codina. Ediciones Paulinas, 1993.
(b) Cuento adaptado de un original publicado en Recuentos para Demián, de Jorge Bucay. Editorial Nuevo Extremo, 1999.




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jueves, diciembre 06, 2007

06-12-07. Los números dicen lo que uno quiera

Me quedé bastante impresionado con el asunto éste de la consulta popular en Venezuela. Me pareció algo llamativo escuchar a alguien en una radio diciendo que el pueblo había hablado, y que había dejado claro que no quería la reforma. Como saben el No a la propuesta del Presidente Chávez ganó por algo así como un punto porcentual, aproximadamente 50.5% a 49.5%. Y es cierto, en una democracia es así, por esa diferencia se puede ganar y se puede decir que le pueblo habló. Ahora, hubo un 40% de gente que no voto. Por lo cual, sólo con que un mínimo porcentaje de esos no votantes hubiese ido, tal vez el resultado fuese otro totalmente diferente. Y de haber sido así, el ganador hubiese dicho lo mismo: el pueblo se expresó mayoritariamente… Lo cierto es que más que un pueblo que se expresó, tenemos: casi la mitad de la población sin interés en el asunto, y a la otra mitad dividida en dos bandos que si se juntan se sacan chispas. O sea que más que contento por un gran acto democrático, yo estaría preocupadísimo. Pero bueno los números son así.

En nuestro bienamado país se puede leer algo similar de los números de las elecciones. El que ganó sacó sólo 45%, o sea que la mayoría, más del 50%, realmente no lo quiere. Pero por otra parte ganó por la mayor diferencia desde que volvió la democracia. Teniendo esto en cuenta, realmente es la opción mayoritaria más consolidada cuando la comparamos con situaciones más bipolares que vivimos en otros años. Y, ¿cuál es la lectura? De alegría por la diferencia; de desazón por no haber llegado al menos a la mitad de la gente; o debería ser de preocupación también por tener un país en el que cada cual tira para su lado, y en vez de dos opciones hay cerca de una decena. Porque en esa línea de pensamiento, la diferencia entre la primera minoría y el resto se debe a que ese resto es prácticamente marginal, aunque justamente las personas que votaron esas propuestas no sean los que se consideran a sí mismos marginales.

En realidad esta introducción es para tocar el tema de que los números no son muy confiables; los números dicen lo que uno quiere, si se los tortura lo suficiente; engañan más de lo que aclaran. En esa línea de ideas les traje una demostración numérica de que en realidad sólo trabajamos unos pocos días por año, así que en este mes en el que hay tanto feriado y asueto, los que todavía no se decidieron a moverse apúrense porque se les acaba el tiempo. La demostración dice así, vayan anotando las cuentas para que vean que no hay trampa:

Para empezar, dormimos más o menos ocho horas por día. Eso es un tercio del día. Así que se puede decir que también es un tercio de nuestra vida, y por lo tanto un tercio del año. Todas esas horas representan más o menos 122 días, con lo cual, de los 365 anuales, sólo estamos despiertos y aptos para el trabajo unos 243.
Por otro lado, la semana tiene dos días no laborables para la mayor parte de la gente. ¿Cierto? Sábado y domingo o en su defecto algún día cambiado por un franco de entre semana. Como el año tiene 52 semanas, tenemos entonces 104 días de fin de semana. Restando esto de los 243 que me quedaban después de dormir, sólo sobran unas 139 jornadas realmente laborables. Esto es más o menos cuatro meses y medio.
Pero acá no termina, de hecho recién empieza. Cada año tiene más o menos trece feriados, y aparte, gozamos en general de quince días de vacaciones –aunque muchos en realidad tienen más días–, ahí tenés veintiocho días, los trece más los quince. Así es como se nos va un mes del tamaño de febrero entre feriados y vacaciones. O sea que de los cuatro meses y medio que me quedaban, sacando vacaciones y feriados, sólo restan tres y medio disponibles para trabajar. Lo cierto es que el medio mes, quince días, se te van entre los que uno pide para trámites, para días de estudio, enfermedad o para ir al médico, día femenino y masculino, etcétera. Restando esto, o sea sacando todo lo no laborable “grande”, no hay más tiempo para trabajar que tres meses por año.
El asunto es ahora el siguiente. Todos los días nos aseamos antes de salir, y en algún lado desayunamos, ahí se nos va en promedio hora y media. Después viajamos al trabajo, y con los líos de tráfico que hay hoy, ida y vuelta, como mínimo usamos del día un par de horas. En la oficina nos tomamos unos cuantos cafecitos, y seguro nos tomamos un tiempo para almorzar, o sea que dedicados al estómago en el trabajo nos llevamos otra hora y media. Sólo en estas cosas tenemos cinco horas por día. Eso es como 1.825 horas por año, o sea algo así como sesenta días. Dos meses. Si nos quedaban tres, y dos nos los pasamos en el baño, en un medio de transporte, comiendo, o charlando y tomando café, realmente disponibles para trabajar nos queda entonces un solo mes. Treinta hermosos días, como los calificaría mi amiga Ester.
Ahora, todavía no conté el tiempo en que miramos la televisión, o leemos, o le dedicamos al sexo, a los hijos, a la familia, a las novias y novios o a conseguirlos, a ir a la cancha, o a un museo, o a lo que se te ocurra. Les gusta ponerle a esto un par de horas por día. Un día una cosa, otro día otra cosa, pero más o menos le dedicamos un par de horas por día a alguna de las actividades de la lista que acabo de contar. Eso, por año, da 730 horas. Si transformo esas horas en días me da veinticinco. O sea que de los treinta sólo me quedan ahora cinco. Cinco días netos para trabajar por año. Una semana laboral real y concreta por año. Sinceramente no se de que nos quejamos.

Y bueno, es así, nos la pasamos quejándonos de que tenemos mucho trabajo, o de que el que gana las elecciones ganó por poco o por mucho. Yo diría: no nos quejemos tanto que cinco días por año de trabajo no son tantos, y que por mucho o por poco, la democracia que tenemos no deja de ser una bendición en comparación con otras. Siempre se puede mejorar, seguramente nuestra democracia mejorará, y con suerte, hasta puede ser que logremos trabajar menos de cinco días por año.


J. R. Lucks





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jueves, noviembre 29, 2007

29-11-07. No será importante pero es noticia

Llega fin de año y se me cruzan algunos cables, aparte con esto de que sube la temperatura y baja la temperatura y todo este vaivén climático, no se porqué pero me pongo raro. Así que hoy traje un tema de esos para pensar y quedarse pensando, probablemente sin solución, pero de esos en los que si no pensamos, seguro no se arreglan más. Es un cuento que encontré en una página web (a) española, así que verán que lo que cuenta no es privativo de nuestro querido país, sino un mal mundial. Dice así:

Yo tengo un sueño muy ligero, por lo tanto, la noche pasada, noté que había alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa. Me levanté en silencio y me quedé siguiendo los leves ruidos que venían de afuera, hasta ver una silueta pasando por la ventana del baño.
Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas y puertas de seguridad, no me preocupé demasiado, pero estaba claro que no iba a dejar al ladrón allí rondando tranquilamente.
Llamé bajito a la policía, informé la situación y di mi dirección. Me preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaré que no, y me dijeron que no había ninguna patrulla cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien tan pronto como fuera posible.
Un minuto después llamé nuevamente y dije con voz calma:
-Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se apuren. Ya he matado al ladrón con un tiro de la escopeta que tengo guardada para estas situaciones. ¡El tiro lo ha destrozado! Ha sido una lástima.
Pasados menos de tres minutos, había en mi calle cinco patrulleros, un helicóptero, una unidad de rescate, un equipo de noticias, y una abogada de derechos humanos que no se perderían esto por nada del mundo.
Ellos agarraron al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombrado. Tal vez él estuviese pensando que era la casa del jefe de la policía.
En medio del tumulto, un inspector se aproximó y me dijo:

- Creí que dijo que había matado al ladrón.
A lo que yo le contesté:
- Creí que me dijeron que no había nadie disponible.

Este cuento me movió a pensar: ¿qué es importante y qué es noticia? Pareciera que lo que es noticia es importante, pero no siempre es así. La apertura de una escuela rural en medio de la nada; o el arreglo de un comedor infantil en una zona pobre; o que alguien de extracción humilde termine, con mucho esfuerzo de toda la familia, una carrera universitaria incentivando así a otros a estudiar; son cosas importantes, pero no son noticia. Son menos noticia que la pelea de dos vedettes, o que el tratamiento contra las drogas o el alcohol de alguna celebridad. El impacto que tiene, en cualquier futuro posible, un chico mejor alimentado y educado, es muchísimo mayor que el desenlace de un romance televisivo o de quién gane algún concurso de baile. Y es que está todo distorsionado.

El otro día estaba viendo una película, se llama Gracias por fumar. Es la historia del vocero de una asociación que defiende a la industria del tabaco. En una escena, el protagonista debate con alguien que está en contra del hábito de fumar, en el mismo programa hay un chico joven con cáncer supuestamente asociado al cigarrillo. El personaje que defiende a las tabacaleras descalifica a su contrincante argumentando que las compañías de cigarrillos no quieren que el chico muera. Asegura que si muere dejará de ser cliente. Acto seguido se refiere a su contrincante, el que ataca a las tabacaleras, diciendo que en realidad es él quien prefiere al joven muerto, ya que de esa forma obtendrá más presupuesto. Increíble, me pareció brutalmente retorcido, pero lo cierto es que muy probablemente sea verdad. Es casi seguro que ninguno de los dos se estuviese interesando realmente por la salud del chico, sino por sus presupuestos y por sus empresas. Pero lo importante es el chico, ¿cierto? Lo importante es la contaminación, ¿no?, ¿o los egos de los involucrados?, lo importante es la gente que no come, ¿cierto?, ¿o los índices de pobreza, reales o dibujados? Entonces pareciese que lo importante es distinto de lo que es noticia. Últimamente las noticias aparecen cuando lo importante no pasó. La noticia es que el chico de la película esté enfermo, no que se cure, que sería lo importante. Si se cura no hay programa de televisión, no hay presupuesto.

Es increíble. Llega fin de año y me confundo, no sé que es importante y que es noticia. Es noticia que asuma un nuevo presidente constitucional. Pero qué es lo importante del asunto: ¿el ancho y la tela de la banda presidencial?, ¿cuántos golpes tiene la empuñadura del bastón?, ¿si se corrieron todos los demás actos de asunción para no competir en protagonismo? Será eso lo importante, o eso será noticia. ¿Quién cambió las prioridades?, los que escriben y hablan en los medios, o los que los leen y escuchan. La verdad, no se. ¿Quién puede volver a hacer que lo importante sea más prioritario que lo que no lo es? ¿Quién puede hacer que atendamos las cosas antes de sean noticias, y mientras son importantes? No se. Aunque “sospecho” de que tal vez seamos nosotros mismos.

J. R. Lucks




Bibliografía

(a) El cuento adaptado para esta columna se publicó bajo el título: ¡Alguien merodea por mi casa!. La versión original puede hallarse en la siguiente dirección web:
http://www.emprendedoras.com/article1297.html




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jueves, noviembre 22, 2007

22-11-07. Comida gratis en el infierno

Hoy, como la semana pasada, les traje un cuento del infierno, por este asunto de que después de la crisis, según el presidente, allí estábamos. Como la cosa mejoró, pero todavía no nos declararon salidos, sospecho que en la asunción de su reemplazante se hará el feliz anuncio.

Yo, como dije la semana pasada, creo que el concepto del infierno es un poco más complicado que lo que puede mecharse en un discurso, así que por eso traigo estos cuentos que creo sirven para entender un poco más el asunto, y que los que dan discursos digan lo que quieran.
El de esta semana (a) dice así:

Me contaron que en una bifurcación del camino que empieza con una luz blanca, ese que supuestamente recorren los que tienen experiencias más allá de la muerte, hay un cartel que dice: “Infierno, no lo piense dos veces, comida gratis”.
Suena un poco raro, pero uno de esos personajes que fue y volvió me contó, que antes de mandarlo de vuelta, lo dejaron ver. Efectivamente tomó hacia el lado del infierno, y apenas estaba por entrar, sus dos brazos se convirtieron en cucharas de palo, de dos metros de largo.
–Sin más remedio que avanzar –me contó este caballero– entré y vi el espectáculo más horrendo de mi vida. Efectivamente había comida disponible, maravillosa, y muy apetitosa por todos lados. Pero la gente… ¡Sólo vi hombres y mujeres desesperados! Famélicos, demacrados, llorando y gritando. Desgarrándose de hambre ya que con sus cucharas de mangos de dos metros, no conseguían llevar a la boca ni uno de los manjares que constantemente estaban trayéndoles. La comida caía de sus cucharas al piso. La gente la pisaba arruinándola inmediatamente, ya que en su desesperación, corría de un lado para el otro haciendo malabarismos para poder comer. Un espectáculo patético. Dolor y desesperación.
–Y qué hiciste –me animé a interrumpir.
–Como yo sólo estaba de visita pude salir. Allí entendí porqué ya no hacían más falta los latigazos, el fuego y las torturas. Pensé enseguida que el inventor de ese castigo era realmente el mal personificado. Justo en ese momento escucho una voz que me dice:
–No saques conclusiones apresuradas, ve ahora y mira que pasa del otro lado.
–Como no pensé que algo peor pudiese pasar, fui por el camino hacia el otro lado.
–¿Y qué viste?, ¿cómo era la contracara del infierno? –pregunté ansioso como un colegial.
–Exactamente igual.
–¿Qué? –grité, más intrigado que antes.
–Al entrar, mis brazos nuevamente se convirtieron en cucharas de mangos muy largos y rígidos, igualmente había manjares por todos lados, pero nadie corría. Nadie gritaba. Todos estaban sentados muy placidamente, dándose de comer unos a otros.

¿Qué tal?, ¿eh? Otra vez un cuento que pone las cosas de nuestro lado. No del lado de un funcionario estatal que llega o se va. El que conté la semana pasada tenía que ver con cómo reaccionábamos ante las diversas situaciones. Las puertas del infierno se abrían o cerraban en función de nuestras reacciones, no eran las situaciones en sí las infernales. Esta semana también está ese elemento de nuestra reacción, pero se agrega el tema de la solidaridad. En los dos lados la situación es la misma, hay brazos rígidos y mucha comida. El pensar no sólo en uno mismo, en la propia hambre sino también en la ajena, es lo que diferencia a los dos lugres. Aún los que en el cuento están en el infierno, podrían salir del mismo en el momento en que se hablen con otro y se pongan de acuerdo en finalizar sus mutuas torturas. Ni siquiera tendrían que moverse físicamente al otro lugar.

Tal vez el infierno en el que nos metimos, y del que supongo que nos declararán salidos, tenga algo que ver con esto también. No sólo con la impericia y la incapacidad de un grupo de hombres y mujeres que supuestamente gobernaron durante un tiempo, sino con que más de las veces sólo miramos por nosotros y nada más. Tal vez aunque esos hombres y mujeres que han de gobernarnos alguna vez vayan a ser capaces y decentes, igual nos terminaríamos metiendo en un infierno si sólo seguimos mirando nuestros propios ombligos.

En fin. Ojalá que en los discursos nos saquen del infierno. Ojalá que la situación económica nos saque del infierno a todos, no sólo a la mayoría, porque el asunto de la pobreza y de la indigencia no es como la democracia, termina cuando todos salieron, no sólo cuando la mayoría tiene para comer o educarse. Pero por sobre todo, ojalá que entendamos que el verdadero infierno lo decidimos nosotros con nuestras actitudes. En ese nos metemos y nos sacamos solamente nosotros, los discursos y las demagogias no nos van a ayudar.


J. R. Lucks


Bibliografía:

(a) El cuento adaptado para esta columna se tomó de una versión del mismo llamado: “El bien y el mal”, publicado en: Acertijos Unicistas. Autor Peter Belohlavek. Editorial Blue Eagle Group, 2005.




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jueves, noviembre 15, 2007

15-11-07. Las puertas del cielo y del infierno

Ahora que ya tenemos presidenta electa, no se porqué, pero me parece que en el acto de asunción nos van a avisar de que salimos del infierno (1). Es interesante, porque para todas las religiones el que se mete en el infierno es uno, nadie puede meterlo, y a lo sumo el que te saca es el dios de turno de la religión en cuestión. Con lo cual, ya para empezar, esto de haber declarado que estábamos en el infierno, y que alguien hipotéticamente se tome la atribución de decir cuando salimos de el, como que no termina de entenderlo. Pero bueno. Como es probable de que del infierno nos declaren salidos, me puse a buscar cuentos del infierno a ver que nos permitían pensar o reflexionar acerca del asunto. Encontré varios y les voy hoy a leer uno,a para que vean que más allá de que alguien quiera arrogarse la capacidad de poner y sacar a la gente de este lugar, la cosa pasa por otro lado. Dice así:

Un guerrero, un samurai, fue a ver su maestro y le preguntó:
-¿Existe el infierno?, maestro ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?
Era un guerrero sencillo. Los verdaderos guerreros, los que llevan su profesión con honor, siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: La vida y la muerte. Él no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber donde estaban las puertas, para poder evitar el infierno y entrar en el cielo.
El maestro le respondió de una manera que sólo un guerrero podía haber entendido:
-¿Quién eres?- le preguntó.
-Soy un samurai, le respondió el guerrero, hasta el emperador me respeta.
El maestro se rió y contestó:
-¿Un Samurai, tú? Pareces un mendigo.
El orgullo del samurai se sintió herido, y olvidó para que había venido. Sacó su espada y ya estaba a punto de matar al venerable cuando éste dijo:
-Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta.
Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y el anciano volvió a hablar:
-Es en momentos como estos en que se abren las puertas del cielo. La mente es el cielo, la mente es el infierno, y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna parte, fuera de ellos mismos. El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren, en un segundo se puede ir del cielo al infierno, del infierno al cielo.

Me pareció interesante, el asunto, porque pone de vuelta en control en nosotros, y no en un funcionario público al que le pagamos para que administre los bienes del pueblo. Las puertas del cielo y las del infierno, las abrimos y cerramos nosotros acá mismo. Depende en gran medida de nosotros vivir en uno u en otro. Es cierto que algunos de esos funcionarios que a veces elegimos nos cambian las reglas de juego y nos ponen en situaciones difíciles, pero lo cierto es que lo importante, al menos según lo que quiere enseñar este cuento, no es la situación sino nuestra reacción a la situación. Nuestra capacidad de tomar la realidad y transformarla en un infierno, o de tratar de salir de ella de la mejor manera.

Ahora, volviendo un poco a lo más colectivo, son nuestras reacciones, nuestros piquetes de cada día, nuestras intolerancias y nuestros cortes de ruta, los que aparentemente nos ponen en el infierno. En cambio son nuestros diálogos y nuestras comprensiones, las que nos ponen en el cielo o al menos nos sacan del infierno. Es cierto que muchas veces ante situaciones de injusticia uno se siente impotente y lo único que le queda por hacer es gritar. Tal vez sea cierto. No se. Habría al menos que ver en qué medida esa situación es realmente así, y cuanto nosotros contribuimos a que haya llegado donde llegó. También habría que ver que aportan a la solución del problema nuestros gritos y piquetes, porque si no arreglan la cosa, seguro que la empeoran.

En fin, no se, me pareció que era un cuento interesante como para pensar un poco en este tema del infierno. Tal vez alguien crea que salimos del infierno porque un par de índices estadísticos están mejor. Habría que preguntarles a las personas a los cuáles esos índices no representan. Habría que ver si los que sí entran en esos índices no se meten solos en el infierno cada vez que salen a la calle e insultan a diestra y siniestra, o que desempeñan mal sus responsabilidades de funcionarios o de ciudadanos. Etcétera, etcétera. La verdad, es que me parece que es un tema un poco más complejo de lo que se puede charlar en un programa de radio de la mañana, o de lo que se puede gritar desde un palco en un discurso.

Ojalá que como el guerrero podamos guardar nuestras “espadas”, y abramos las puertas del cielo en vez de las del infierno. Cada uno sabe que “espada” es la que tiene que guardar.



J. R. Lucks




Bibliografía:

(a) El cuento aquí incluido puede hallarse en una de sus versiones originales en la siguiente dirección:
www.oshogulaab.com/ZEN/TEXTOS/PUERTASCIELO.htm




Notas de contexto:


(1) Luego de la crisis económica del año 2002, el discurso presidencial se refirió varias veces a la situación aseverando de que el país estaba en el infierno. Si bien la situación económica fue mejorando, nunca en su discurso se planteó la salida del supuesto infierno. Construí esta columna asumiendo que en las palabras de asunción del siguiente mandatario, esposa del presidente anterior, ella se referiría nuevamente al tema “declarando” que para el nuevo período el país habría salido del infierno, y por lo tanto ella conduciría un proceso de crecimiento y de mejora, no ya de recuperación.





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jueves, noviembre 08, 2007

08-11-07. Autoayuda de la más barata, o filosofía de la más profunda



Hoy vengo sin un foco muy específico, simplemente traje dos cuentos que me gustaron y que creo que ayudan a pensar. El primero (a) dice así:

En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlos muy parecidos a ellos, entonces, uno de ellos dijo:
-Esperen, si los vamos a hacer similares a nosotros, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra; debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, ¿pero qué les quitamos?
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
-Ya sé, vamos a quitarles la felicidad. Lo único que tenemos que pensar ahora, es dónde esconderla para que no la encuentren jamás.
Propuso el primero:
-Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo-, a lo que inmediatamente repuso otro:
-No, recuerda que les dimos fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso otro:
-Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, o mejor aún, en algún planeta lejano a la tierra-, y otro contestó:
-No, recuerda que les dimos inteligencia; alguna vez alguien va construir una máquina que les permita buscar en las profundidades, o una nave para explorar el espacio, y entonces la van a descubrir. Todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó en silencio cada una de ellas, y entonces rompió el silencio diciendo:
-Creo saber a donde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
-¿Dónde?
-La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo. Desde entonces ha sido así: El hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que la trae consigo.

Lo cierto es que es difícil buscar dentro de uno. Hoy el mundo tiene mucho ruido, mucho ajetreo, fuera de uno pasan demasiadas cosas que no te permiten buscar adentro tuyo. Por eso este segundo cuento (b) creo que puede dar una pista.

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar.
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
-Oh, ése es mi árbol de problemas- contestó.
-Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es-, dijo sonriendo, -que cuando salgo en la mañana a recogerlos, nunca parecen tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

Pregunto: ¿autoayuda de la más barata, o filosofía de la más profunda? Depende de dos cosas. Una, obviamente, es que si está escrito en una pared o en una revista para adolescentes, en vez de ser dicho por alguien que se ganó un premio Nóbel, es probable que no le prestemos tanta atención. Pero la segunda, que es en realidad la más importante, es justamente esa atención que le prestamos o no, independientemente de dónde esté escrita, de dónde la escuchemos, o de quién nos las diga al pasar.

Tanto el mundo nos atosiga con fuentes de información que muchas veces nos preocupa más quién nos dice la cosas, que el contenido de lo que nos dicen. Tantos lugares hay para buscar afuera de nosotros, que nunca empezamos por lo más básico. Estos dos cuentos contienen verdades que discutían Sócrates y sus discípulos en las plazas de Atenas, y también se conversan con una ginebrita de por medio en un bar de cualquier esquina de Buenos Aires.

Que tal si buscamos algún árbol para colgar los problemas a la noche, a ver si con un poco menos de peso en las espaldas, o de preocupaciones en la cabeza, podemos buscar dentro nuestro a ver qué encontramos.



J. R. Lucks



Bibliografía

(a) Otra versión de este cuento puede encontrarse en:
http://www.webmujeractual.com/mensajes/esconditeperfecto.htm

(b) El cuento que se utilizó para esta columna puede hallarse en:
http://www.buscadichos.com/Pensar/pensar_arbol.htm





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jueves, noviembre 01, 2007

01-11-07. Les deseo lo suficiente

Ya pasaron las elecciones, ya festejaron, ya buscaron culpables, ya pasó. Y ahora viene la parte en serio. Esta es una carrera en la que es más importante lo que pasa después de la carrera que durante. En general, en las otras competencias, hay que preocuparse mucho por lo que pasa durante la carrera, y esto es lo que te hace ganar, después, a festejar y listo. En esta carrera en cambio, si bien pasa algo parecido porque si te equivocás durante la competencia perdés, lo más importante viene después, porque si te equivocás después de haber ganado, hacés perder a todo un país completo.

Así que más allá de quién haya ganado qué, porque uno se fija mucho en el que ganó a presidente pero lo cierto es que también hubo senadores, diputados, intendentes y concejales, un montón de gente se va a dedicar a gobernar de una forma u otra, y va a tener impacto sobre un montón de otra gente tanto si hace bien lo que tiene que hacer, como si hace mal.

Por lo tanto hoy traje algo que tiene que ver con los buenos augurios o deseos (a). La democracia es el gobierno en el que la mayoría decide quién gobierna, con lo cual el resultado siempre es el correcto. Siempre hay una mayoría que elige, y el resultado es el correcto porque la mayoría lo escogió. Así que seamos parte de la mayoría o de la minoría, tenemos que estar contentos y desearle a los que ganaron lo mejor. Este cuento tiene una forma interesante de augurar cosas buenas, y dice así:

“Estando en un aeropuerto escuché a un padre e hija en sus últimos momentos juntos. Se anunciaba la salida del vuelo de ella y junto a la puerta la escuché decir:

-Papi, nuestra vida juntos ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que siempre necesité. Te deseo lo suficiente, a ti también.

Se besaron de despedida y ella partió. Él caminó hacia la ventana donde yo estaba sentado. Ahí parado yo podía ver que quería y necesitaba llorar. Intente no ser un intruso en su privacidad, pero él me preguntó:

-¿Alguna vez dijo adiós sabiendo que será para siempre?
-Sí, lo he hecho. Perdone por preguntar, pero: ¿porqué es este un adiós para siempre? -Le pregunté.
-Soy viejo y ella vive muy lejos, tengo desafíos por delante, y la realidad es que probablemente no volvamos a vernos -dijo.
-Cuando decía adiós le escuche decir: ‘te deseo lo suficiente’. ¿Pudiera preguntarle que significa?
Empezó a sonreír. -Ese es un deseo que ha pasado de generación en generación. Mis padres lo decían a cualquiera.

Hizo una pausa por un momento, y volteando hacia arriba como tratando de recordar en detalle, sonrió una vez mas.

-Cuando nosotros decimos ‘te deseo lo suficiente’, estamos deseándole a la otra persona que tenga una vida llena de suficientes cosas buenas que los sostengan –continuó, y luego, volteando hacia mí, compartió conmigo lo siguiente como recitándolo de memoria:
-Te deseo el suficiente sol para mantener tu actitud brillante. Te deseo la suficiente lluvia para apreciar más el sol. Te deseo la suficiente felicidad para mantener tu espíritu vivo. Te deseo el suficiente dolor para que los pequeños placeres de la vida aparezcan más grandes. Te deseo la suficiente ganancia para satisfacer tus deseos. Te deseo la suficiente pérdida para apreciar todo lo que posees. Te deseo el suficiente amor para que nunca sepas lo que significa necesitarlo".

Siguiendo entonces en la línea de esta forma tan particular de desear buenas cosas, a todos los que ganaron en estas elecciones, y nos van a gobernar de una u otra forma, les deseo:

* La suficiente honradez como para que nos traten como les gustaría a ellos que los tratasen.
* La suficiente inteligencia como para tomar las decisiones correctas por el pueblo, y para el pueblo, que es desde ahora la única prioridad de su vida pública.
* La suficiente ecuanimidad como para no desviarse ni un milímetro, ni un segundo, de la senda que marca la ley y la justicia.
* La suficiente grandeza como para saber reconocer errores, saber disculparse, escuchar a los demás y corregir lo que deba ser corregido.
* La suficiente capacidad como para gobernar construyendo un país viable para todas las generaciones que vienen, y no sólo para la próxima elección.
* La suficiente sensibilidad como para saber priorizar los temas de gobierno, y construir los medios necesarios para que cada uno pueda conseguir para sí mismo y su familia, con su propio trabajo, lo suficiente.

Ojalá que esta gente que acaba ganar la carrera para algún puesto público, tenga lo suficiente de lo que hay que tener, sea hombre o mujer, como para hacer bien su trabajo.


J. R. Lucks



Bibliografía

(a) El cuento adaptado para este capítulo puede encontrarse, bajo el título: “Te deseo lo suficiente”, en la siguiente dirección web:
http://www.deaccioncatolica.com.ar/




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jueves, octubre 25, 2007

25-10-07. ¡Qué mal tipo que resultó ser el otro!

Como ya estamos encima de las elecciones, hoy traje algo que creo que puede ser útil para todos. Porque después de las elecciones todo el mundo busca culpables: “¿Pero cómo ganó este?”. “¿Pero quién votó a aquel?”. “Perdimos por esa alianza que hiciste”. “El pueblo no sabe lo que elige”, y cosas por el estilo. Así que les traje algo en la línea de los discursos históricos, porque al culpable ya se lo encontró hace bastante, y por lo tanto les quiero ahorrar el trabajo de buscarlo.

El que quiero compartir hoy más que un discurso, es un monólogo, de hace unos quince años. O sea que tiene algo de actualidad. Pero la verdad, quince años, sobre todo en este mundo tan acelerado en el que vivimos hoy, es mucho tiempo. Como las otras veces lo que voy a leer tiene muy poca lucksización, sólo está recortado porque el original era muy largo, así se aprecia fielmente lo actual del pensamiento de hace casi dos décadas. Dice así:

La culpa de todo la tiene el Ministro de Economía dijo uno.
¡No señor!, dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo. La culpa de todo la tienen los evasores.
¡Mentiras!, dijeron los evasores mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en negro. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto.
¡Falso!, dijeron los de la AFIP mientras preparaban un nuevo impuesto al estornudo. La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita.
¡Pero, por favor...!, dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas. La culpa de todo la tienen los […] corruptos que no tienen moral.
¡Se equivoca!, dijo un corrupto mientras vendía a cien dólares un libro que se llamaba "Haga su propio curro", pero que en realidad sólo contenía páginas en blanco. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público.
¡No es cierto!, dijo un empleado público mientas con una mano se rascaba la otra. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros, y hacen otra para ellos.
¡Eso es pura maldad! dijo un diputado mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso. La culpa de todo la tienen los […] curas que siempre se meten en lo que no les importa.
¡Blasfemia! dijo un obispo mientras fabricaba ojos de agujas como para que pasaran diez camellos al trote. La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.
¡Error! dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente, en menos tiempo, con menos ruido, y mucho más barata. La culpa de todo la […] tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.
¡Desacato! dijo un juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de quinientas fojas que luego, a la noche, volvería a descoser. La culpa de todo la tienen los […] jóvenes […].
¡Ustedes están del coco! dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tienen los […] periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y negocios propios.
¡Censura! dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene […] Magoya.
¡Ridículo!, dijo Magoya acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene Montoto.
¡Cobardes!, dijo Montoto, que de esto también sabía un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos […]
¡Paren la mano! dije yo mientras me protegía detrás de un buzón. Yo sé quién tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene: el otro.
¡El otro siempre tiene la culpa!
¡Eso, eso! exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene el otro.
Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión, nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar, y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ¡Qué mal tipo que resultó ser el otro...!

Este es un monólogo de 1991 de Tato Bores, escrito por Santiago Varela, que fue su libretista en los últimos años.

Y seguimos igual, quince años después. La culpa la tiene el venezolano de la valija, o las operaciones de prensa, o la oposición por oponerse, o los pobres por no ser ricos. En el fondo la culpa la sigue teniendo el otro, y cuando llegamos a esa conclusión nos vamos a casa a comer, porque ya es hora, maldiciendo al otro. Yo a veces pienso que deberían volver los españoles, pero no los de ahora, los que llegaron en 1492. Deberían regalarnos nuevamente a todos espejitos de colores. La única diferencia es que les pediría que en el marco de cada uno de los espejitos escribiesen: el otro. Así cuando nos mirásemos en estos espejitos, tendríamos una mejor imagen de quién estamos hablando cuando le echamos toda la culpa al otro.


J. R. Lucks


Bibliografía

Monólogo publicado en Página 12 en 1991, y que posteriormente formó parte del libro: El debut y otros cuentos, Editorial De La Flor, 1994. Una versión completa del monólogo puede encontrarse en:
http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2004/2004quint/teatro/tato-bores-11205.asp




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jueves, octubre 18, 2007

21–09–07. Las cicatrices que dejan las madres

El domingo es el día en que se festeja el día de la madre en nuestro país, así que traje algunas cosas sobre las madres. Ustedes saben que las madres son las primeras maestras, y es así, las madres son las que enseñan las primeras cosas, casi diría que las más importantes. Pero últimamente se ha publicado un estudio que muestra que no sólo enseñan a hablar, a caminar, a sentir los primeros amores y por lo tanto a amar, si no que también enseñan disciplinas más complejas, a saber (1):

1. Mi mamá me enseñó religión cuando me decía: –Mejor reza para que esto salga de la alfombra.
2. Me enseñó lógica cuando me repetía: –¡Porque yo lo digo!... y punto.
3. Me enseñó a ser ahorrativo cuando me sugería: –Guardá las lágrimas para cuando yo me muera.
4. Me enseñó ósmosis cuando ordenaba: –¡Cerrá la boca y comé!
5. Me enseñó flexibilidad diciéndome: –¡Mirá la roña que tenés en la nuca!
6. Me forjó en la constancia pronosticándome: -Te vas a quedar sentado hasta que termines esa sopa.
7. Me enseñó envidia y matemáticas al mismo tiempo cuando sentenciaba: –Hay millones de chicos menos afortunados en este mundo, que no tienen madres tan maravillas como vos.
8. Me enseñó ventriloquia insistiéndome: –¡No me sigas más, calláte y decime de una vez por qué lo hiciste.
9. Mi mamá me enseñó técnicas odontológicas: –Me volvés a contestar y te voy a estampar los dientes en la pared.


Y podría seguir la lista, ¿no? Cada cuál debe tener su frase favorita. Pero lo cierto es que todos en general, tarde o temprano, terminamos entendiendo que el esfuerzo que nuestras madres hicieron fue fabuloso aunque muchas veces nosotros lo hayamos desperdiciado. Es muy probable que el amor de madre sea uno de los amores más cercanos al ideal. El resto puede ser calentura, interés mutuo, compañerismo, o hasta amor; pero si hubiese una tabla para medir las distintas graduaciones del amor verdadero, es muy probable que el de las madres fuese de los más puros.

Lo cierto es que muchas veces ese amor deja cicatrices, así que les voy a compartir un cuento (2) que muestra este aspecto del amor de madre:

En un día de verano un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Se tiró al agua y nadaba feliz. No se daba cuenta que un cocodrilo se le acercaba. Su mamá, desde la casa, miraba por la ventana y vio con horror lo que sucedía.
Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndola, el niño se alarmó y comenzó a nadar hacia su mamá. Era demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer tiraba con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada. Un policía que escuchó los gritos corrió hacia el lugar y con su pistola mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, con terapia pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo, se remango las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo:
–Pero las que usted debe ver son estas –eran las marcas de las uñas de su mamá–. Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida.


En general las cicatrices que deja el amor son como estas, no dejan de ser cicatrices, pero uno en general las atesora, porque tarde o temprano entiende de que o fueron por el propio bien, o al menos, el que nos las dejó lo hizo pensando que era así. Por eso: gracias a todas las madres por las cicatrices que nos han dejado con sus enseñanzas y con su amor.

Para cerrar déjenme contarles otro cuento cortito (3), que explica porqué las madres son como son:

Estaba el creador en su taller trabajando arduamente en su última creación, cuando de repente, un grupo de ayudantes, intrigados, se atrevieron a interrogarle:
–¿Qué haces señor?
–La más grande de mis obras maestras –contestó–
–¿En qué consiste? –preguntaron.
–En un ser de tres pares de ojos y seis brazos.
Y sorprendidos, exclamaron:
–¡Y para que le van ha servir tres pares de ojos!
–Un par de ojos es para que pueda apreciar la belleza que le rodea, el segundo para comprender cada acción que realicen los pequeños de su especie, y el tercero para leer los pensamientos, las palabras no pronunciadas, para que pueda ver los corazones, y ante los cuales no pueda haber secretos.
–Y tantos brazos, ¿Para qué?
–Los primeros dos son para servir. Desde esforzarse en el trabajo más arduo hasta cultivar la flor más delicada. Dos más serán para acunar y acariciar con ternura y amor, y los últimos para levantarlos y luchar contra la injusticia y el abandono.
–Señor, este nuevo ser que estás creando, ¿Será inteligente?
–Tendrá capacidad ilimitada para abordar los temas más intrincados, poseerá la sensibilidad del poeta, el pensamiento mágico de la fantasía, y sabrá encontrar estrellas y esperanzas en los campos más áridos y desiertos.
Los ayudantes no cesaban de preguntar:
–Oye Señor, Y este ser tan raro, ¿Tendrá alguna función especial?
–Miren, con un solo beso podrá mitigar el llanto de un pequeño, perdonar la falta más grave, dar aliento a un valiente, acariciar el alma de un anciano, y seducir al guerrero más poderoso.
Uno de los ayudantes, tocó el modelo en proceso y exclamó:
–¡Señor, parece muy débil!
–Su aspecto es frágil pero su fortaleza es incalculable, puede soportar hambres, miserias, dolor, abandono, pero jamás se dará por vencida. Sabe hacer milagros con los alimentos, y tendrá la virtud de sonreír en medio de la adversidad.
Los ayudantes finalmente preguntaron.
–Oye, ¿Y cómo vas a llamar a este ser tan raro?
–Será reconocido por ser forjador de seres humanos extraordinarios, su aroma permanecerá por siempre, y su nombre estará escrito de forma indeleble en la humanidad. Finalmente hizo una larga pausa, como meditando el nombre que le daría, y sonriendo ante lo más sublime de su creación exclamó:
–Le llamaré: Madre.


Felicidades a todas el domingo.



Bibliografía

(1) El original de esta lista puede hallarse en: http://www.lukor.com/humor/textos_aprendimama.htm

(2) La versión desde donde se adaptó ligeramente este cuento puede encontrarse en la siguiente dirección:
http://www.motivaciones.org/ctosecicatricesdeamor.htm

(3) Este cuento en otra versión puede hallarse en: http://www.buscadichos.com/Pensar/pensar_obra.htm





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jueves, octubre 11, 2007

11-10-07. Nada es hecho con placer o con amor

Este es un cuento (a) que ocurre en un país hipotético. Nadie vaya a pensar que estoy hablando de algún lugar concreto. Tiene que ver con el congreso de ese país, aunque podría ser aplicable también a un ministerio o a un juzgado. El cuento dice así:

Había una vez un país des-desarrollado. O sea, un país que alguna vez había sido desarrollado, y muchos años de desgobierno habían logrado des-desarrollarlo. En el des-honorable edificio del congreso de ese país, se encuentra un día, en la puerta del mismo, una canastilla con un hermoso bebé. Inmediatamente se produce un gran revuelo. Todos los medios salen a cubrir la noticia. Sin perder ni un minuto se emite un comunicado, por parte del presidente del cuerpo legislativo, que reza:
“Acusamos recibo de un recién nacido de origen desconocido. Diputados y Senadores, formen una comisión mixta para investigar, y determinar: 1) Si el encontrado es producto de este Congreso.
2) Si algún legislador se encuentra involucrado”.
Con una velocidad prácticamente nunca vista se forma la comisión, y se pone a trabajar en el asunto. A las pocas horas, algo realmente sorprendente en comparación con la historia de deliberaciones del legislativo en cuestión, se eleva un informe que asegura lo siguiente:
-Honorable Presidente del Congreso, autoridades varias, amigos y familiares por nosotros contratados, queridos periodistas, y pueblo de la Nación. Luego de exhaustivas investigaciones queremos dejar en claro los siguientes:
El bebé encontrado no puede ser producto de este cuerpo de gobierno, y definitivamente no hay legisladores involucrados. Exponemos a continuación las razones por las cuales afirmamos, sin duda, lo antedicho:
a) En este congreso nada se hace con placer, ni con amor.
b) Jamás dos legisladores han colaborado tan íntimamente entre sí.
c) Aquí jamás fue hecho, ni lo será, nada que tenga ni pies ni cabeza.
d) Nada que se produzca aquí, excepto los descargos de responsabilidad, termina listo en nueve meses.
Sin otro particular, y entrando en ferias debido al estrés producido por esta conmoción, saludan muy atentamente. Los legisladores.

Me pareció interesante lo que se plantea aquí. Fíjense que se habla de algo con pies y cabeza, que se termina en nueve meses, para lo cual más de uno tiene que colaborar, y que debe ser hecho con amor y placer. ¿No suena algo deseable?

Hacer algo con amor y placer suena bien de por sí, no se necesita justificar demasiado. El asunto de colaborar con otro, o con otros, tampoco parece una carga pública. Después de todo el ser humano es un ser social. Casi nada lo hace en soledad, o al menos casi nada uno elige hacerlo solo. El poder compartir una actividad, que produce placer o amor, seguramente parece ser algo deseable.

Las otras dos características son un poco más complicadas pero tampoco inauditas o impracticables. Hacer algo con pies y cabeza, o sea hacer algo lógico. Esto debería ser más fácil que hacer algo ilógico. Lo ilógico hay que inventarlo, hay que esforzarse para hacerlo, lo lógico es lo más común, ¿o no? Se puede discutir en términos de que la lógica es un poco relativa, o subjetiva, y por lo tanto no hay una “única” lógica. Pero al menos lo lógico para lo cual uno fue elegido, en el caso de los miembros de este congreso, o sea para defender y ayudar al pueblo que los votó, no debería ser un misterio. El tema de terminar algo a tiempo tampoco parece un pedido incoherente. Todos queremos que los demás nos cumplan, nos entreguen a tiempo lo que nos prometieron. ¿Por qué no poder cumplirles a los demás como queremos que nos cumplan a nosotros?

Pienso en estas cosas y leo el diario, el de ese país imaginario, y algo no encaja. Si algo tan complejo como un ser humano puede hacerse colaborando con amor y placer, en un plazo determinado y sale lógico, ¿tan difíciles son las otras cosas que hacemos en la vida? ¿Aplica sólo a los legisladores de este loco país lo que acabamos de leer?, ¿o tendría sentido mirar dentro de cada uno de nosotros para ver si actuamos con estas cuatro simples reglas o no?

A veces nos complicamos tanto la vida, o nos dejamos complicar por otros, o por lo menos no caemos en cuenta de cuanto nos la complican, que creo que olvidamos cosas simples y casi triviales como la que plantea este cuento. Tal vez esté exagerando, y sea sólo yo el que no consigue aplicar estar cuatro reglas a todo lo que hago. Tal vez no sea posible que todo caiga en esta lógica de cuatro requisitos, pero: ¿será posible que, al menos, algunas las encuadremos en esto?, ¿será posible discernir si alguna de las que no cumplen estas reglas son realmente imprescindibles para nuestra vida, o las podemos dejar de hacer? Muchas preguntas tal vez, pero esa es la idea, preguntarse, tratar de contestarse, ver si se puede sacar alguna conclusión y darle para adelante.

En fin. Ojalá que si no todo, al menos algo, lo podamos hacer con amor y placer, en colaboración con alguien, y lo que produzcamos sea lógico y a tiempo. Debería ser una experiencia tan agradable como la de cargar a un hijo recién nacido.



J. R. Lucks


Bibliografía:

(a) Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección web:
http://www.fvamanagement.es/html/humor.htm







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jueves, octubre 04, 2007

04-10-07. Si queremos ser Pumas, podemos

Hoy, para no ser menos que el resto de la humanidad de origen argentino, les voy a hablar de los Pumas (1), sí, porque somos así. La mayoría de nosotros no sabemos nada de rugby, pero un seleccionado gana cuatro partidos y nos transformamos todos en fanáticos y entendidos, les damos espacio en los medios a pesar de que tal vez cuando lo necesitaron no se los dimos, en fin somos exitistas. No creo que sea una característica argentina solamente, debe haber otros países en los cuales su gente sea así. Pero en esos países que hablen otros. Yo estoy acá así que hablo de nuestro exitismo. Como todos estoy contento y les deseo lo mejor a los Pumas. Por eso prefiero decir esto hoy, sin esperar a ver si siguen ganando o no, porque me parece que lo que podemos aprender de esto no depende de que sigan ganando. Todo lo que la gente dice de ellos hoy es verdad, sigan ganando o no. Por eso no tiene sentido esperar para aprender.

Les voy a leer algunas de las palabras que vi o escuche en comentarios, tanto de la gente común que comenta en blogs de los diarios, como de reporteros que hablan en la televisión o escriben en los distintos medios gráficos. Fíjense en esta lista de palabras o expresiones: preaparición, respeto, temple, honestidad deportiva –u honestidad de cualquier tipo en el fondo–, “cuando se quiere se puede” –o sea constancia–, caballerosidad, humildad, garra, coraje, espíritu colectivo; y podía seguir pero en realidad con esto alcanza.

Dos temas relacionados con esta lista. Uno: es increíble la sed que tenemos de vernos representados por alguien que cumpla con esta lista. Estamos evidentemente tan huérfanos de que se asocie lo argentino a esto, que en cuanto olfateamos algo o alguien que lo tiene, despierta en nosotros el exitismo más salvaje. Buena señal, nos atrae una lista de virtudes en vez de una lista de defectos. Ahora, que triste que tengamos tanta sed de estas cualidades, es evidente que no estamos saciados de ellas, o dicho de otro modo: no las encontramos en el día a día. Nos vemos en espejos que no reflejan esto, y cuando encontramos uno que si nos devuelve lo que queremos ver, lo adoramos. Triste realmente.

Dos, o por otro lado, en esta lista no hay nada que no se pueda hacer desde la familia, o desde el trabajo, o desde la silla en la que estemos sentados. Para ser respetuoso, caballero, honesto, etcétera; no hace falta ser Puma, no hace falta estar en un mundial y golpearse la cabeza durante ochenta minutos contra un contrario que mide dos metros y pesa ciento cincuenta kilos.

Esta sed de virtudes que tenemos no es externa a nosotros, en gran medida es interna. No somos así. O tal vez sí seamos así, pero nos da vergüenza ejercer. No contribuimos tal vez lo suficiente a vivir en un medio en que esos valores los tengamos tan presentes, que no nos llamen la atención el verlos en un equipo de lo que sea. Estos muchachos se preparan, y hacen lo que hacen con ganas, respetando a los que tiene en frente. ¿No es imitable su ejemplo en vez de sólo loable? Y si hubiesen perdido porque sus rivales fuesen superiores, ¿su preparación y sus ganas no serían loables de la misma manera? Más allá de la alegría: ¿por qué no aprendemos algo de esto?, ¿por qué no nos proponemos incorporar alguna de las virtudes que nos agradan en estos Pumas, y que seguramente otros Pumas, o Dogos (2) o Murciélagos (3), o cualquier equipo de potrero del deporte que sea, también tuvieron?, aunque no nos hayamos enterado porque a los medios no les pareció tan noticiable.

En fin, no se, creo que se puede aprender. No digo todo esto para deprimirme y regodearme en mis incapacidades, sino para mirar para adelante y ponerme a tratar de ser como lo que me gusta ver en otros. Así que les traje un cuento (a) que espero que nos ayude a tratar de mejorar, a pesar de que tal vez no todos tengamos todas estas cualidades que tanto nos llaman la atención. Aquí va:


Dicen que en la carpintería hubo una asamblea extraordinaria. Se celebraba para arreglar diferencias, pues había un gran malestar.
El asunto empezó muy mal ya que no se podían poner de acuerdo ni para nombrar al presidente de la sesión.
La sierra se ofreció para el servicio pero fue abucheada de inmediato:
–¡Fuera!, sólo sirves para serruchar las ideas de los demás.
Luego de mucho batifondo se pusieron de acuerdo en que las tenazas presidieran, no sin antes anotar en actas el descontento de varios que sostenían que las susodichas sólo apretaban y cortaban toda iniciativa.
–¡Orden en la sala!, tiene la palabra el compañero clavo –sentenciaron las recién elegidas.
–Yo propongo que el martillo sea expulsado. Hace demasiado ruido, se la pasa todo el día golpeando –dijo el que tenía finalmente la palabra.
–Acepto mi culpa –dijo el martillo– pero pido entonces que también sea expulsado el tornillo que para que sirva de algo hay que darle muchas vueltas
–Es como se dice, pero entonces que tal la lija. Es muy áspera en su trato y siempre crea fricciones –se defendió el último imputado.
–Entonces que me dicen del metro –acotó la lija– se la pasa siempre midiendo a los demás como si él fuera perfecto.
Cuando los ánimos se estaban caldeando entró el carpintero. Las herramientas se callaron, y en manos del artesano, luego de unas horas de trabajo, la tosca madera que él había traído se había convertido en un fino mueble.
Al retirarse el hombre la sierra tomó la palabra:
–Compañeros, es más que claro que todos tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace útiles y valiosos. Propongo que no nos focalizemos en nuestros puntos negativos sino en los positivos.
La asamblea decretó entonces que el martillo era fuerte, que el clavo unía, que la lija eliminaba asperezas, etcétera, etcétera.
Entendieron que trabajar en equipo requiere de aceptación mutua, y de buscar en el otro sus cualidades en vez de sus defectos.


Nosotros no tenemos un carpintero. Si son estos Pumas, u otro equipo, el que nos tiene que enseñar que a pesar de las diferencias se puede, bienvenidos sean. Miremos la lista de virtudes no para alabarla sino para practicarla, y busquemos en los demás sus virtudes en vez de sus defectos. Si en los Pumas todos fuesen forwards o todos pateadores no serían lo que son.

Aprendamos de los Pumas si es que no podemos aprender del Congreso, o de la junta parroquial, o de las empresas en las que trabajamos, o aún de nuestras familias, pero aprendamos, para que cuando seamos parte de esos “equipos” los hagamos funcionar como a los Pumas, y el país pueda festejar algo más que ochenta minutos de algún juego colectivo.

J. R. Lucks

Bibliografía

(a) El original utilizado para adaptar este cuento se llama: “Trabajo en equipo”, y fue publicado en el libro Cuentos educativos para jóvenes; autor: Mateo Bautista. Editorial San Pablo, 2007.

Notas de contexto:

(1) Seleccionado argentino de Rugby que en ese momento estaba disputando el mundial de la especialidad con muy buenos resultados.
(2) Equipo argentino que en el mes de septiembre se había coronado Campeón Mundial de Fútbol, en una competencia organizada para equipos de jugadores gay.
(3) Equipo argentino bicampeón mundial de fútbol de salón para jugadores ciegos o con discapacidades visuales.




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jueves, septiembre 27, 2007

27-09-07. Aspiro a ser candidato

Se acuerdan que les había prometido traerles algunos discursos políticos de hace tiempo, como para ver en qué cambiaron los de antaño con relación a las sartas de pavadas que tenemos que escuchar hoy. Y creo haber encontrado uno realmente diferente.(a) Se los voy a leer y después discutimos de cuando es esta joyita de la oratoria. Dice así:

Señores, aspiro a ser candidato, porque pretendo robar en grande y a acomodarme mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que, ustedes tienen que comprender, es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato. Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, […]. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, […]. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino "evolutivamente". […] sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor, es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que […] la posición del país, no encuentra postor ni por un plato de lentejas, créanlo..., […]. Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado […] no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, […], y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, […], impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines... ¡Lo que no robaré yo, señores! […] Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un ladrón, y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario […]. He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas […] otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de rematador falso, corredor de juego, matón, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, […]; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, […] tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve... Señores, si no me creen, vayan al Departamento... verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas […], absolutamente el único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina... Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar una casa de departamentos en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores.

El autor de este texto fue Roberto Arlt, un escritor argentino que nació en 1900 y falleció en 1942. Aparte de novelas, escribía para periódicos, y desde 1928 y hasta 1935 publicó diariamente una columna en el diario El Mundo bajo el nombre de Aguafuertes, ésta en particular es del año 1933.

No me van a decir que no es fantástico. Yo lo leía y me pareció notable la similitud con lo que uno observa casi todos los días. Nada ha cambiado, pero nada de nada. De 1933 hasta acá, y seguramente que de antes tampoco. Ni siquiera parecieran ser más creativos ahora, porque si ven la enumeración de cosas que pretendía hacer este personaje hace setenta y cinco años, no le falta ninguna, están todas.

La desfachatez con la que lo presenta es notable. Dos elementos rescato. Uno el tema de que evidentemente, el personaje, de corazón se presenta como apto. No esconde nada, al contrario, exalta. Si vamos a hacer algo vamos a decirlo, parece implicar, y por otro lado si vamos a hacer algo vamos a prepararnos para el asunto. No vale ser improvisado. El tipo presenta sus credenciales porque cree en ellas. Habría que votarlo por sincero, porque por lo menos eso es. La mayoría de los otros no sólo hacen lo enumerado, sino que aparte mienten, o sea que este candidato a candidato al menos es sincero. Sabiendo esto uno se podrá preparar en vez de que te agarren desprevenido, y no sólo te roben los que gobiernan, sino también los vivos, que se enteran un par de días antes del desfalco, y hacen negocio con los giles.

El otro elemento es su propuesta de dejarse crucificar si le traen a alguien honesto, a alguien que no pretenda robar. Está convencido de que es así, de que todo el mundo es igual. ¿Será que tiene razón?, ¿será que no hay forma de conseguir a alguien que no pretenda robar? No digo que todo el mundo sea igual, lo que pregunto es si se podrá conseguir un candidato que no quiera robar, o al que no lo hagan robar, o que pueda controlar que el resto del gobierno no robe. Porque en definitiva es casi lo mismo. No roba el dueño del circo pero salen a robar, con o sin instrucciones, los monos y los payasos, que en definitiva, como no son más que monos y payasos, roban peor. Al menos el dueño del circo debería ser un poco más educado, y por lo tanto robar con más elegancia, que las hordas que lo secundan.

Como verán hoy no estoy muy positivo. Así que antes de irme y dejarlos así, al menos le voy a contar un cuento gracioso, que tiene que ver con esto de que si no se tiene la información correcta de lo que va a pasar, se han de tomar malas decisiones.

Un asesino serial, depravado y sicótico, se escapa de prisión y entra en la casa de una joven pareja. Ata al marido a una silla y a la esposa a la cama. Se acerca a ella y pone su cabeza muy cerca del cuello de la asustada mujer. Ella se retuerce negándose a lo que él le pide e intentando alejarse, pero no puede. El marido se desespera y le grita:
- ¡Se fuerte querida!, ¡hacé lo que te dice!, nuestras vidas está en juego.
Ella se calma, le dice algo también al oído, y el asesino sale de la habitación como para buscar algo. El marido, con algo de remordimiento, le susurra:
-Gracias por tu sacrificio querida, seguramente accediendo a lo que te ha pedido nos irá mejor. ¡Yo te amo!
A lo que ella le contesta.
-Tenés razón, estaba en duda pero cuando hablaste resolviste mi problema y accedí a lo que me pedía. Fue a buscar el pan de manteca a la heladera ya que le dije donde está la cocina. Yo también te amo. ¡Ah!..., no soy yo la que le gusta, sino vos.


Moraleja clarísima: conociendo las intenciones del asaltante uno termina tomando mejores decisiones. Así que si encontramos algún candidato como los de Arlt, no seamos tontos y votémoslo, que es preferible ladrón sincero, que ladrón candidato mentiroso.


J. R. Lucks


Bilbiografía


(a) “Aspiro a ser diputado” por Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas. Editorial Losada, 1958, 4ta edición 1994. Una copia del texto original puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:
http://www.elarcadigital.com.ar/62/notas/aguafuertes.asp

Una versión digital del libro Aguafuertes Porteñas puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://perylit.files.wordpress.com/2006/12/aguafuertes-portenas.doc




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jueves, septiembre 20, 2007

20-09-07. Todas son necesarias, aunque a Démeter no le guste

Hoy les quiero hablar de la primavera, ya que empieza mañana. Y para comenzar les voy a contar como se explica la primavera desde una leyenda (a) griega.


Cuenta Homero, no Simpson sino el poeta griego a quién se asignan las famosas Ilíada y Odisea, que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa, y las flores nunca se marchitaban. No existía el invierno, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Démeter, diosa griega de la agricultura. Ella mantenía la tierra verde y joven, el ciclo vivificador de la vida y de la muerte, y también era la protectora del matrimonio y de la ley sagrada. Démeter tenía una hija llamada Perséfone, una hermosa joven adorada por su madre, que solía retozar en campos repletos de flores. Cuentan los mitos que un desafortunado día pasó por allí el temible Hades. El dios quedó encandilado de la belleza y la dulzura de Perséfone, y la raptó para llevarla consigo a su reino. Démeter, al no encontrar a su hija, sale a buscarla por todas partes y descuida los pastos y las cosechas. La tierra queda así desolada y sin ningún fruto, ya que privada de su mano fecunda se seca, y las plantas mueren. Cuando por fin descubre a su hija con Hades, irritada por la ofensa, Démeter decidió dirigirse a Zeus, que vendría a ser algo así como el secretario general del sindicato de dioses, para exigirle que arreglase la devolución de su niña. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir, sin embargo no pudo devolverle la hija a su madre, porque Hades le había hecho comer un fruto que le impedía irse de su mundo. A pesar de esto negociaron un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre. Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende con Hades, las plantas se secan como en el otoño e invierno. En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Démeter, su madre.


¿Que tal eh?, toda una historia de intrigas. Estos griegos podían haber escrito novelas para los brasileños o para los mejicanos. No se las cuento entera porque es muy larga, pero no se sabe bien si Démeter era hermana de Zeus o una de sus amantes, o las dos cosas. Con lo cual Perséfone pudo haber sido hija de Zeus, todo un lío de familia. En fin la cuestión es que casi todo tiene explicación en una leyenda griega, o será que los griegos no tenían nada mejor que hacer e inventaban leyendas para todo. Sería interesante saber si tendrán alguna leyenda que explique como un pueblo, que se equivoca constantemente al elegir a sus gobernantes, termina hundiéndose en el océano. Aunque tal vez esa sea la leyenda de la Atlántida, que casualmente empieza con A. En fin. Pero el asunto es la primavera. Y esta leyenda, como muchas otras historias y cuentos, exalta los valores de la primavera y los del verano por sobre las otras estaciones, a las que trata como períodos tristes o de falta de vida. Así que como yo soy amigo del invierno, les quise traer un cuento (b) que les devuelve al otoño y al invierno algo de utilidad y dignidad, para no despreciarlos tanto. Dice así:


Había una vez un hombre que tenia cuatro hijos. Él buscaba que los muchachos aprendieran a no juzgar las cosas apresuradamente; entonces envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo mas joven en otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, los reunió y les pidió que describieran lo que habían visto.


El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, pelado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, él dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce, y que se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El ultimo de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, él dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto.


Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no debían juzgar a un árbol, o a una persona, sólo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida, puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado. Si se dan por vencidos en invierno, habrán perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.


Me pareció interesante. Todos los momentos son buenos, no sólo porque el invierno frío nos permite por comparación disfrutar de la primavera, sino porque en realidad no es un período muerto sino de descanso. Es un período en el que la naturaleza toma fuerzas para poder volver a su ciclo. Como dice el refrán: “el momento más oscuro de la noche es el instante previo a la salida del sol”, o también el otro que sugiere que “la oscuridad no hace más que exaltar la belleza de la luz cuando esta aparece”. Cada estación tiene lo suyo, y todas necesitan de las otras para ser lo que son. La primavera es linda porque sigue al invierno. Si siempre fuese primavera nunca habría frutos de verano, y si no hubiese invierno, no habría descanso para el florecer de primavera.


Así que a disfrutar de la primavera que empieza, y a agradecerle al invierno el haber permitido que la primavera sea tan agradable, gracias a las fuerzas que se acumularon durante su tiempo.



J. R. Lucks





Bibliografía


(a) Más datos sobre los personajes de esta leyenda, y la versión original desde donde se adaptó este cuento puede hallarse en: http://www.masqueagua.es/magazine/portada1.html


(b) Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:
http://www.elfrasero.com.ar/escritos/leccion-de-vida




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jueves, septiembre 13, 2007

13-09-07. Cuando pensabas que no te veía, aprendí todo

Como el martes fue el día del maestro, no quise dejarlo pasar, y me pareció bueno compartir cosas que tiene que ver con las enseñanzas, con los maestros, y asuntos por el estilo. Así que traje algunos cuentos, el primero (a) dice así:

Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en la heladera, inmediatamente quise dibujar otro.
Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, y entendí que las pequeñas cosas son las especiales.
Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos, sanos y enfermos, y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos los unos a los otros.
Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo para ayudar a personas que no tienen nada, y aprendí que aquellos que tienen algo, hacen bien en compartirlo con los que no tienen.
Cuando pensabas que no te veía, te vi cumplir con tus obligaciones, aún cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable.
Cuando pensabas que no te veía, vi lágrimas salir de tus ojos, y aprendí que algunas veces las cosas duelen, y que no está mal llorar por lo que nos importa.
Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber, para ser una buena persona cuando crezca.
¡Gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía!

Es importante lo que los chicos ven cuando pensamos que no nos ven. ¿No?, y no sólo aplica para padres, a pesar de que este cuento está más orientado a parientes que a maestros formales. Aún así, los maestros formales también hacen cosas cuando ellos creen que los chicos no los ven, así que a cuidarse. El asunto es que los chicos aprenden de lo que hacemos más que de lo que les decimos, por lo tanto es fundamental nuestra forma de cumplir con las responsabilidades, nuestra forma de respetarlos como alumnos, nuestra capacidad de cumplir y de valorar lo relevante y no lo trivial, en fin, cosas que tanto maestros, profesores, y padres debemos considerar. En definitiva tener en cuenta lo importante. Así que traje otro cuento, muy corto, que pone de relieve qué es lo importante. Es un cuento de una piedra (b) y dice así:

Había una vez una piedra, y entonces:
El escultor la talló, y encontró dentro de ella una hermosa escultura.
El distraído, tropezó con ella.
El campesino, cansado, la uso para sentarse.
El violento, la tomó, y la uso para lastimar a otros.
El albañil la juntó con otras, y la utilizó para construir un hogar.
Y para los niños, fue algo con qué jugar y divertirse.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.

Y eso es claramente lo importante, el hombre, y yo enfatizaría, los niños. Eso es lo imprescindible, lo verdaderamente valioso, lo que no se recupera cuando se pierde, lo que no hay derecho a desperdiciar, lo que tenemos obligación de nutrir de la mejor manera posible. Muchas veces perdemos esto de vista. Muchas veces creemos que lo importante de la educación es el aula, o el material, o los objetivos pedagógicos, o el buen nombre del colegio; y no, lo importante son los chicos. Lo demás es vanidad, o ambición, o interés personal, o simplemente desidia. En la educación, para los educadores, sean estos maestros, profesores, o padres, lo único importante deben ser los chicos. Esos personajes bajitos que usan las piedras para jugar.

En fin. No quiero irme sin dejarles un mensaje a los que estudian, así que para los alumnos, este cuentito cortito que sale de la escena de una película (c). Imaginen un aula universitaria, acaba de terminar la clase, los alumnos están saliendo mientras el profesor se queda acomodando, entonces, pasa lo siguiente:

Una señorita, vestida en forma bastante provocativa, entra en el aula cuando el resto de los alumnos sale. El profesor, que aún está borrando el pizarrón, la ve y trata de decirle que nuevamente ha llegado muy tarde. Antes de que él pueda soltar palabra, ella se anticipa y se disculpa. Reconoce ante el profesor saber que está en falta con la materia. Mientras habla, se sienta en el escritorio, cruza sensualmente sus piernas, y con sugestivo tono le dice al profesor, que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa para aprobar. Cualquier cosa. El profesor, deja los libros que había tomado nuevamente sobre el escritorio, y se le acerca. La mira a los ojos, y con tono de incredulidad le pregunta:
-¿Cualquier cosa?
Ella, vuelve a enfatizar con voz melosa:
-¡Cualquier cosa!
El profesor se acerca aún más, y casi rozando con sus labios el oído de la incondicional alumna, muy suavemente, le susurra:
-Cualquier cosa, ¿cierto?... bueno… entones… estudiá.

A estudiar muchachas y muchachos. Y nosotros padres, maestros y profesores, a darle importancia a lo que sí vale, que son los chicos, que nos miran cuando nosotros pensamos que no nos ven.



J. R. Lucks



Bibliografía:

(a) Una versión más completa de esta lista puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://www.motivaciones.org/ctosecuandopensabasque.htm

(b) Una versión de este cuento puede hallarse en el artículo NEGOCIACION COLABORATIVA Y MEDIACION, publicado por Graciela Curuchelar en la siguiente dirección web: http://aainfancia.org.ar/leer.php/33

(c) Adaptación de una escena de la película La vida de David Gale, Guión: Charles Randolph, año 2003.





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