jueves, noviembre 29, 2007

29-11-07. No será importante pero es noticia

Llega fin de año y se me cruzan algunos cables, aparte con esto de que sube la temperatura y baja la temperatura y todo este vaivén climático, no se porqué pero me pongo raro. Así que hoy traje un tema de esos para pensar y quedarse pensando, probablemente sin solución, pero de esos en los que si no pensamos, seguro no se arreglan más. Es un cuento que encontré en una página web (a) española, así que verán que lo que cuenta no es privativo de nuestro querido país, sino un mal mundial. Dice así:

Yo tengo un sueño muy ligero, por lo tanto, la noche pasada, noté que había alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa. Me levanté en silencio y me quedé siguiendo los leves ruidos que venían de afuera, hasta ver una silueta pasando por la ventana del baño.
Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas y puertas de seguridad, no me preocupé demasiado, pero estaba claro que no iba a dejar al ladrón allí rondando tranquilamente.
Llamé bajito a la policía, informé la situación y di mi dirección. Me preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaré que no, y me dijeron que no había ninguna patrulla cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien tan pronto como fuera posible.
Un minuto después llamé nuevamente y dije con voz calma:
-Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se apuren. Ya he matado al ladrón con un tiro de la escopeta que tengo guardada para estas situaciones. ¡El tiro lo ha destrozado! Ha sido una lástima.
Pasados menos de tres minutos, había en mi calle cinco patrulleros, un helicóptero, una unidad de rescate, un equipo de noticias, y una abogada de derechos humanos que no se perderían esto por nada del mundo.
Ellos agarraron al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombrado. Tal vez él estuviese pensando que era la casa del jefe de la policía.
En medio del tumulto, un inspector se aproximó y me dijo:

- Creí que dijo que había matado al ladrón.
A lo que yo le contesté:
- Creí que me dijeron que no había nadie disponible.

Este cuento me movió a pensar: ¿qué es importante y qué es noticia? Pareciera que lo que es noticia es importante, pero no siempre es así. La apertura de una escuela rural en medio de la nada; o el arreglo de un comedor infantil en una zona pobre; o que alguien de extracción humilde termine, con mucho esfuerzo de toda la familia, una carrera universitaria incentivando así a otros a estudiar; son cosas importantes, pero no son noticia. Son menos noticia que la pelea de dos vedettes, o que el tratamiento contra las drogas o el alcohol de alguna celebridad. El impacto que tiene, en cualquier futuro posible, un chico mejor alimentado y educado, es muchísimo mayor que el desenlace de un romance televisivo o de quién gane algún concurso de baile. Y es que está todo distorsionado.

El otro día estaba viendo una película, se llama Gracias por fumar. Es la historia del vocero de una asociación que defiende a la industria del tabaco. En una escena, el protagonista debate con alguien que está en contra del hábito de fumar, en el mismo programa hay un chico joven con cáncer supuestamente asociado al cigarrillo. El personaje que defiende a las tabacaleras descalifica a su contrincante argumentando que las compañías de cigarrillos no quieren que el chico muera. Asegura que si muere dejará de ser cliente. Acto seguido se refiere a su contrincante, el que ataca a las tabacaleras, diciendo que en realidad es él quien prefiere al joven muerto, ya que de esa forma obtendrá más presupuesto. Increíble, me pareció brutalmente retorcido, pero lo cierto es que muy probablemente sea verdad. Es casi seguro que ninguno de los dos se estuviese interesando realmente por la salud del chico, sino por sus presupuestos y por sus empresas. Pero lo importante es el chico, ¿cierto? Lo importante es la contaminación, ¿no?, ¿o los egos de los involucrados?, lo importante es la gente que no come, ¿cierto?, ¿o los índices de pobreza, reales o dibujados? Entonces pareciese que lo importante es distinto de lo que es noticia. Últimamente las noticias aparecen cuando lo importante no pasó. La noticia es que el chico de la película esté enfermo, no que se cure, que sería lo importante. Si se cura no hay programa de televisión, no hay presupuesto.

Es increíble. Llega fin de año y me confundo, no sé que es importante y que es noticia. Es noticia que asuma un nuevo presidente constitucional. Pero qué es lo importante del asunto: ¿el ancho y la tela de la banda presidencial?, ¿cuántos golpes tiene la empuñadura del bastón?, ¿si se corrieron todos los demás actos de asunción para no competir en protagonismo? Será eso lo importante, o eso será noticia. ¿Quién cambió las prioridades?, los que escriben y hablan en los medios, o los que los leen y escuchan. La verdad, no se. ¿Quién puede volver a hacer que lo importante sea más prioritario que lo que no lo es? ¿Quién puede hacer que atendamos las cosas antes de sean noticias, y mientras son importantes? No se. Aunque “sospecho” de que tal vez seamos nosotros mismos.

J. R. Lucks




Bibliografía

(a) El cuento adaptado para esta columna se publicó bajo el título: ¡Alguien merodea por mi casa!. La versión original puede hallarse en la siguiente dirección web:
http://www.emprendedoras.com/article1297.html




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jueves, noviembre 22, 2007

22-11-07. Comida gratis en el infierno

Hoy, como la semana pasada, les traje un cuento del infierno, por este asunto de que después de la crisis, según el presidente, allí estábamos. Como la cosa mejoró, pero todavía no nos declararon salidos, sospecho que en la asunción de su reemplazante se hará el feliz anuncio.

Yo, como dije la semana pasada, creo que el concepto del infierno es un poco más complicado que lo que puede mecharse en un discurso, así que por eso traigo estos cuentos que creo sirven para entender un poco más el asunto, y que los que dan discursos digan lo que quieran.
El de esta semana (a) dice así:

Me contaron que en una bifurcación del camino que empieza con una luz blanca, ese que supuestamente recorren los que tienen experiencias más allá de la muerte, hay un cartel que dice: “Infierno, no lo piense dos veces, comida gratis”.
Suena un poco raro, pero uno de esos personajes que fue y volvió me contó, que antes de mandarlo de vuelta, lo dejaron ver. Efectivamente tomó hacia el lado del infierno, y apenas estaba por entrar, sus dos brazos se convirtieron en cucharas de palo, de dos metros de largo.
–Sin más remedio que avanzar –me contó este caballero– entré y vi el espectáculo más horrendo de mi vida. Efectivamente había comida disponible, maravillosa, y muy apetitosa por todos lados. Pero la gente… ¡Sólo vi hombres y mujeres desesperados! Famélicos, demacrados, llorando y gritando. Desgarrándose de hambre ya que con sus cucharas de mangos de dos metros, no conseguían llevar a la boca ni uno de los manjares que constantemente estaban trayéndoles. La comida caía de sus cucharas al piso. La gente la pisaba arruinándola inmediatamente, ya que en su desesperación, corría de un lado para el otro haciendo malabarismos para poder comer. Un espectáculo patético. Dolor y desesperación.
–Y qué hiciste –me animé a interrumpir.
–Como yo sólo estaba de visita pude salir. Allí entendí porqué ya no hacían más falta los latigazos, el fuego y las torturas. Pensé enseguida que el inventor de ese castigo era realmente el mal personificado. Justo en ese momento escucho una voz que me dice:
–No saques conclusiones apresuradas, ve ahora y mira que pasa del otro lado.
–Como no pensé que algo peor pudiese pasar, fui por el camino hacia el otro lado.
–¿Y qué viste?, ¿cómo era la contracara del infierno? –pregunté ansioso como un colegial.
–Exactamente igual.
–¿Qué? –grité, más intrigado que antes.
–Al entrar, mis brazos nuevamente se convirtieron en cucharas de mangos muy largos y rígidos, igualmente había manjares por todos lados, pero nadie corría. Nadie gritaba. Todos estaban sentados muy placidamente, dándose de comer unos a otros.

¿Qué tal?, ¿eh? Otra vez un cuento que pone las cosas de nuestro lado. No del lado de un funcionario estatal que llega o se va. El que conté la semana pasada tenía que ver con cómo reaccionábamos ante las diversas situaciones. Las puertas del infierno se abrían o cerraban en función de nuestras reacciones, no eran las situaciones en sí las infernales. Esta semana también está ese elemento de nuestra reacción, pero se agrega el tema de la solidaridad. En los dos lados la situación es la misma, hay brazos rígidos y mucha comida. El pensar no sólo en uno mismo, en la propia hambre sino también en la ajena, es lo que diferencia a los dos lugres. Aún los que en el cuento están en el infierno, podrían salir del mismo en el momento en que se hablen con otro y se pongan de acuerdo en finalizar sus mutuas torturas. Ni siquiera tendrían que moverse físicamente al otro lugar.

Tal vez el infierno en el que nos metimos, y del que supongo que nos declararán salidos, tenga algo que ver con esto también. No sólo con la impericia y la incapacidad de un grupo de hombres y mujeres que supuestamente gobernaron durante un tiempo, sino con que más de las veces sólo miramos por nosotros y nada más. Tal vez aunque esos hombres y mujeres que han de gobernarnos alguna vez vayan a ser capaces y decentes, igual nos terminaríamos metiendo en un infierno si sólo seguimos mirando nuestros propios ombligos.

En fin. Ojalá que en los discursos nos saquen del infierno. Ojalá que la situación económica nos saque del infierno a todos, no sólo a la mayoría, porque el asunto de la pobreza y de la indigencia no es como la democracia, termina cuando todos salieron, no sólo cuando la mayoría tiene para comer o educarse. Pero por sobre todo, ojalá que entendamos que el verdadero infierno lo decidimos nosotros con nuestras actitudes. En ese nos metemos y nos sacamos solamente nosotros, los discursos y las demagogias no nos van a ayudar.


J. R. Lucks


Bibliografía:

(a) El cuento adaptado para esta columna se tomó de una versión del mismo llamado: “El bien y el mal”, publicado en: Acertijos Unicistas. Autor Peter Belohlavek. Editorial Blue Eagle Group, 2005.




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jueves, noviembre 15, 2007

15-11-07. Las puertas del cielo y del infierno

Ahora que ya tenemos presidenta electa, no se porqué, pero me parece que en el acto de asunción nos van a avisar de que salimos del infierno (1). Es interesante, porque para todas las religiones el que se mete en el infierno es uno, nadie puede meterlo, y a lo sumo el que te saca es el dios de turno de la religión en cuestión. Con lo cual, ya para empezar, esto de haber declarado que estábamos en el infierno, y que alguien hipotéticamente se tome la atribución de decir cuando salimos de el, como que no termina de entenderlo. Pero bueno. Como es probable de que del infierno nos declaren salidos, me puse a buscar cuentos del infierno a ver que nos permitían pensar o reflexionar acerca del asunto. Encontré varios y les voy hoy a leer uno,a para que vean que más allá de que alguien quiera arrogarse la capacidad de poner y sacar a la gente de este lugar, la cosa pasa por otro lado. Dice así:

Un guerrero, un samurai, fue a ver su maestro y le preguntó:
-¿Existe el infierno?, maestro ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que llevan a ellos? ¿Por dónde puedo entrar?
Era un guerrero sencillo. Los verdaderos guerreros, los que llevan su profesión con honor, siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Sólo conocen dos cosas: La vida y la muerte. Él no había venido a aprender ninguna doctrina; sólo quería saber donde estaban las puertas, para poder evitar el infierno y entrar en el cielo.
El maestro le respondió de una manera que sólo un guerrero podía haber entendido:
-¿Quién eres?- le preguntó.
-Soy un samurai, le respondió el guerrero, hasta el emperador me respeta.
El maestro se rió y contestó:
-¿Un Samurai, tú? Pareces un mendigo.
El orgullo del samurai se sintió herido, y olvidó para que había venido. Sacó su espada y ya estaba a punto de matar al venerable cuando éste dijo:
-Esta es la puerta del infierno. Esta espada, esta ira, este ego, te abren la puerta.
Esto es lo que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurai entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y el anciano volvió a hablar:
-Es en momentos como estos en que se abren las puertas del cielo. La mente es el cielo, la mente es el infierno, y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos. Pero la gente sigue pensando que existen en alguna parte, fuera de ellos mismos. El cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora. A cada momento las puertas se abren, en un segundo se puede ir del cielo al infierno, del infierno al cielo.

Me pareció interesante, el asunto, porque pone de vuelta en control en nosotros, y no en un funcionario público al que le pagamos para que administre los bienes del pueblo. Las puertas del cielo y las del infierno, las abrimos y cerramos nosotros acá mismo. Depende en gran medida de nosotros vivir en uno u en otro. Es cierto que algunos de esos funcionarios que a veces elegimos nos cambian las reglas de juego y nos ponen en situaciones difíciles, pero lo cierto es que lo importante, al menos según lo que quiere enseñar este cuento, no es la situación sino nuestra reacción a la situación. Nuestra capacidad de tomar la realidad y transformarla en un infierno, o de tratar de salir de ella de la mejor manera.

Ahora, volviendo un poco a lo más colectivo, son nuestras reacciones, nuestros piquetes de cada día, nuestras intolerancias y nuestros cortes de ruta, los que aparentemente nos ponen en el infierno. En cambio son nuestros diálogos y nuestras comprensiones, las que nos ponen en el cielo o al menos nos sacan del infierno. Es cierto que muchas veces ante situaciones de injusticia uno se siente impotente y lo único que le queda por hacer es gritar. Tal vez sea cierto. No se. Habría al menos que ver en qué medida esa situación es realmente así, y cuanto nosotros contribuimos a que haya llegado donde llegó. También habría que ver que aportan a la solución del problema nuestros gritos y piquetes, porque si no arreglan la cosa, seguro que la empeoran.

En fin, no se, me pareció que era un cuento interesante como para pensar un poco en este tema del infierno. Tal vez alguien crea que salimos del infierno porque un par de índices estadísticos están mejor. Habría que preguntarles a las personas a los cuáles esos índices no representan. Habría que ver si los que sí entran en esos índices no se meten solos en el infierno cada vez que salen a la calle e insultan a diestra y siniestra, o que desempeñan mal sus responsabilidades de funcionarios o de ciudadanos. Etcétera, etcétera. La verdad, es que me parece que es un tema un poco más complejo de lo que se puede charlar en un programa de radio de la mañana, o de lo que se puede gritar desde un palco en un discurso.

Ojalá que como el guerrero podamos guardar nuestras “espadas”, y abramos las puertas del cielo en vez de las del infierno. Cada uno sabe que “espada” es la que tiene que guardar.



J. R. Lucks




Bibliografía:

(a) El cuento aquí incluido puede hallarse en una de sus versiones originales en la siguiente dirección:
www.oshogulaab.com/ZEN/TEXTOS/PUERTASCIELO.htm




Notas de contexto:


(1) Luego de la crisis económica del año 2002, el discurso presidencial se refirió varias veces a la situación aseverando de que el país estaba en el infierno. Si bien la situación económica fue mejorando, nunca en su discurso se planteó la salida del supuesto infierno. Construí esta columna asumiendo que en las palabras de asunción del siguiente mandatario, esposa del presidente anterior, ella se referiría nuevamente al tema “declarando” que para el nuevo período el país habría salido del infierno, y por lo tanto ella conduciría un proceso de crecimiento y de mejora, no ya de recuperación.





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jueves, noviembre 08, 2007

08-11-07. Autoayuda de la más barata, o filosofía de la más profunda



Hoy vengo sin un foco muy específico, simplemente traje dos cuentos que me gustaron y que creo que ayudan a pensar. El primero (a) dice así:

En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlos muy parecidos a ellos, entonces, uno de ellos dijo:
-Esperen, si los vamos a hacer similares a nosotros, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra; debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, ¿pero qué les quitamos?
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
-Ya sé, vamos a quitarles la felicidad. Lo único que tenemos que pensar ahora, es dónde esconderla para que no la encuentren jamás.
Propuso el primero:
-Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo-, a lo que inmediatamente repuso otro:
-No, recuerda que les dimos fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso otro:
-Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, o mejor aún, en algún planeta lejano a la tierra-, y otro contestó:
-No, recuerda que les dimos inteligencia; alguna vez alguien va construir una máquina que les permita buscar en las profundidades, o una nave para explorar el espacio, y entonces la van a descubrir. Todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó en silencio cada una de ellas, y entonces rompió el silencio diciendo:
-Creo saber a donde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
-¿Dónde?
-La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo. Desde entonces ha sido así: El hombre se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que la trae consigo.

Lo cierto es que es difícil buscar dentro de uno. Hoy el mundo tiene mucho ruido, mucho ajetreo, fuera de uno pasan demasiadas cosas que no te permiten buscar adentro tuyo. Por eso este segundo cuento (b) creo que puede dar una pista.

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar.
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
-Oh, ése es mi árbol de problemas- contestó.
-Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es-, dijo sonriendo, -que cuando salgo en la mañana a recogerlos, nunca parecen tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

Pregunto: ¿autoayuda de la más barata, o filosofía de la más profunda? Depende de dos cosas. Una, obviamente, es que si está escrito en una pared o en una revista para adolescentes, en vez de ser dicho por alguien que se ganó un premio Nóbel, es probable que no le prestemos tanta atención. Pero la segunda, que es en realidad la más importante, es justamente esa atención que le prestamos o no, independientemente de dónde esté escrita, de dónde la escuchemos, o de quién nos las diga al pasar.

Tanto el mundo nos atosiga con fuentes de información que muchas veces nos preocupa más quién nos dice la cosas, que el contenido de lo que nos dicen. Tantos lugares hay para buscar afuera de nosotros, que nunca empezamos por lo más básico. Estos dos cuentos contienen verdades que discutían Sócrates y sus discípulos en las plazas de Atenas, y también se conversan con una ginebrita de por medio en un bar de cualquier esquina de Buenos Aires.

Que tal si buscamos algún árbol para colgar los problemas a la noche, a ver si con un poco menos de peso en las espaldas, o de preocupaciones en la cabeza, podemos buscar dentro nuestro a ver qué encontramos.



J. R. Lucks



Bibliografía

(a) Otra versión de este cuento puede encontrarse en:
http://www.webmujeractual.com/mensajes/esconditeperfecto.htm

(b) El cuento que se utilizó para esta columna puede hallarse en:
http://www.buscadichos.com/Pensar/pensar_arbol.htm





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jueves, noviembre 01, 2007

01-11-07. Les deseo lo suficiente

Ya pasaron las elecciones, ya festejaron, ya buscaron culpables, ya pasó. Y ahora viene la parte en serio. Esta es una carrera en la que es más importante lo que pasa después de la carrera que durante. En general, en las otras competencias, hay que preocuparse mucho por lo que pasa durante la carrera, y esto es lo que te hace ganar, después, a festejar y listo. En esta carrera en cambio, si bien pasa algo parecido porque si te equivocás durante la competencia perdés, lo más importante viene después, porque si te equivocás después de haber ganado, hacés perder a todo un país completo.

Así que más allá de quién haya ganado qué, porque uno se fija mucho en el que ganó a presidente pero lo cierto es que también hubo senadores, diputados, intendentes y concejales, un montón de gente se va a dedicar a gobernar de una forma u otra, y va a tener impacto sobre un montón de otra gente tanto si hace bien lo que tiene que hacer, como si hace mal.

Por lo tanto hoy traje algo que tiene que ver con los buenos augurios o deseos (a). La democracia es el gobierno en el que la mayoría decide quién gobierna, con lo cual el resultado siempre es el correcto. Siempre hay una mayoría que elige, y el resultado es el correcto porque la mayoría lo escogió. Así que seamos parte de la mayoría o de la minoría, tenemos que estar contentos y desearle a los que ganaron lo mejor. Este cuento tiene una forma interesante de augurar cosas buenas, y dice así:

“Estando en un aeropuerto escuché a un padre e hija en sus últimos momentos juntos. Se anunciaba la salida del vuelo de ella y junto a la puerta la escuché decir:

-Papi, nuestra vida juntos ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que siempre necesité. Te deseo lo suficiente, a ti también.

Se besaron de despedida y ella partió. Él caminó hacia la ventana donde yo estaba sentado. Ahí parado yo podía ver que quería y necesitaba llorar. Intente no ser un intruso en su privacidad, pero él me preguntó:

-¿Alguna vez dijo adiós sabiendo que será para siempre?
-Sí, lo he hecho. Perdone por preguntar, pero: ¿porqué es este un adiós para siempre? -Le pregunté.
-Soy viejo y ella vive muy lejos, tengo desafíos por delante, y la realidad es que probablemente no volvamos a vernos -dijo.
-Cuando decía adiós le escuche decir: ‘te deseo lo suficiente’. ¿Pudiera preguntarle que significa?
Empezó a sonreír. -Ese es un deseo que ha pasado de generación en generación. Mis padres lo decían a cualquiera.

Hizo una pausa por un momento, y volteando hacia arriba como tratando de recordar en detalle, sonrió una vez mas.

-Cuando nosotros decimos ‘te deseo lo suficiente’, estamos deseándole a la otra persona que tenga una vida llena de suficientes cosas buenas que los sostengan –continuó, y luego, volteando hacia mí, compartió conmigo lo siguiente como recitándolo de memoria:
-Te deseo el suficiente sol para mantener tu actitud brillante. Te deseo la suficiente lluvia para apreciar más el sol. Te deseo la suficiente felicidad para mantener tu espíritu vivo. Te deseo el suficiente dolor para que los pequeños placeres de la vida aparezcan más grandes. Te deseo la suficiente ganancia para satisfacer tus deseos. Te deseo la suficiente pérdida para apreciar todo lo que posees. Te deseo el suficiente amor para que nunca sepas lo que significa necesitarlo".

Siguiendo entonces en la línea de esta forma tan particular de desear buenas cosas, a todos los que ganaron en estas elecciones, y nos van a gobernar de una u otra forma, les deseo:

* La suficiente honradez como para que nos traten como les gustaría a ellos que los tratasen.
* La suficiente inteligencia como para tomar las decisiones correctas por el pueblo, y para el pueblo, que es desde ahora la única prioridad de su vida pública.
* La suficiente ecuanimidad como para no desviarse ni un milímetro, ni un segundo, de la senda que marca la ley y la justicia.
* La suficiente grandeza como para saber reconocer errores, saber disculparse, escuchar a los demás y corregir lo que deba ser corregido.
* La suficiente capacidad como para gobernar construyendo un país viable para todas las generaciones que vienen, y no sólo para la próxima elección.
* La suficiente sensibilidad como para saber priorizar los temas de gobierno, y construir los medios necesarios para que cada uno pueda conseguir para sí mismo y su familia, con su propio trabajo, lo suficiente.

Ojalá que esta gente que acaba ganar la carrera para algún puesto público, tenga lo suficiente de lo que hay que tener, sea hombre o mujer, como para hacer bien su trabajo.


J. R. Lucks



Bibliografía

(a) El cuento adaptado para este capítulo puede encontrarse, bajo el título: “Te deseo lo suficiente”, en la siguiente dirección web:
http://www.deaccioncatolica.com.ar/




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