lunes, enero 31, 2011

Y porqué no a partir de hoy (parte II)

… continúa de la columna anterior…

La primera estrofa de “A partir de mañana”, de Alberto Cortez, me puso a pensar en muchas cosas; por ejemplo me puso a tratar de ubicar ese punto de inflexión en el que, según la letra, se comienza a volver del viaje de ida.

Sin necesidad de haber encontrado respuesta a la pregunta inicial, también me puso a “decidir” qué era para mí esto de vivir la vida y de morir la muerte… Pero, como el propio Cortez nos “habla” de algunos de esos temas en el resto de la letra, me puse a leer más versos y también a pensarlos.

La segunda estrofa, por ejemplo, pareciera estar destinada a poner un poco de claridad en el asunto de la vuelta del viaje. Dice así:

“A partir de mañana empezaré a vivir una vida más sana,
es decir, que mañana empezaré a rodar por mejores caminos;
el tabaco mejor y también por qué no, las mejores manzanas,
la mejor diversión y en la mesa mejor, el mejor de los vinos”.


Interesante. El a partir de mañana se describe como: vivir una vida más sana y rodar por mejores caminos. La cuestión me cautivó, por la ironía tal vez, o porque me gusta ver las cosas de esa forma. Y nuevamente las preguntas para pensar:

¿Es vivir bien la segunda mitad de la vida vivirla más sanamente?, ¿o sea que vivir bien la primera es excederse o maltratarse? ¿Por qué en la segunda parte de la vida –cuando se muere la segunda parte de la muerte– se ha de andar por mejores caminos?, ¿será porque la primera hay que vivirla andando por malos? ¿Será morir la segunda parte de la muerte alejarla, posponerla?, y por lo tanto vivir una vida más sana servirá para no atraer a la parca más de lo necesario… más de lo que se la haya seducido tal vez muriendo la primera parte de la muerte, cuando se vivía la primera mitad de la vida.

No es mi intención “criticar” la letra, al contrario, pensarla abiertamente; por eso cuestiono: ¿somos así como sugiero en las preguntas?, ¿vivimos sin cuidado y nos cuidamos para morirnos?

¿Es realmente vivir una vida más sana el mejor tabaco y los mejores vinos?, ¿diremos que son mejores cuando sean mejores para la salud, o mejores porque nos “pegan” más fuerte? ¿Son las mejores manzanas las mejores tentaciones?, y de ser así ¿son mejores las tentaciones que más tientan, o las que con menos esfuerzo se satisfacen?, ¿las que hacen más daño, las más caras, las más complejas o rebuscadas… o las más simples y básicas como la risa franca, el amor espontáneo y cosas por el estilo?

Maravillosa estrofa para reflexionar, para abrir la cabeza, para opinar y opinarse, para decidir cómo se quiere vivir y morir.

No pareciera tener nada que ver con mi planteo de dejar un poco de mirarse y vivirse a uno mismo, para empezar a vivir con otros; dedicando partes de nuestra vida a ellos, y dejándonos influir, modificar; muriendo tal vez un poco a nosotros para dejarnos “vivir” (en el buen sentido) por los otros, y obviamente viceversa.

¿Es así?, ¿no tiene nada que ver?, ¿o sí?... Juntando ideas: ¿es la mejor diversión y la mesa mejor la individual, o la compartida?; y si fuese la compartida, entonces, los mejores tabacos, vinos, manzanas y tentaciones, ¿no serán en vez de los más caros o los más fuertes los que se con-viven, los que se com-parten?

¿Será la primera mitad la vida la de conseguir y la segunda la de compartir lo conseguido? ¿Se podrán vivir las dos juntas?, o será la simultaneidad algo impracticable; y no porque dependa de un reloj o calendario, sino porque no se deja una parte y se comienza la otra hasta que cierto nivel de “madurez” permite tomar una decisión al respecto.

…continuará…

martes, enero 18, 2011

Y porqué no a partir de hoy (parte I)

Escuché nuevamente hace poco esa canción de Alberto Cortez que se llama: “A partir de mañana”; pero esta vez –supongo que simplemente porque era el momento correcto– me puse a pensar la letra en vez de sólo oírla. La canción comienza diciendo:

“A partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida;
a partir de mañana empezaré a morir la mitad de mi muerte;
a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida;
…”


De inmediato vino a mi mente la primera cuestión a pensar: ¿dónde estoy yo?
Cronológicamente hablando, espero estar muriendo la mitad de mi muerte; porque con la edad que tengo, por mucho que la ciencia avance, vivir otro tanto sería probablemente pedirle mucho a mi anatomía.

Pero en realidad, aparte de donde estoy ahora me questioné: ¿cómo sabe uno realmente dónde está ese punto en el que hay que dejar de ir, y por lo tanto hay que empezar a volver?

Y de repente se produjo en mi cabeza una catarata de preguntas. Por ejemplo: ¿cambia la cosa de dirección así de un día para otro? ¿No hay descanso?, ¿apenas se deja de vivir la vida se tiene que empezar a morir la muerte?, o son en realidad cosas que pasan en simultáneo. ¿No se puede uno quedar descansando un tiempo luego de la subida y antes de empezar la bajada?

Y desde otro ángulo, ¿qué es vivir la vida?: ¿dedicarse a los placeres?, ¿dedicarse a uno mismo porque la vida es corta?, ¿a disfrutar –sin pensar demasiado en haber sembrado para poder luego recoger esos frutos?... O eso es morir la muerte. ¿Es vivir la vida construir o consumir?...

Y claro, ¿qué es morir la muerte?: ¿esquivarla?, ¿prepararse?, ¿hacer todo lo que no se hacía mientras se vivía la vida? ¿Es malo empezar a morir la muerte o es en realidad liberador, superador? ¿Podría ser morir la muerte dejar de mezquinarle a los demás el propio tiempo y la propia vida, porque como es corta hay que vivirla y nada más?...

Muchísimas preguntas siguieron formulándose casi solas, todas sin respuesta, todas para pensar… maravilloso… vivificante, aunque en realidad mi persona haya comenzado a volver de su viaje de ida.

En inglés hay una expresión para los que –supuestamente– como yo ya estamos pasados de la “mitad” teórica. En ese idioma se dice: “to be over the hill”, lo que significa estar sobre la colina, pero habiendo pasado la cima de la misma, o sea ir de bajada y ya no de subida. Pareciese que en esas culturas también se reconoce un punto de inflexión en el que las cosas cambian de dirección.

Tienen además, por otro lado, una expresión para los que han muerto, dicen: “to be under the hill”, o sea estar bajo la colina, en realidad bajo el montículo de tierra que se forma al enterrar a la persona.

Por eso es que hay un refrán, normalmente dicho por los que tienen “esas” ciertas edades cumplidas, que asegura:

Better to be over the hill, than under it”.

Lo que significa: mejor estar sobre la colina –tener una edad algo avanzada–, que debajo de ella –estar muerto y enterrado.

¿Será así para cualquier edad?, ¿para cualquier estado de salud?, o será así sólo para los que están aún viviendo la vida sin importarles la edad, para los que entienden –o incluso definen para sí– morir la muerte como algo natural y tal vez hasta positivo (y no me refiero a depresivos o suicidas).

Mucho para dar vueltas sobre estos temas, al menos en mi cabeza… y tal vez esa sea la indicación de que se pasó el límite, el empezar a pensar en el asunto.

Más allá de lo que nos sugiera la letra de la canción –que voy a seguir “destripando”–, para mí vivir la vida es hacer. Morir la muerte no estoy seguro, pero si le quisiera dar un buen sentido –y quiero porque eso me da tanta vitalidad como cuando era adolescente–, sería haber terminado de entender que lo que se hace debe ser también para otros y no sólo para uno. Sería entender que morirse un poco a uno mismo, en pos de vivir algo para los demás, retorna en vida de los otros hacia uno, y hace las cosas mejores para todos.

Si esto es así me parece que el dilema no es entre vivir la vida o morir la muerte; el problema es morirse estando en la etapa incorrecta, y como en realidad uno no sabe cuando la parca ha de tocar a la puerta, construyendo y consumiendo a la vez, vivir la vida y morir la muerte deberían hacerse en simultáneo.

Es demasiado arriesgado pensar que como por ahora uno es joven mejor dedicarse a sí mismo y a la propia vida, que para los demás habrá tiempo. Pero también suena demasiado deprimente pensar que como ya no tiene sentido hacer cosas para uno, mejor pensar sólo en los demás. Tal vez el secreto esté en el equilibrio (¡ja!), y de ser así entonces no haya punto de inflexión.

Para pensar, a partir de mañana o mejor a partir de hoy… cada uno con su vida y con su muerte… tal vez escuchando a Cortez.


… continuará…