Hoy les quiero hablar de la primavera, ya que empieza mañana. Y para comenzar les voy a contar como se explica la primavera desde una leyenda (a) griega.
Cuenta Homero, no Simpson sino el poeta griego a quién se asignan las famosas Ilíada y Odisea, que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa, y las flores nunca se marchitaban. No existía el invierno, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Démeter, diosa griega de la agricultura. Ella mantenía la tierra verde y joven, el ciclo vivificador de la vida y de la muerte, y también era la protectora del matrimonio y de la ley sagrada. Démeter tenía una hija llamada Perséfone, una hermosa joven adorada por su madre, que solía retozar en campos repletos de flores. Cuentan los mitos que un desafortunado día pasó por allí el temible Hades. El dios quedó encandilado de la belleza y la dulzura de Perséfone, y la raptó para llevarla consigo a su reino. Démeter, al no encontrar a su hija, sale a buscarla por todas partes y descuida los pastos y las cosechas. La tierra queda así desolada y sin ningún fruto, ya que privada de su mano fecunda se seca, y las plantas mueren. Cuando por fin descubre a su hija con Hades, irritada por la ofensa, Démeter decidió dirigirse a Zeus, que vendría a ser algo así como el secretario general del sindicato de dioses, para exigirle que arreglase la devolución de su niña. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir, sin embargo no pudo devolverle la hija a su madre, porque Hades le había hecho comer un fruto que le impedía irse de su mundo. A pesar de esto negociaron un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre. Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende con Hades, las plantas se secan como en el otoño e invierno. En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Démeter, su madre.
¿Que tal eh?, toda una historia de intrigas. Estos griegos podían haber escrito novelas para los brasileños o para los mejicanos. No se las cuento entera porque es muy larga, pero no se sabe bien si Démeter era hermana de Zeus o una de sus amantes, o las dos cosas. Con lo cual Perséfone pudo haber sido hija de Zeus, todo un lío de familia. En fin la cuestión es que casi todo tiene explicación en una leyenda griega, o será que los griegos no tenían nada mejor que hacer e inventaban leyendas para todo. Sería interesante saber si tendrán alguna leyenda que explique como un pueblo, que se equivoca constantemente al elegir a sus gobernantes, termina hundiéndose en el océano. Aunque tal vez esa sea la leyenda de la Atlántida, que casualmente empieza con A. En fin. Pero el asunto es la primavera. Y esta leyenda, como muchas otras historias y cuentos, exalta los valores de la primavera y los del verano por sobre las otras estaciones, a las que trata como períodos tristes o de falta de vida. Así que como yo soy amigo del invierno, les quise traer un cuento (b) que les devuelve al otoño y al invierno algo de utilidad y dignidad, para no despreciarlos tanto. Dice así:
Había una vez un hombre que tenia cuatro hijos. Él buscaba que los muchachos aprendieran a no juzgar las cosas apresuradamente; entonces envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo mas joven en otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, los reunió y les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, pelado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, él dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce, y que se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El ultimo de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, él dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no debían juzgar a un árbol, o a una persona, sólo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida, puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado. Si se dan por vencidos en invierno, habrán perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.
Me pareció interesante. Todos los momentos son buenos, no sólo porque el invierno frío nos permite por comparación disfrutar de la primavera, sino porque en realidad no es un período muerto sino de descanso. Es un período en el que la naturaleza toma fuerzas para poder volver a su ciclo. Como dice el refrán: “el momento más oscuro de la noche es el instante previo a la salida del sol”, o también el otro que sugiere que “la oscuridad no hace más que exaltar la belleza de la luz cuando esta aparece”. Cada estación tiene lo suyo, y todas necesitan de las otras para ser lo que son. La primavera es linda porque sigue al invierno. Si siempre fuese primavera nunca habría frutos de verano, y si no hubiese invierno, no habría descanso para el florecer de primavera.
Así que a disfrutar de la primavera que empieza, y a agradecerle al invierno el haber permitido que la primavera sea tan agradable, gracias a las fuerzas que se acumularon durante su tiempo.
J. R. Lucks
Bibliografía
(a) Más datos sobre los personajes de esta leyenda, y la versión original desde donde se adaptó este cuento puede hallarse en: http://www.masqueagua.es/magazine/portada1.html
(b) Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:
http://www.elfrasero.com.ar/escritos/leccion-de-vida
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