Había una vez un país des-desarrollado. O sea, un país que alguna vez había sido desarrollado, y muchos años de desgobierno habían logrado des-desarrollarlo. En el des-honorable edificio del congreso de ese país, se encuentra un día, en la puerta del mismo, una canastilla con un hermoso bebé. Inmediatamente se produce un gran revuelo. Todos los medios salen a cubrir la noticia. Sin perder ni un minuto se emite un comunicado, por parte del presidente del cuerpo legislativo, que reza:
“Acusamos recibo de un recién nacido de origen desconocido. Diputados y Senadores, formen una comisión mixta para investigar, y determinar: 1) Si el encontrado es producto de este Congreso.
2) Si algún legislador se encuentra involucrado”.
Con una velocidad prácticamente nunca vista se forma la comisión, y se pone a trabajar en el asunto. A las pocas horas, algo realmente sorprendente en comparación con la historia de deliberaciones del legislativo en cuestión, se eleva un informe que asegura lo siguiente:
-Honorable Presidente del Congreso, autoridades varias, amigos y familiares por nosotros contratados, queridos periodistas, y pueblo de la Nación. Luego de exhaustivas investigaciones queremos dejar en claro los siguientes:
El bebé encontrado no puede ser producto de este cuerpo de gobierno, y definitivamente no hay legisladores involucrados. Exponemos a continuación las razones por las cuales afirmamos, sin duda, lo antedicho:
a) En este congreso nada se hace con placer, ni con amor.
b) Jamás dos legisladores han colaborado tan íntimamente entre sí.
c) Aquí jamás fue hecho, ni lo será, nada que tenga ni pies ni cabeza.
d) Nada que se produzca aquí, excepto los descargos de responsabilidad, termina listo en nueve meses.
Sin otro particular, y entrando en ferias debido al estrés producido por esta conmoción, saludan muy atentamente. Los legisladores.
Me pareció interesante lo que se plantea aquí. Fíjense que se habla de algo con pies y cabeza, que se termina en nueve meses, para lo cual más de uno tiene que colaborar, y que debe ser hecho con amor y placer. ¿No suena algo deseable?
Hacer algo con amor y placer suena bien de por sí, no se necesita justificar demasiado. El asunto de colaborar con otro, o con otros, tampoco parece una carga pública. Después de todo el ser humano es un ser social. Casi nada lo hace en soledad, o al menos casi nada uno elige hacerlo solo. El poder compartir una actividad, que produce placer o amor, seguramente parece ser algo deseable.
Las otras dos características son un poco más complicadas pero tampoco inauditas o impracticables. Hacer algo con pies y cabeza, o sea hacer algo lógico. Esto debería ser más fácil que hacer algo ilógico. Lo ilógico hay que inventarlo, hay que esforzarse para hacerlo, lo lógico es lo más común, ¿o no? Se puede discutir en términos de que la lógica es un poco relativa, o subjetiva, y por lo tanto no hay una “única” lógica. Pero al menos lo lógico para lo cual uno fue elegido, en el caso de los miembros de este congreso, o sea para defender y ayudar al pueblo que los votó, no debería ser un misterio. El tema de terminar algo a tiempo tampoco parece un pedido incoherente. Todos queremos que los demás nos cumplan, nos entreguen a tiempo lo que nos prometieron. ¿Por qué no poder cumplirles a los demás como queremos que nos cumplan a nosotros?
Pienso en estas cosas y leo el diario, el de ese país imaginario, y algo no encaja. Si algo tan complejo como un ser humano puede hacerse colaborando con amor y placer, en un plazo determinado y sale lógico, ¿tan difíciles son las otras cosas que hacemos en la vida? ¿Aplica sólo a los legisladores de este loco país lo que acabamos de leer?, ¿o tendría sentido mirar dentro de cada uno de nosotros para ver si actuamos con estas cuatro simples reglas o no?
A veces nos complicamos tanto la vida, o nos dejamos complicar por otros, o por lo menos no caemos en cuenta de cuanto nos la complican, que creo que olvidamos cosas simples y casi triviales como la que plantea este cuento. Tal vez esté exagerando, y sea sólo yo el que no consigue aplicar estar cuatro reglas a todo lo que hago. Tal vez no sea posible que todo caiga en esta lógica de cuatro requisitos, pero: ¿será posible que, al menos, algunas las encuadremos en esto?, ¿será posible discernir si alguna de las que no cumplen estas reglas son realmente imprescindibles para nuestra vida, o las podemos dejar de hacer? Muchas preguntas tal vez, pero esa es la idea, preguntarse, tratar de contestarse, ver si se puede sacar alguna conclusión y darle para adelante.
En fin. Ojalá que si no todo, al menos algo, lo podamos hacer con amor y placer, en colaboración con alguien, y lo que produzcamos sea lógico y a tiempo. Debería ser una experiencia tan agradable como la de cargar a un hijo recién nacido.
J. R. Lucks
Bibliografía:
(a) Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección web:
http://www.fvamanagement.es/html/humor.htm
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