domingo, marzo 07, 2010

Aprender a compartir

Hay un tema de Charly García, “Aprendizaje”, que siempre me hizo pensar en la trascendencia.

En esa poseía el personaje cuenta un poco su vida –algunos de los rechazos que sufrió algunas enseñanzas que no le resultaron aparentemente muy prácticas–, y manifiesta su deseo de aprender y de crecer. Las primeras tres estrofas dicen:

Aprendí a ser formal y cortez
cortándome el pelo una vez por mes,
y si me aplazó la formalidad
es que nunca me gusto la sociedad.

Viento del sur, oh lluvia de abril
quiero saber donde debo ir,
no quiero estar sin poder crecer
aprendiendo las lecciones para ser

Y tuve muchos maestros de que aprender,
solo conocían su ciencia y el deber.
Nadie se atrevió a decir una verdad,
siempre el miedo fue tonto.

Podría decirse que se trata de un joven que va por la vida con “ganas”, y que a media que avanza va experimentando diversas situaciones. Tal vez no debería llamar demasiado la atención que todo el asunto, hasta aquí, fuese sobre él. Es sobre su corte de pelo, sobre su gusto o no por la sociedad, sobre el rechazo que él sufre. Es sobre sus ganas de crecer y aprender a ser, y sus dudas hacia donde ir. Es sobre sus maestros, lo que le enseñaron a él, y lo que a él le pareció hipócrita. Es sobre lo que él piensa del miedo.

Las primeras tres estrofas lo dejan a uno –a mí al menos– con un gusto amargo en la boca. Parece que no le va bien al personaje del poema, que en realidad somos todos. Pero justo allí, donde pareciera que la situación se pone negra, aparece la cuarta estrofa, que canta:

“Y el tiempo traerá alguna mujer,
una casa pobre, años de aprender
como compartir un tiempo de paz,
nuestro hijo traerá todo lo demás,
el traerá nuevas respuestas para dar”.

Luz al fin. Yo le leo un cambio de foco que me gusta y entusiasma. Aparecen otros, ya no es sólo sobre él.

Aparece la palabra compartir como objetivo del aprender. Hasta ese momento, en donde el cantor parecía no llegar a ningún lado, era aprender a ser. Ahora, en donde si bien el tono pareciera tener un dejo de resignación, se abre un nuevo panorama, es aprender a compartir, a “partir” lo que sea, la vida, el tiempo, el ser, “con” otro.

Hasta que no sale de sí mismo y piensa en pareja y eventual descendencia, nada tiene sentido: hipocresía, temor, formalidad y cortesía que no satisfacen, rechazo, aprendizajes inútiles. Cuando sale de sí, trasciende.

Trascender viene del latín, y se forma con dos palabras: scandere, que quiere decir subir, escalar; y lo que le termina de dar el sentido, el prefijo tra, que equivale a decir otra parte, allende, o más allá. ¿Mas allá de qué?, bueno, pues mas allá de uno. “Subir” más allá de sí para encontrarse con el otro, con los otros. Es una palabra que implica cambio y también implica lo externo en cuanto al impacto, lo exógeno, lo que está más allá o en otro, hacia otro.

Tal vez la mezcla de tono, de alegría y esperanza con resignación que le escucho yo a la cuarta estrofa, no sea más que experiencia personal compartida con el personaje del poema. Buscamos respuestas en y para nosotros y todo nos dice que no, que miremos al otro. Pero nos resistimos, al menos por un tiempo. Por eso cuando finalmente aprendemos, cuando “cedemos” al otro que también cede a nosotros, hay cierta resignación que nos trae paz, porque es allí donde encontremos sentido y alegría.

No sé si siempre fue igual, como ahora, y el individualismo reinó con tanta fuerza sobre el planeta. Uno siempre tiende a creer que vive en la peor o la mejor de las épocas, y que por eso lo que le pasa es lo peor o lo mejor de la historia. El asunto es que no pareciéramos estar en una era de compartires muy exacerbados.

Tal vez haya que hacerle un poco de caso a Charly, al menos en esto. Pareja, pero no para usarla y después tirarla para conseguir otra. Pareja para compartir, para salir de uno en el otro y trascender, ser más.

Un sueño de hijos tal vez. No hace falta ser madre o padre antes de estar listo, pero tener la idea al menos. La de saber que va a haber que educar a otro, y que esa va a ser la oportunidad de hacer las cosas “bien”, sin los temores, los rechazos y las hipocresías de las que nos quejamos.

¿Mucho pedir? ¿Demasiado utópico? Tal vez… pero solo tal vez, y eso es lo que deja lugar a una cuarta estrofa.


J. R. Lucks



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