domingo, enero 31, 2010

Mentiras en sociedad

Hay un tema musical que interpretaba en su momento Sui Generis, cuya letra es la siguiente poesía de Charly García:

“Él era un fabricante de mentiras,
él tenía las historias de cartón.
Su vida era una fábula de lata
sus ojos eran luces de neón.
Y nunca tengas fe que sus mentiras puedan traer dolor.

Ella era una típica inocente
zapatos negros, medias de algodón
que sólo era feliz en el colegio,
que nunca tuvo en su piel amor.
Inútil es decir que lo que le dijeron lo creyó.

Querrán saber el fin de nuestra historia,
algunos lo podrán imaginar,
la niña que sin pena y sin gloria
perdió sus medias y su castidad.

Preciso es condenar al que se burla de nuestra moral.
Pero hay algo que no se puede explicar:
por qué la niña ríe en vez de llorar?”

La primera reflexión que me trajo esta letra, al rescatarla de algún recóndito lugar en mi memoria lejana, es que comparada con mucho de lo que se escribe ahora esto parece más música de iglesia que de rock. Claro que tiene casi treinta años, ¿será por eso? Ni Charly ni ninguno de los otros involucrados con Sui Generis eran ni son santos, pero que alegría escuchar o leer: “preciso es condenar al que se burla de nuestra moral”. En fin.

La segunda cosa que me vino a la mente es la similitud de esta historia con la del Don Juan, que escrito obviamente desde una óptica (¿machista?) en la cuál el varón es “más pícaro” que la mujer, logra engañarla… ¿? Lo cierto es que más de una vez son ellas las que terminan riendo. ¿Cómo hubiese sido este Don Juan si sus autores no hubiesen subestimado tanto a las damas? A ellas no les hace falta escribirse en un personaje “ganando” pulseadas de este tipo, saben que ganan.

Pero yendo al tema principal, el de la sociedad del mentiroso con el mentido, lo que me recordó este poema fue una frase que se le escucha a un personaje de historieta llamado Homero Simpson. La frase, que él le dice a su esposa Marge, asegura lo siguiente:

“Marge, se necesitan dos para una mentira, uno que la diga y el otro que la escuche”

Cuantas veces pasa esto ¿no? El mentiroso sólo logra su propósito porque el que escucha está escuchando lo que quiere escuchar.

No me cabe duda de que el mentiroso es una mala persona, o que al menos está obrando mal al mentir. Pero: estará siempre siendo engañado el que escucha. Pareciera que la niña de la canción de Charly no tanto. ¿O reirá para no llorar?

Que tal nosotros que también perdemos nuestras medias y un montón de cosas más cada vez que, elecciones mediante, nos vuelven a mentir. ¿Será que somos muy crédulos?, o será que somos idiotas, o que necesitamos que nos mientan, (algunos, en general pocos, también se ríen después de esas mentiras). Le damos la razón a Homero una y otra vez, al menos en mi país cada cuatro años para presidente, y cada dos para parte de las Cámaras del Congreso.

Bueno, es que no siempre sabemos que nos mienten. Por eso, para no quedarnos con la alcoholizada filosofía de Homero (Simpson), mejor prestemos atención a lo que nos decía Anaxágoras (1) ya hace como 2.500 años:

“La primera vez que me engañes la culpa será tuya; la segunda vez, la culpa será mía”.

¿A qué fabricante de mentiras con historias de cartón le hablaría el filósofo? ¿Habrá perdido él también las medias y la castidad?, o le habrán hecho perder la jubilación, le habrán subido los impuestos más allá de lo prometido, le habrán congelado los depósitos bancarios, etcétera, etcétera.

Cualquiera de los tres tiene algo para ser escuchado y atendido. O condenamos al que se burla de nuestra moral, o no le ponemos oído a la mentira de los mentirosos, o anotamos a los que nos mienten para que la segunda vez no sea culpa nuestra.

En todos los casos podemos dejar de ser víctimas. ¿Qué tal si prestamos atención? Me cansé de ser socio (pasivo, escuchante) del que miente en sociedad. ¿Y usted?



Referencias:

(1) Anaxágoras: Filósofo, geómetra y astrónomo griego. Perteneció a la denominada escuela jónica, y abrió la primera escuela de filosofía en Atenas.



J. R. Lucks





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