domingo, diciembre 27, 2009

Año nuevo…

Más allá del momento en que usted lea usted este comentario (ya que la magia de la letra escrita –impresa o electrónica– hace que pueda ser encontrada en cualquier momento), yo lo estoy escribiendo muy cerca del fin de un año.

Siendo el objetivo de estas columnas buscar en refranes ideas para reflexionar, qué mejor ejemplar para la época en la que escribo que:

“Año nuevo: vida nueva”

Siempre me resultó interesante esta “fantasía”, basada en que el “cambio” de año tiene “poder” para cambiar nuestra vida; particularmente si se está atravesando un mal momento, pues de estar pasándola bien seguramente querríamos que fuese: año nuevo, vida seguí como vas que vas bien.

El año deja de ser uno y empieza a ser el siguiente un día como cualquier otro; sólo que a ese día, el que inventó el calendario –alguien tan humano como usted o yo– lo puso en un lugar especial.

El día de año nuevo es aquel en el cual el Sol (más o menos) “vuelve” a estar en un determinado lugar del cielo (según nuestra visión, ya que en realidad el Sol no se mueve) porque la Tierra terminó de darle la vuelta, pero nada más. O sea, el día de año nuevo es como cualquier otra jornada, porque esto que acabo de describir pasa todos los días; la diferencia es que los lugares en donde el sol “vuelve” a estar son diferentes.

Cada día puede ser fin de año, si así lo queremos. De hecho cada día es fin de un año que empezó 365 días antes (para los que seguimos el calendario Gregoriano) sin importar que día de que mes sea. Cada día puede ser inicio de una nueva vida, si hacemos algo para que así sea. Sin embargo, el 31 de diciembre –para algunos de los miles de millones de habitantes de este planeta, no para todos– tiene una magia especial, motiva, le da a uno fuerzas “diferentes” para tomar impulso.

Se puede cambiar de vida el 28 de septiembre, o el 16 de marzo, pero esos días, excepto para los que nacieron en ellos, no son sino “otros” días en el calendario. El 31 de diciembre produce algo especial, y vale la pena aprovecharlo. Nuestra vida sólo va a cambiar si hacemos algo para que cambie, pero tomar impulso cuando las condiciones son mejores (aunque estas no sean más que imaginarias) es algo muy recomendable.

Hay un autor, llamado Ernie Zelinski, que en sus varios libros escribe sobre las actitudes que permiten pensar en una nueva vida. Esta primera cita (1), de uno de sus trabajos más conocidos, me parece apropiada para pensarla en un cambio de año:

“La vida es un juego. Las personas felices son los jugadores. Los que no lo están son normalmente los espectadores. ¿Cuál quiere usted ser?”

Nos pasa eso a veces ¿cierto?, nos quejamos desde la tribuna sin bajar al campo de juego. Vemos la vida como espectadores de una obra en la que hacemos a los demás protagonistas, nos quejamos de lo que hacen –o “nos” hacen– pero no bajamos nunca a poner nuestra transpiración y nuestras calorías en el lugar correcto.

Sería interesante tomar coraje y, para esta vida nueva que con la que deseamos iniciar el año, hacer algo diferente, actuar o “jugar” en vez de tanto mirar.
En otra de sus obras (2) , el mismo autor, escribe esto que también me pareció muy digno de ser tenido en cuenta, él dice:

“El éxito repentino sólo ocurre en los cuentos de hadas, en las novelas basura y en las películas malas”.

La perseverancia es otra cosa a tener en cuenta si uno quiere cambiar la vida, sobre todo en estos tiempos que vivimos en que todo es tan fugaz.

De tanto ver boxeadores o deportistas de película que se entrenan en cinco minutos, o cosas por el estilo, me parece que muchos nos desanimamos por no poder lograr lo que deseamos en un santiamén.

El esfuerzo sostenido, el trabajo constante, la capacidad de mantener relaciones o trabajos en el tiempo, no son cosas que estén de moda en la actualidad, pero el mundo llegó hasta acá básicamente por eso, ¿no? ¿No valdría la pena repensar un poco las cosas? ¿No será que muchas veces no logramos lo que nos proponemos porque no intentamos lo suficiente? ¿No será que muchos fracasos son lo que son por no esperar a que las cosas maduren, o se calmen, o se estabilicen? ¿No será que nuestra vida no cambia porque no nos damos el tiempo de cambiarla?

La educación, la clave y la llave de un mundo mejor, requiere de tiempo, paciencia, compromiso. No sigamos destruyendo nuestro futuro y el de nuestros hijos por no ocuparnos lo suficiente. Nuestra vida probablemente no sea un cuento de hadas, que tal si no la transformamos en una novela basura o en una película mala por no darle atención a lo más importante que podemos dejarle a los niños.

Una última frase de este autor, de otro de sus escritos (3) , nos incita a pensar y pensarnos de vuelta diciéndonos:

“Imagine que está en control de su vida. Ahora, la pregunta es: ¿Por qué tiene que imaginarlo?”

Una respuesta posible es porque se prefiere imaginar en vez de asumir la responsabilidad. El resultado de esta postura es seguramente catastrófico. Nadie niega que pasen cosas incontrolables en nuestra vida. Lo que también es cierto es que el qué hacemos con ellas es prerrogativa nuestra.

Año nuevo vida nueva, pero no mágicamente. Año nuevo vida nueva tomando control de la misma, bajando de la tribuna para ser protagonista, con la certeza de que los esfuerzos que hagamos, eventualmente –con esmero y paciencia–, darán resultados.

Si está leyendo esto a fin de año, bien; buen momento para pensar y decidir hacer algo, porque la deseada vida nueva no va a aparecer mágicamente saliendo de la botella con la que vaya a brindar.

Si no, si está leyendo esto el 3 de junio, o el 25 de octubre, o en cualquier otro día del año, no se preocupe, para alguna religión o secta, en algún calendario de la antigüedad olvidado pero no por eso inválido, para alguna otra raza que mora en alguno de los cientos de millones de mundos posibles, hoy, justamente hoy, es año nuevo, así que aproveche y “hágase” una vida nueva si realmente lo desea.



J. R. Lucks



Referencias

(1) El éxito de los perezosos. Ernie Zelinski. Ediciones B, 2003.

(2) 101 Cosas que ya sabes, pero siempre olvidas. Ernie Zelinski. Planeta, 2007.

(3) El arte de mejorar nuestra calidad de vida. Ernie Zelinski. Amat Editorial, 2003.




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