“Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
Siempre me pareció ésta una idea poderosísima. Más que una idea, en realidad, una cantidad de ideas empaquetadas en una frase tan compacta y armoniosa, que podría incluso ser slogan de una marca de zapatillas, de alguna bebida espirituosa, o de alguna empresa de telefonía móvil.
Permítaseme practicarle una disección.
La segunda parte siempre me incomodó: “…lo que hicieron de él”, o ella. O sea: nos hacen. Estamos “hechos” por otros. Es en gran medida cierto: nos educan; nos condicionan; nos enseñan; nos exponen a ciertas cosas y a otras no, y a partir de allí somos de una manera y no de otra.
Sé que es así, pero se produce en mí una rebelión; no me gusta, me parece demasiado pasivo. Aunque creo, por desgracia, que es innegable que pueda considerarse a demasiados de nosotros como no mucho más que receptáculos en los que padres, maestros, amigos, cultura, televisión, diarios, etcétera, vacían sus “contenidos”; algunos de ellos haciéndolo con amor, otros como si llenaran un pozo ciego (negro, séptico).
“Dime con quien andas y te diré quien eres”.
Por algo este refrán es refrán. “Eres” con quién andas. Aquellos con los que andas te hacer “ser” lo que eres. Me parece un poco exagerado, aunque con mucho de verdad.
Pero, en mi opinión, no para todos es tan así como le leo a Sarte. Es cierto que las influencias externas son fundamentales en la formación, pero algunas de las mías las elegí yo. No estoy “condenado” a ser pasivo (si algún psicoanalista está leyendo esto seguro saca conclusiones interesantes). A mí Nietzsche no me vino a buscar, tampoco Sarte mismo, o Lao Tse y así cientos más. No me los enseñaron en mi casa o en la escuela, simplemente me los fui encontrando o buscando, los fui incorporando, completos o no, creyéndoles todo, parte o nada.
Algo de lo que soy no es lo que hicieron de mí, sino lo que yo hice de mí. No me resigno a ser sólo lo que hago con lo que alguien más hizo de mí. No sólo eso, pretendo ser más que lo que logro hacer, con lo que hicieron e hice de mí. Quiero tener el poder de saber que si hay algo que aún no puedo hacer, no estoy atrapado, sino que me puedo hacer a mí mismo capaz haciéndome más de lo que soy. No quiero límites a lo que soy, ni tampoco autorías totalmente ajenas.
Defendiendo la frase Sartreana me diría: te hacés más porque alguien hizo de vos una persona con intereses y voluntad de crecer. Puede ser. Pero la misma genética no deja hermanos idénticos, ni siquiera la misma crianza o educación. Puede ser que seamos meras consecuencias de algo externo a nosotros, pero no me lo creo. Prefiero no creérmelo. Prefiero creer que mi voluntad de ser me hace ser más de lo que hicieron de otros de mí.
Siguiendo con la disección, la primera parte de la frase del amigo Jean no es menos “polémica”: “Soy lo que hago…”. Reduciéndola podría decir: hago casas, soy albañil; hago asientos contables, soy contador. No me convence, soy más de lo que hago. Hago lo que puedo, lo que me sale, pero soy más que eso. Lo que hago es historia, está hecho; sin embargo parte de lo que soy es potencial, proyectos, ilusiones, ideales, es futuro, es capacidad por desarrollar, es algo que todavía no hice.
Sé que es injusto de mi parte “pelearme” con Sarte sin dejarlo defenderse. Está claro que coincido en que hacer es importante. La intención se manifiesta verdaderamente sólo en la acción. Para muchas filosofías no “existe” lo que no se percibe, lo que no tiene una manifestación sensible; para ellas, podría exagerarse: si no hago no soy. No estoy de acuerdo en un ciento por ciento, pero entiendo el sentido básico de esta idea y me parece razonable.
Un refrán interesante en este orden de ideas nos enumera:
“Hay tres clase de hombres: los que hacen, los que ven hacer, y los que se preguntan porqué les han hecho lo que les hicieron”.
Evidentemente quiero ser de los primeros. Ser espectador no fue nunca mi rol preferido, y el de víctima siempre me pareció patético. Pero el hacer es sólo una parte del ser. Hacer es muchas veces equivocarse, y no se es un error. Defendiendo, nuevamente, la literalidad de la frase de Sarte me diría a mí mismo: “es que si te equivocas no es que seas un error, es que tu error demuestra que no eres perfecto, demuestra que eres humano”. Si claro.
Como se habrá dado cuenta el lector estoy pensando en el papel en el que escribo. No tengo conclusiones, sólo pensamientos… después de todo esto no es más que una invitación a pensar; esto no es ni pretende ser una clase magistral.
Lo que sí me gusta de la frase, definitivamente, es que pone la responsabilidad en uno, en lo que uno hace con lo que es (sea que otros nos hayan hecho o que hayamos participado de la obra). Hablando en refranes se podría decir:
“A lo hecho, pecho”.
Creo ser más que lo que hago, creo ser más que lo que los demás hacen de mí, creo que Sarte sintetizó muy bien un montón de ideas en esta frase (aunque no esté de acuerdo con varias de las cosas que piensa y enseña), y estoy seguro de que me gustaría muchísimo poder tomarme (haber podido tomarme) un café con él y discutir sobre estos asuntos.
Es lamentable pensar que haya humanos que no hacen nada. Otros que no participen de la obra de hacerse a sí mismos, o que se dejan hacer por publicidades o modas. Cualquiera de los dos tipos, de los que lamentablemente creo hay cada día más, responden tal vez a este otro refrán:
“Hay muchos tontos que nacen, pero son más los que se hacen”.
No leo el “hacen” como sinónimo de fingir, sino de fabricarse a sí mismos. Se hacen tontos no haciendo nada, o se dejan hacer tontos por alguien que solamente los hace vivir para comprar la última oferta, o seguir la última tendencia de la fugaz moda.
Puede estar o no de acuerdo conmigo, pero si “aguantó” este comentario hasta aquí, con seguridad, es porque usted es lo suficientemente humano como para no dejarse hacer solamente por otros, o para nada más sentarse a ver qué es lo que hacen los demás. Salud por eso.
Espero realmente que la “rebeldía” que muestran las nuevas generaciones, mucho más autodeterminadas de lo que fuimos yo y la mía, los lleve a hacer y hacerse por sí.
En el “pasado” nos dejábamos influir más por la autoridad, por los modelos sociales, por las grandes o pequeñas religiones, y es así que en gran parte nos hicieron lo que somos. Los jóvenes de hoy se rebelan a todo eso. Espero realmente que los que quieran hacerlos ahora, en pantallas gigantes y a todo color, no logren atraparlos para siempre.
Si aplican su rebeldía (que ¿quién les hizo?, le preguntaría yo a Sarte entre café y café) a ser lo que quieren, muy probablemente su futuro sea mejor que nuestro presente. Salud por eso también.
J. R. Lucks
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