domingo, junio 28, 2009

Sombras cortas de mediodía

Para el nunca bien ponderado diccionario de la Real Academia Española el significado de preocupación es: acción y efecto de pre-ocupar. Y la primer definición de preocupar es: ocupar algo antes o anticipadamente.

La pre-ocupación, literalmente, sería ocuparse de algo antes de que ocurra, lo cual es bastante difícil, porque si algo aún no ocurre no puede uno ocuparse de eso. A lo sumo podrá preverlo, prevenirlo, evitarlo, etcétera, pero no ocuparse. De allí la segunda y tercera definición del diccionario, que tienen que ver con la intranquilidad, el temor, la angustia o la inquietud que causan algo que va a ocurrir.

Siento que en nuestro idioma, por ser la misma palabra la que se usa para expresar éste último estado de ánimo como así la real acción de ocupación previa, de prevención, nos confundimos a veces, y creemos que por estar angustiados o temerosos vamos a lograr que algo malo no ocurra.

Leyendo un libro de Anselm Grüm, llamado Recuperar la propia alegría, me encontré con esto:

“El término griego para expresar la preocupación es merimna, que deriva de ‘dividir’. La preocupación divide el ánimo del hombre y la causa pesadumbre e inquietud. El término alemán para expresar la preocupación, Sorge, significa, por su misma raíz, ‘pesadumbre’, ‘aflicción’, ‘enfermedad’, ‘inquietud’, ‘angustia’, ‘pensamiento atormentador’. Designa, por tanto, lo contrario de la alegría: se refiere a una persona que se atormenta a sí mima con cavilaciones, que enferma de pura inquietud. Y señala a una persona que no es capaz de disfrutar, que siempre está llena de inquietudes, que no se encuentra allá donde está en cada momento, sino que se preocupa con una incesante angustia por su futuro”.

En inglés se traduce preocupación como care, o sea “cuidado”; trouble, “problema”; o concern, que significa en su acepción relevante estado de inquietud que envuelve interés por algo, incertidumbre y aprehensión a la vez.

Como puede verse, para griegos, alemanes y americanos no hay confusión. La preocupación desde este punto de vista es mala, destructiva, negativa.

Si preocupación es pre-ocuparse (literalmente), o sea ocuparse ahora de algo para que no pase, o un hacer ahora para que algo que queremos ocurra, entonces la preocupación es buena. Aplicarían refranes como:

Hombre prevenido, vale por dos”, “Jornada emprendida, medio concluida”, o “Más vale prevenir que llorar”.

La mayor parte de las veces, en cambio, la preocupación es inactiva, es la otra, es la de la charla de café (a la que somos tan adeptos) sin posibilidad de resolver nada. Nos preocupamos por el calentamiento global, por el bienestar de las generaciones futuras, por el hambre de la humanidad o por la corrupción sin hacer nada al respecto.

Siempre es más fácil preocuparse por el hambre del mundo que ocuparse de que coma algún pobre del barrio. O preocuparse por la corrupción en vez de ocupar un puesto público sin ser corrupto. Nos preocupamos de lo que es imposible de resolver, y no nos ocupamos de cada uno de los casos que conforman ese problema global, que sí están mucho más a nuestro alcance.

Además, esta preocupación, llevada a lo concreto de cada uno de nosotros, a nuestras familias, a nuestras vidas, arruina. En el libro antes citado Grüm describe los efectos de esta preocupación así:

“Hay personas que, a fuerza de preocupación, son incapaces de disfrutar. No pueden disfrutar de un día soleado de vacaciones porque tienen multitud de preocupaciones. Se inquietan pensando si por la noche caerá una tormenta o si a le día siguiente habrá chaparrones. No son capaces de disfrutar de una buena comida porque están constantemente preocupadas por si el sueldo les va a llegar a fin de mes. No son capaces de disfrutar de una conversación porque están preocupadas pensando si causarán una buena impresión. La preocupación divide el corazón llano y no le deja estar allá conde pueda alegrarse y disfrutar”.

No es cuestión de ser un inconsciente tampoco. Es tan estúpido preocuparse por algo que no está en nuestra capacidad resolver, como angustiarse o turbarse por algo que sí podemos controlar y no controlamos, o vivir totalmente des-pre-ocupados ya que la vida es corta. Como siempre, la seria reflexión sobre las cosas a las que nos enfrentamos y el equilibrio en la acción, parecen ser los ingredientes necesarios de la receta para hacer las cosas bien.

Hay un proverbio, aparentemente sueco, que dice:

“La preocupación suele hacer que las cosas pequeñas proyecten grandes sombras”.

Me resultó interesante, para poder relacionar la preocupación literal con la otra. Es al amanecer y al atardecer cuando se proyectan grandes sombras de cosas pequeñas, cuando el sol, la luz, es poca y fluye en un ángulo que no es el más adecuado para ver bien. Amanecer y atardecer es justo cuando uno se pre-ocupa. Al amanecer de lo que va a pasar durante el día, al atardecer de lo que pasará al día siguiente.

Al mediodía, en cambio, cuando el sol está en lo alto, las sombras son cortas. Las cosas toman dimensión mas cierta y real porque hay más y mejor luz. Es normalmente en ese momento en que uno esta “ocupado”, haciendo las cosas que cuando sólo eran preocupaciones proyectaban grandes sombras. A la luz, mientras uno se ocupa de las cosas, estas no generan esas mismas sombras.

Una de las formas, efectivas, que yo encontré para pre-ocuparme y así no tener que preocuparme, es saber. Leer, buscar, conocer, entender, pensar, analizar. Son todos verbos que hoy están un poco en desuso, o al menos pasados de moda. Hoy estamos en el tiempo del Just do it (sólo hazlo).

Tal vez haya que no sólo hacerlo. Tal vez convenga pensarlo un poco antes, tal vez haya que usar el amanecer y el atardecer para leer y pensar un poco, y esperar a que la luz del mediodía (y de nuestro entendimiento informado) acorte las sombras (las angustias y turbaciones) para ocuparnos en serio, y poder vivir con un poco más de alegría.



J. R. Lucks


Volver al inicio

Por favor deje sus impresiones dando “click” sobre la palabra comentarios debajo de la fecha de publicación. Muchas gracias.

1 comentario:

La Salamandra dijo...

Cuanta claridad, valga la paradoja con el título, en esta nota. Cuánto sufrimiento podríamos evitarnos si viéramos las cosas con la luz del mediodía en lugar de empecinarnos siempre en ver las largas sombras que proyecta una luz equívoca. Seguramente habría una enorme cantidad de "problemas" que ni siquiera existirían.
Gracias J.R. por esta bellas reflexiones.