domingo, junio 14, 2009

Elecciones duraderas

Hay un proverbio escocés que dice:

“No te cases por dinero, se puede conseguir un préstamo más barato”.

Otro, aparentemente egipcio, enseña:

“Antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quien se ha casado ella”.

Yo llevo muchos más años de casado que los que tuve de vida sin estarlo, con lo cual es evidente que no estoy en contra de la institución del matrimonio, sea con templos, leyes, o sin nada de eso, una simple elección de vida, de pasar la vida con otro.

El asunto principal es ese: pasar la vida con otro. Por eso se llaman esposas y esposos, porque… no creo que haga falta explicarlo mucho, no va por el lado de prácticas sexuales sadomasoquistas, va por el lado de cierre, de atadura, de unión que no se debe (aunque se pueda) romper fácilmente.

¿Por qué debe ser de largo plazo esta elección?, porque el matrimonio, o la pareja estable, es la base de la familia. Podría preguntarse: ¿por qué es importante la familia?, en la actualidad sobretodo.

Es que una de las cosas que definitivamente comenzó a separar al hombre de los animales fue la paternidad reconocida. La maternidad reconocida es más fácil, sobretodo después de un embarazo de nueve meses. Pero cuando los seres andan en hordas, o manadas, o grupos, padre puede ser cualquiera de cualquiera. El hecho de que el padre pudiera reconocerse implicó que las elecciones mutuas de parejas tuvieran que mantenerse y respetarse, entre los elegidos y por los demás. Así nació la familia, así se comenzó a construir la sociedad como la conocemos.

Hoy, con tanta inseminación, y alquiler de vientres, y probetas, y madres o padres que deciden serlo sin pareja estable, este concepto de familia está comenzando a desdibujarse. No critico la situación en sí, siempre hubo familias en las que el padre o la madre no estaban (sea por fallecimiento u otra circunstancia), o familias con hijos que no eran biológicamente concebidos por la pareja al frente de las mismas, eso no las hace menos familias.

El asunto no es que los que se eligen mutuamente sean los procreadores, el asunto es la estabilidad de tener roles cubiertos por dos personas que asuman los de padre y madre, y que los sostengan la mayor cantidad de tiempo posible.

Lo que sugieren los refranes (o proverbios que es su sinónimo) es que hay que ser cuidadoso en la elección. Claro, porque es para toda la vida, o al menos por un período seriamente largo en el que realmente se hagan todos los esfuerzos para mantener la base de esa familia.

No es tampoco que esté en contra del divorcio o de la separación, si es que se hicieron los esfuerzos necesarios para tratar de evitarlos. De lo que sí creo poder decir que estoy en contra es de la liviandad con la que muchas veces elegimos pareja, como si fuese un auto o un televisor de plasma que a los dos o tres años podemos cambiar, o que podemos devolver en garantía si no nos gusta como funciona.

La familia se basa en cierta estabilidad de sus componentes, la sociedad (como la conocemos hasta la actualidad) se basa en la familia. Nos diferenciamos de los animales, al menos en parte, porque la educación de nuestras crías requiere de un ambiente más estable que el de los lobos o los pajaritos, y eso es bueno. Sin embargo, nosotros mismos así educados, creamos un mundo de consumo y de recambio rápido de bienes que causan supuesta satisfacción, y “exportamos” ese modelo al de familia. Cambiamos pareja como cambiamos de par se zapatos.

Los míos, los tuyos y los nuestros, que es algo loable que se logra para dar estabilidad a hijos de varios matrimonios que por desgracia no se habían podido sostener, cada vez más se transforma en deporte, o en algo a lo cual nadie le tiene miedo porque le parece hasta divertido.

No llego a saber si está bien o mal, no sé si tengo razón o no. Este es un tema de reflexión pura para mí, sin respuesta. Yo sé lo que hago y lo que no, pero nada más, no puedo tener sobre esto, al menos aún, un juicio de valor. Sólo el tiempo dirá si una sociedad como la que parece que estamos construyendo será mejor o peor que la que tenemos o tuvimos.

Elecciones. Elegir y sostener las consecuencias de lo que elegimos. Elegir viene de raíces latinas relacionadas a palabras que significan tomar, arrancar, sacar. El que elige toma, saca algo para sí. El que elige causa un cambio, se causa un cambio, el que elige debe saber lo que implica ese tomar.

En pareja se elige y se es elegido. Se toma algo y se es tomado. El proverbio egipcio es de una gran sabiduría: no debería criticar el juicio de mi elector si soy yo el elegido. Las razones de la elección deben ser meditadas antes de elegir, porque hay opciones, nos sugieren los escoceses.

Hay elecciones que no son tan triviales como las de un auto o las de un televisor. Nos podemos equivocar comprando un par de zapatos, total cada vez son más económicos, y si no nos gustan podemos comprar otros. Esto es cierto y, tal vez, hasta bueno cuando se habla de cosas de consumo. Definitivamente no aplica lo mismo cuando nos referimos a personas con las que fundaremos familia. No es que pretenda infalibilidad o testarudez ridícula, pero al menos intención de que la cosa vaya a durar. Estas elecciones no son para consumir, son para construir. No confundamos estos dos verbos, tienen muchas letras en común pero son casi antónimos.

¿Evolucionamos o involucionamos cambiando el concepto de familia? No creo que yo pueda llegar conocer la respuesta a esta pregunta. Mientras tanto voy a seguir aceptando las consecuencias de las elecciones que hice, luchando por ellas, disfrutando de los beneficios que tienen, llorando sus partes negativas, gozando de sus bondades. Puedo hacerlo porque me apoyo en la familia que ayudé a construir con esas elecciones, con mis elecciones. Ojalá usted lector pueda decir lo mismo de sus propias elecciones, aunque hayan sido diferentes a las mías.


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