domingo, mayo 31, 2009

Ánimo, paciencia y un poco de ilusión

Hay una frase que algunos le atribuyen a Jean Paul Sartre, filósofo francés, que si no califica como refrán, debería. Dice:

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”.

Esto de la felicidad es todo un tema. Difícil. Hay gente tratando de definirla desde tiempo inmemorial, y como otras palabras especiales, amor por ejemplo, cuesta tanto que uno termina usando recursos como los de Sartre.

Se ha definido a la felicidad como placer. Por ejemplo otro pensador francés, Jean-Jacques Rousseau, decía:

“Felicidad es una buena cuenta bancaria, un buen cocinero y una buena digestión.”

Esto dejaría infelices a millones, así que no es muy política la cosa. Hacer pasar a la felicidad sólo por el bolsillo y por el estómago no parece muy razonable.

Otros la han equiparado a la paz personal, por ejemplo Cicerón, orador y político romano, aparentemente decía:

“Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espíritu”

Buena definición para un político, después de escucharlo en vez de un problema uno se queda con dos, ya que para entender habría que definir tranquilidad, que es bastante más difícil de lo que parece, y espíritu. Pero bueno, al menos nos sacó del bolsillo y del aparato digestivo.

Por eso me inclino más por las versiones que tratan de definir a la felicidad como algo que produce satisfacción en el hacer (de hecho Rosseau y Cicerón quedan incluidos en estas), por ejemplo una de un “trabajador”, que evidentemente disfrutaba su trabajo y por eso supuestamente decía:

“Solo estoy bien conmigo mismo cuando tengo un cincel en la mano”.

Éste trabajador era Miguel Ángel, artista italiano renacentista. Todos sabemos que no lo dejaban estar siempre con el cincel en la mano, con lo cuál el pobre sólo era feliz de vez en cuando. Pero al menos esta última línea de pensamiento nos devuelve a Sastre: felicidad no es hacer lo que quiero, sino querer lo que hago. Si Miguel Ángel hubiera querido lo que hacía hubiese sido tan feliz pintando la Capilla Sixtina como esculpiendo el David o el Moisés.

Ahora, ¿será posible querer lo que uno hace? Porque entonces la felicidad estaría al alcance de todos. Cada uno de nosotros hacemos cosas, aunque sean cosas estúpidas, el asunto sería quererlas todas. Tal vez sea esto una utopía. Tal vez la felicidad en términos generales sea una utopía, aun en este simple intento de definición de Sartre.

Por eso, tratando de entender hasta dónde lo de utópico tiene sentido, me pareció interesante, aparte de hacerlo como humilde homenaje póstumo, agregar esta cita de Mario Benedetti. En un libro de él llamado Vivir adrede, me encontré, “felizmente”, con esto:

“Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido. Algunos lo llaman utopía, pero la utopía es más seductora. No tiene puertas cerradas como lo imposible. No nos desprecia como lo prohibido. La utopía tiene la gracia de los mitos, la maravilla de las quimeras. Si tenemos ánimo, paciencia y un poco de ilusión, podemos navegar en la barcaza de la utopía, pero no en el acorazado de lo imposible”.

Todos queremos ser felices… aunque no sepamos bien de que se trata… aunque la felicidad parezca un blanco móvil: cuando conseguimos lo que queremos (sea el bolsillo lleno, una buena comida, paz espiritual o el cincel), entonces queremos otra cosa, si no me creen lean a Lacan.

Tal vez la felicidad sea una utopía, por eso, la felicidad tiene la gracia de los mitos y la maravilla de las quimeras. Lo bueno –haciéndole caso a don Mario que seguramente alcanzó la felicidad muchas veces escribiéndonos– es que no es imposible, y no tenemos porqué pesarla como algo prohibido. Sólo nos hará falta ánimo, paciencia y un poco de ilusión.

Si Sartre tiene razón y la felicidad es querer lo que se hace, tal vez sea más fácil de lograr que el obtener lo que se quiere, sobre todo porque aparentemente uno no llega a saber nunca, a ciencia cierta y en forma definitiva, lo que quiere.

Ánimo, paciencia y un poco de ilusión. Tratar de querer lo que hacemos. No es imposible y definitivamente no está prohibido… además, y como si esto fuera poco, es gratis.



J. R. Lucks


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1 comentario:

La Salamandra dijo...

Ánimo, paciencia y un poco de ilusión . Pará de hablar de política.Saludos !
Excelente tu rescate feliz y emotivo de Benedetti !