domingo, mayo 03, 2009

Sus manos nunca estuvieron vacías

El 1° de Mayo se conmemora el día del trabajo en casi todo el mundo, excepto en algunos pocos países.

Uno de los que no lo hace ese día es, justamente, aquél en el cuál un 1° de Mayo, pero de 1886, se masacraron hombres, mujeres y niños durante enfrentamientos entre “fuerzas del orden”, y personas que protestaban reclamando mejores condiciones de trabajo y una jornada laboral de ocho horas. Irónico, ¿no?

El día del trabajo se celebra no trabajando. Como el día del estudiante se conmemora no estudiando. Irónico también, ¿no?

Incluso en algún país, tal vez el propio, el acto del día del trabajo se realiza el 30 de abril para no “arruinarle” a la gente el feriado del 1°. Así no sólo no tiene que trabajar sino que tampoco tiene que molestarse en asistir al acto, que para muchos es en realidad un trabajo. No se trabaja el 1°, y tampoco el día anterior porque el acto se realiza en horario laborable, nunca luego de la jornada de trabajo. Irónico, por duplicado, ¿no?

Pero dicen que el trabajo es bueno. No sé, tal vez sí, aunque en este mundo moderno por lo bueno se cobra, no se paga… entonces, si el trabajo es bueno, ¿por qué pagan por hacerlo en vez de cobrar? Trabajo deriva de una palabra latina que significa tortura; y laborar, de donde sacamos el porteño laburo, significa fatiga, esfuerzo, también en latín. Debe ser por eso que pagan y no cobran por dejarnos trabajar. Habría que buscar mejores palabras para nombrarlo. ¡Demasiada ironía!

Hay un poema que da letra a una canción que canta Alberto Cortez. Se llama “El abuelo un día”. Algunas de sus estrofas recitan lo siguiente:

“El abuelo un día
subió a la carreta
de subir la vida.
Empuñó el arado,
abonó la tierra
y el tiempo corría.
Y luchó sereno
por plantar el árbol
que tanto quería.
Y el abuelo un día
lloró bajo el árbol
que al fin florecía,
lloró de alegría
cuando vio sus manos,
que un poco más viejas
no estaban vacías”.


Este llanto no me parece irónico. Cada vez que leo o escucho este poema me emociono. Será porque tuve abuelos (y padre, madre, suegros y tíos) que trabajaron toda su vida que me inculcaron que el trabajo es la única forma de lograr cosas.

Trabajo en el sentido amplio de la palabra, esfuerzo (pero gozoso, no torturante), dedicación, amor por lo que se hace. No es que esté mal vivir de renta, pero eso no quiere decir que no haya que trabajar. No importa de qué tengamos la suerte de vivir, no importa cuál sea el empleo que tenemos (que no tiene que ver con el trabajo del poema de Cortez), el trabajo es lo que nos hace ser.

El buen trabajo, el trabajo que hace bien, el que emociona hasta las lágrimas cuando uno ve que finalmente las manos dejan de estar vacías: ese es el que hay que celebrar. Ese no se conmemora con dos días de feriado o ignorando masacres. Ese trabajo se conmemora trabajando, todos los días, gozando y enseñando a nuestros hijos a gozar de algo que vale la pena, a pesar de llamarlo tortura y sufrimiento, porque te llena las manos, porque te llena la vida.

Salud al abuelo del poema de Cortez. Salud al buen trabajo, al que llena manos, al que se celebra trabajando.



J. R. Lucks





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1 comentario:

Anónimo dijo...

Respecto a este tema del trabajo, vino a mi mente el tema de las clases sociales, y recordé la propuesta de Vázquez de Mella, la cual me parece atinada: "La definición del trabajo dada por economistas y socialistas es falsa. El trabajo es ejercicio de la actividad humana, pero no se refiere solo a la transformación de, y a la combinación de objetos; hay otro trabajo, que es el de protección, y otro trabajo, que es el de perfección. No puede existir unos solo sin los otros; son los tres solidarios, y ellos forman, con sus categorías, la esencia de las clases."

ATTE: AV