jueves, septiembre 25, 2008

25-09-08. La primavera, unplugged

Primavera en inglés se dice spring. Esta palabra, significa arroyo, incluso fuente o curso de agua surgente, y por otra parte resorte. Tiene implícita la idea de salida, eventualmente con fuerza, de empuje.

Es una buena forma de hablar de la primavera, de esa salida de los nuevos brotes, de esa fuerza con la que un resorte salta luego de ser comprimido. El punto es que sin esa compresión previa el resorte no salta.

La primavera tiene su fuerza porque la acumuló en el invierno. Muy pocos quieren al invierno, sobre todo cuando lo comparan con los calores, pero lo cierto es que sin el descanso del invierno, sin esa fuerza que se imprime en el resorte, éste no tendría fuerza para saltar.

Los días empiezan a alargarse con el comienzo del invierno, hará frío todavía, pero para llegar a la primavera hace falta todo ese calor adicional que durante el invierno se va acumulando de a poco, así es que la primavera puede ser un estallido.

Esto me devuelve a la idea de ciclo, hacen falta bajos para que los altos sean altos y no chaturas aburridas. Hacen falta fríos para que las tibiezas sean agradables y no solamente una monotonía insulsa.

En este mundo con conciencia ecológica que vivimos, los ciclos son importantes. En la naturaleza todo hace sentido, aún el depredador que mantiene el equilibrio, y su presa que cumple la misma función.

En la primavera todos queremos renacer, salir, hacer nuevas cosas. ¿Nos recogeremos lo suficiente en el invierno como para tomar esas fuerzas que nos van a hacer falta para saltar como un potente resorte en primavera? O desperdiciaremos esta época en la que todo lo demás descansa en la naturaleza. ¿Será que las vacaciones largas debieran ser en el invierno?, para darnos así la oportunidad de bajar un cambio y cultivarnos para la explosión de la primavera.

Es probable que sea más negocio el descanso largo en verano; que en esa época se pueda vender más que en el invierno, o al menos a más gente. Entonces, en vez de descansar para luego poder saltar y correr, corremos todo el año para poder llegar al verano, salir de vacaciones, y seguir corriendo. ¿No estaremos haciendo algo mal?

Stephen Covey (1), el autor del libro que cité en la columna anterior coloca como séptimo hábito para la gente altamente eficiente el siguiente:

“Afile su hacha”.

El capítulo en el que explica lo que quiere decir con esto comienza con una especie de cuento que dice así:

“Suponga que se encuentra con alguien en el bosque, que está febrilmente trabajando para derribar un inmenso árbol.
–¿Qué está haciendo? –usted pregunta.
–No se da cuenta. –Le responde el leñador impacientemente– Estoy tratando de derribar este árbol.
–¡Pero luce extenuado! –Exclama usted– ¿Cuánto tiempo ha estado hachando este tronco?
–Más de cinco horas, –el leñador responde– ¡estoy por darme por vencido! Esto es demasiado trabajo.
–Bueno, pero: ¿por qué no toma un pequeño descanso y afila el hacha? –Pregunta usted curioso– seguramente avanzaría mucho más rápido.
–No tengo tiempo para afilar el hacha –responde el leñador enfáticamente– estoy demasiado ocupado usándola para cortar".

Suena estúpido cuando a otro le pasa, ¿no? ¿Cuándo fue la última vez que paramos para afilar la nuestra?

Ni Covey ni yo estamos hablando de salir corriendo de noche, manejando como enajenados y violando cuanta norma de tránsito sea posible, para pasar quince días en una playa atestada de gente. No se trata tampoco de tomar un avión –que últimamente es más estresante que un deporte de riesgo–, para visitar diez ciudades en cinco días. Ni siquiera se trata solamente de sentarse a no hacer nada. Afilar el hacha no es dejarla un rato en el suelo, es mejorarla, recomponerla, para eso hace falta más que un rato de televisión a la noche o levantarse tarde los domingos. No pretendo decir que esto sea malo o impropio, pero no alcanza.

Afilar el hacha tiene más que ver con realmente parar la pelota, leer algo que nos haga crecer; tener esa conversación con la gente querida a la que tenemos abandonada; invitar a un hijo, o a un padre, a dar una vuelta por el barrio o por un lugar en el que el único ruido escuchable sea el de nuestra respiración. De eso se trata afilar el hacha. Si los ejemplos que le doy no le sirven busquen los suyos, pero tiene que ser algo que nos deje mejores que antes de empezar. Se trata de recuperar energía, no de gastar más.

Creo que es un buen consejo el de Covey. Tomémonos un invierno de vez en cuando, aunque no sean los meses correctos. Afilemos el hacha, aceitemos y démosle cuerda al resorte para que podamos tener buenas y verdaderas primaveras, en donde logremos dar a alguien y a nosotros mismos algo de vida nueva.

Este unplugged es corto porque de tanto escribir sobre esto me di cuenta de que ya me toca afilar mi hacha, si usted no lo hizo últimamente, tal vez debería levantarse y hacer lo mismo.



J. R. Lucks



Referencias:
(1) Stepehn Covey: (n. el 24 octubre, 1932 Salt Lake City, Utah Estados Unidos), es conocido por ser el autor del libro de gran venta: Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva. Posee una licenciatura en Administración de empresas, otorgada por la Universidad de Utah en Salt Lake City, una Maestría en Administración de Empresas, obtenida de la Universidad de Harvard y un doctorado en historia y doctrina de la iglesia Mormona, otorgado por la Universidad Brigham Young. Él ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza y practica de los preceptos que detalla en sus libros, de como vivir y liderar organizaciones y familias basándose en principios los cuales él sostiene, son universales y como tales son principios aceptados por las grandes religiones y sistemas éticos del mundo.



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