jueves, mayo 01, 2008

01-05-08. La coherencia, unplugged I

Si bien usamos muchas veces las palabras ridículo e incoherente cómo sinónimos, claramente no lo son. Ser coherente es seguir una actitud lógica con una posición anterior. Ridículo es lo que mueve a la risa. Desde este punto de vista alguien puede ser coherente y ridículo a la vez, por ejemplo, si se continúa aferrado a posiciones anteriores que ya no hacen sentido, por haber evolucionado la sociedad o la conducta de las personas.

El asunto, muchas veces, es que los que definen el “contra que compararse” se nos imponen, y nos hacen aparecer ridículos por no seguir una moda o una tendencia impuesta por algún interés particular. Es interesante como juegan estas palabras. Coherencias o incoherencias que producen risa. Lógicas que indican conductas coherentes, o incoherentes, muchas veces inducidas por fuentes ilógicas, lo cual es ridículo.

El grotesco, lo extravagante, que sí son sinónimos de ridículo, son muchas veces una excelente fuente de educación. Se usan normalmente para mostrar lo que no tiene sentido tratando de producir una sonrisa, y por lo tanto es pedagógico y agradable a la vez.

Hay un cuento que siempre me pareció, no solo gracioso, sino, sumamente educativo. Dice así:

“Muy tarde, por la noche, José se encuentra dando vueltas alrededor de una farola mirando hacia abajo. En ese momento pasa por allí un vecino.
– ¿Qué estás haciendo José, has perdido alguna cosa?– le pregunta.
– Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarlo a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
– ¿Qué están haciendo? – les pregunta.
– Estamos buscando la llave de José.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Uno de los vecinos pregunta:
– José, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
– ¡No!, dice José.
– ¿Dónde la perdiste, pues?
– Allí, en mi casa.
– ¡Entonces!, ¿por qué la estamos buscando aquí?
– Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura”.

Ridícula la actitud de José, ¿cierto? Buscar algo donde no está, sólo porque allí hay más luz. Porque ese lugar, en donde no hay chance de encontrar lo que se busca, es más agradable. José encuentra bajo la luz, mejores condiciones para la búsqueda, aunque desde el inicio sepa que esta no llegará a buen puerto.

Esto me lleva a pensar en una situación que me preocupa desde hace tiempo. En términos económicos podría enunciarse como: la progresiva reducción de la capacidad de satisfacción marginal de los bienes, que pareciéramos cada vez desear más.

Incesantemente buscamos, y buscamos, más, y más cosas que nos prometan satisfacción: el más recientemente lanzado par de zapatillas que nos permitirá correr más rápido o hacer más goles; el más liviano y mejor diseñado aparato de música portátil que nos anuncian como “lo último”.

No me molesta parecer la edad que tengo –bastante– por eso puedo testificar que antes uno tenía que ahorrar mucho tiempo para poder comprar algo, y luego ese algo se usaba y se disfrutaba por otra muy buena cantidad de tiempo. Hoy todo está más accesible, lo cual es bueno, pero la satisfacción que causa ese todo es cada vez más efímera. El primer par de zapatillas, creo que a todos, nos dio más satisfacción que decimonoveno. A esto llamo la satisfacción marginal decreciente, a la que agrega el nuevo bien adquirido, y que definitivamente pareciera haber ido reduciéndose con el correr del tiempo.

Lo que nos excita a seguir en la búsqueda, es ver si lo que viene será realmente lo que nos colme. Esto nos trasforma en algo así como Don Juanes, buscando siempre una conquista adicional porque ya la captura no nos satisface, necesitamos estar constantemente cazando, pues se nos encarnó una necesidad de búsqueda que no satisface ninguna pieza.

¿A qué se debe esto?, ¿por qué las zapatillas modernas –que de hecho son mucho mejores que las antiguas– parecieran producir menos satisfacción que las de antes? Es parte del modelo económico social en el que vivimos. Si el nuevo producto nos satisface por un tiempo prolongado, no salimos a comprar el nuevo, y eso es hoy pecado mortal.

El producto no es malo, pero la campaña de publicidad del reemplazo es maravillosa, una notable y fascinante tentación. Sería una “ridiculez” no hacer caso. No estaríamos siendo “coherentes” con la moda, con las tendencias, con nuestra capacidad de gasto…

¿Será así? O será que como José estamos buscando en donde hay luz lo que se nos perdió por otro lado. Es más cómodo buscar en la luz, el problema, es si el reflector lo prendió alguien que nos quiere ayudar a encontrar lo que buscamos, o simplemente nos quiere “vender” algo. ¿Buscamos en el lugar correcto? Esta satisfacción marginal decreciente, ¿se debe a que los bienes que adquirimos no tienen capacidad suficiente de satisfacer? o ¿será que estamos tratando de apagar un incendio con combustible? ¿De quién tomamos la pauta en cuanto a dónde es ridículo buscar satisfacción y dónde no?... ¿de las revistas de moda?... ¿de los programas de baile o de patinaje?... ¿de los titulares de los diarios?

Los mayores tuvimos la chance de vivir en un mundo en el cual había que esperar por un beso. Hoy un “piquito” entre niños de jardín de infantes es celebrado por todo el mundo. Los tiempos cambian. ¿Mejor o peor?... ninguna de las dos cosas: diferente. Pero es indudable de que la aceleración de los tiempos, la quema de etapas, el acceso precoz a prácticamente lo que sea, marcan parte del fenómeno del que estaba hablando unos párrafos antes.

Los niños y los jóvenes de hoy se crian en un mundo acelerado, han nacido con el capitalismo y su modelo triunfante de altos volúmenes de producción. No es malo que el comercio se incremente. No es necesariamente malo que compremos un par de zapatillas cada dos meses. De eso depende el trabajo de mucha gente, y esto, en algunas sociedades y en algunos casos, contribuye al bienestar. Lo que está mal es buscar allí, en esa luz, lo que no ha de encontrase. Un joven que necesita afirmarse en su personalidad, que necesita sentirse aceptado por sus amigos, que quiere comerse el tiempo para poder hacer y vivir todo lo que lo tienta, corre hoy un gran peligro de estar buscando en la zona iluminada lo que sólo puede hallarse fuera del haz del reflector.

La autorrealización, el amor, la completud que da un trabajo bien hecho, el logro de un objetivo complejo, la admiración de un hijo, la admiración hacia el logro de un hijo… eso no se encuentra en la vidriera de una tienda. La satisfacción marginal de estas últimas cosas que acabo de enumerar sigue estando intacta. Nadie nos las puede “vender”, por eso conseguirlas sigue costando lo mismo que cuando yo era joven. La satisfacción de lograr ser una mujer o un hombre de bien, en la definición de cada uno, vale más que cien pares de zapatillas. Lo que pasa es que nadie la publicita, nadie le prende la luz a cosas como las que acabo de enumerar. Nos convencen de que es “incoherente” y “ridículo” no estar a la moda, o no comer lo que se impuso como tendencia. Pero: ¿quién nos recuerda que es incoherente y ridículo no compartir con la familia?... ¿o cumplir con nuestras promesas?... ¿o lograr lo que nos propusimos desde lo profesional?

¿Por qué para pasar un fin de semana “coherente” hay que recorrer tiendas en un shopping center, y comer fast food, y luego ir a ver una película?, ¿por qué quedarse en casa y compartir algo con los más cercanos es ridículo? El shopping, el cine y la hamburguesería están dispuestos a recibirnos, no nos van a presentar ningún problema. La interacción humana en cambio puede ser un poco más trabajosa y compleja. Lo cierto es que la satisfacción marginal de la primera salida es efímera, y la que se consigue luego del esfuerzo de la segunda dura mucho más.

José buscaba la llave bajo el farol porque allí es más fácil buscar, tal vez él ni siquiera quería encontrarla; inclusive en su búsqueda terminó acompañado, de haber encontrado la llave en la oscuridad estaría solo en su casa. Pero no deja de ser ridículo. No busquemos nosotros nuestras llaves donde sabemos que no están.


Continúara la semana que viene en otro unplugged


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