domingo, noviembre 08, 2009

Matando estrellas

Vino a mi reflexiva (y obsesiva) atención, hace unos días, la letra de una canción bastante famosa, cuyo nombre en ingles es Video killed the radio star. En castellano se traduce como: El video asesinó a la estrella de radio.

La letra dice algo como esto:

“Te escuche en ‘el aire’ allá por el 52
en un intento de sintonizarme contigo

Ellos tomaron crédito por tu segunda sinfonía
re-escrita con una máquina y nueva tecnología
y ahora entiendo los problemas que tu ves

Conocí a tus niños

¿Qué les dijiste?
El video asesinó a la estrella de radio

Las imágenes aparecieron y rompieron tu corazón

Y ahora nos encontramos en un estudio de grabación abandonado
escuchamos las grabaciones y parece que tanto tiempo ha pasado

Tú fuiste el primero

Tú fuiste el último
El video asesinó a la estrella de radio.

En mi mente y en mi automóvil, no podemos rebobinar porque hemos ido demasiado lejos
Las imágenes llegaron y rompieron tu corazón, la culpa es de la video grabadora.
Tú eres una estrella de la radio.

El video asesinó a la estrella de radio.
…"

El video de este tema, irónicamente, fue el primero que se transmitió por MTV (Music Television), un canal de televisión que transmite básicamente videos musicales. El lector se preguntará porqué aclaro qué es MTV siendo que es tan conocido, pues bien, lo hago en beneficio de alguien que dentro de un tiempo lea esto, cuando algo más haya asesinado al video.

MTV comenzó a transmitir en 1981, en agosto de 1981. El tema es de un grupo británico llamado The Buggles, y aparece en un álbum de nombre nada más ni nada menos que: “La era del plástico”.

Parece que, como dice la canción, el video como medio de llevar la música a los oyentes “mataba” a la radio y a sus estrellas. Si bien la televisión ya reinaba, pasar música sin imágenes por televisión no resultaba muy lógico. El video resuelve ese problema. Las estrellas de radio, que no “dieran” bien en imágenes, irían a morir.

No estoy en contra del avance, lo que no me gusta es que el avance mate otras cosas. Desde siempre hubo quejas por lo nuevo. Sócrates se quejaba de los escritores porque decía que el discurso escrito no podía defenderse, entonces escribir mataba a la palabra conversada. Nietzsche se quejaba de que la imprenta de Gutemberg hacía tan fácil el trabajo de producir libros que entonces cualquier idiota escribía, sobre todo en momentos en el que a alguien se le había “ocurrido” enseñarle a la gente a leer. Y el ferrocarril mató a la diligencia, el avión al trasatlántico, y ahora Internet mata al libro, al discurso, a la radio, a la televisión… y tal vez dentro de poco al avión y al ferrocarril.

¿Por qué lo nuevo mata a lo viejo? ¿Por qué no avanzamos de una manera menos “destructiva”?

El avance es bueno, los cambios son buenos. La tecnología, cuando la usamos para bien, es buena, aunque haya cambios y aplicaciones de la tecnología que dan algo de miedo.

También hace unos días leí sobre unos muñecos llamados Reborn (que traducido quiere decir Renacidos). Estos muñecos sintéticos, en la era que los Buggles parecen haber bien bautizado como del plástico, son trabajados hasta hacerlos parecer bebés reales, pueden incluso solicitarse con un opcional de latidos de corazón. Según la nota que leí algunos los coleccionan, aunque también se usan con fines terapéuticos cuando los verdaderos bebés ya no están.

Las tiendas que los venden no los ponen en las vidrieras porque les parece un poco extraño exhibir “bebés”, así de reales parecen parecer. Cada uno de estos renacidos es distinto y único, anuncian sus fabricantes, tienen pelo y uñas increíblemente trabajadas para parecer reales. Se “fabrican” incluso en base a fotografías de bebes reales.

No pretendo hacer un juicio de valor, tal vez en algunos casos sea necesario este sustituto, pero no será que tal vez dentro de un tiempo escucharemos una canción que diga que los renacidos “mataron” a los verdaderos.

En Japón, donde aparentemente hay mucha gente mayor que vive sola ya que su familia está muy ocupada, se producen hace tiempo unos muñecos robóticos que se venden como compañía. Alguna nota que leí sobre el tema en su momento los asemeja a nietos sustitutos. Escucharemos alguna vez una canción, cantada por un robot, que diga que los robots mataron a las familias, porque películas de esto, que en parte “mataron” al teatro, ya vimos.

Matar no es bueno, ni a las estrellas de radio, ni a los bebés, ni a los libros, ni al avance tecnológico. Tomémonos un tiempo para pensar. El video no mata a nadie porque no tiene manitos para agarrar un revolver, somos nosotros los que “descartamos” una forma de escuchar música por otra. Somos nosotros los que dejamos a los ancianos abandonados como para que terminen necesitando un robot que los acompañe. Somos nosotros los que en la soledad en la que nos encerramos, para “vivir la vida libremente y sin compromisos”, tenemos que terminar comprando bebé de plástico para sentir que tenemos familia.

La canción de los Buggles tiene sobre su final un especie de lamento –o al menos a mí me gusta escucharlo así– que debería advertirnos para que no vayamos demasiado lejos, ya que si lo hacemos luego es probable que no podamos rebobinar.

Tal vez Sócrates tenía razón y esto hubiese sido mejor decirlo que escribirlo, porque se podría conversar sobre le asunto. Tal vez Nietzsche tenía razón y yo soy uno de los idiotas que no debería escribir, lo hago sólo porque ahora es hasta más fácil hacerlo de lo que lo era en su época. No sé, espero no haber ido demasiado lejos…

J. R. Lucks






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