domingo, octubre 18, 2009

Si no está roto…

Existe un refrán en ingles que aconseja:

If it ain’t broke it, don’t fix it

Lo cual significa: si algo no está roto, no intente arreglarlo. Si algo funciona, déjelo “tranquilo”. Incluso tiene un “refrán sinónimo” que también traducido del inglés dice algo así como:

“No discutas con el éxito”

Siempre me pareció un consejo interesante, aunque nunca le hice demasiado caso. Por alguna razón yo siempre me metí con cosas que andaban aunque más no sea para ver cómo andaban. Así rompí unas cuantas, terminé dejando otras en el mismo estado en el que las encontré antes de tocarlas, y eventualmente llegué a lograr que alguna anduviese mejor.

Lo cierto es que hace unos días terminé de perder por este refrán todo el respeto que podía llegar a tenerle, aunque acepto que en algunos casos podría considerarse razonable.

Estuve por diversas razones asistiendo como invitado a unas sesiones de trabajo sobre innovación y creatividad, y obviamente, más allá del impacto que me pudo causar el trabajo en sí, mi mente relacionó el refrán con la innovación e inmediatamente produjo un cortocircuito.

Si se hace caso al refrán no habría innovación, al menos no tanta.

No importa si no esta roto, siempre se puede mejorar. No es relevante que esté funcionando, seguramente hay una mejor forma de lograr la misma cosa, o una forma más económica, o más ecológica, o menos ruidosa, o…

Comer carne cruda, o solamente verduras, “funcionaba” hasta que alguien aplicó el fuego a la cocción. ¿O no? Andar a caballo o en carreta no estaba “roto” como medio de transporte, antes de que alguien inventara el automóvil. Cruzar el Atlántico en barco “andaba bien”, justo hasta antes de que se inventara el aeroplano.

Hay otra frase que apoya esta idea y dice algo así como:

“Si seguís haciendo lo mismo de siempre vas a seguir obteniendo siempre los mismos resultados”.

De aquí es que este tipo de ideas se aplica mucho al mundo de los negocios. Si quiero ganar un nuevo mercado, o atraer a más consumidores, por más que lo que esté haciendo funcione o que mi estrategia no esté “rota”, no voy a mejorar, no voy a crecer, no voy a ser nunca más de lo que soy si no hago algo distinto, si sigo con lo mismo voy a seguir obteniendo los mismos resultados.

Hay un libro que trata sobre esto y se llama justamente: Si no está roto, rómpalo (1) , en el cual los autores justamente recomiendan cambiar las cosas, mirar más allá, pensar en futuros mejores.

Y leyendo algo de esto me vino a la mente otro autor que no tiene nada que ver con los negocios, pero que toma igualmente el tema, José Ingenieros, que escribió maravillosas cosas tratando de convencernos de que quedarse estancado en lo que “anda” no es lo hace avanzar a la humanidad. Por ejemplo cuando, en El Hombre mediocre (2) nos dice:

“La evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre para adaptarse a la naturaleza, que evoluciona a su vez. Para ello necesita conocer la realidad ambiente y prever el sentido de las propias adaptaciones: los caminos de su perfección. Sus etapas refléjanse en la mente humana como ideales. Un hombre, un grupo o una raza son idealistas porque circunstancias propicias determinan su imaginación a concebir perfeccionamientos posibles”.

Ideales. Evolución. No sé si hace falta romper lo que no está roto, pero sí hace falta pensar en mejores funcionamientos.

Yo leí por primera vez El Hombre Mediocre muy cerca de los momentos en que también leí: La rebelión de las masas (3) y El Lobo estepario (4) , y me pareció que los tres libros decían lo mismo. Tres autores muy diferentes, provenientes de diversas épocas y culturas, cada uno escribiéndole a las propias y diciéndoles más o menos lo mismo. Daría para un ensayo completo (tal vez algún día lo escriba) comparar esas tres maravillas de la literatura, así que dejo en manos del lector la inquietud de comprobar si lo que estoy diciendo tiene sentido o no.

Lo interesante, para mí, es cómo una frase o refrán tan corto puede producir tantas relaciones, tantas ideas, tantas broncas de que cosas que “andan” estén condenadas a nunca mejorar justamente porque andan…

Esto último me hizo pensar en algo más, y es el cuento de la rana a la cual al ponerla en agua hirviendo salta, obviamente, fuera del recipiente; mientras que a otra, a la que el agua se le va calentando de a poco, se la termina cocinando sin que la misma llegue nunca a notar la diferencia en la temperatura.

La temperatura del agua que se iba calentando de a poco “andaba” para la rana, nunca sintió que tenía que hacer un cambio ya que su ambiente “funcionaba”, aunque la realidad era que se iba arruinando lentamente. ¿No nos pasará a nosotros lo mismo?, ¿no estaremos pensando que hay cosas que “andan” cuando en realidad nuestra vida, nuestra humanidad se va deteriorando poco a poco?, y por no hacer nada, por hacer caso al ahora “maldito” refrán con el que empecé la columna, nos estamos dejando lentamente “cocinar”.

Me quedo con Ingenieros:

“Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud. La imaginación dará a unos el impulso original hacia lo perfecto; la imitación organizará en otros los hábitos colectivos. Siempre habrá, por fuerza, idealistas y mediocres.

El perfeccionamiento humano se efectúa con ritmo diverso en las sociedades y en los individuos. Los más poseen una experiencia sumisa al pasado: rutinas, prejuicios, domesticidades. Pocos elegidos varían, avanzando sobre el porvenir…”

Usted sabrá de qué lado quiere ponerse.


J. R. Lucks

[1] Si no está roto, rómpalo. R. J. Kriegel y Louis Patler. Warner Books, 1992.

[2] El Hombre mediocre. José Ingenieros. Longseller, 2005.

[3] La rebelión de las masas. José Ortega y Gasset. Alianza, 1999.

[4] El Lobo estepario.Hermann Hesse. Alianza, 1998.




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