domingo, octubre 11, 2009

Nietzsche, Sabina y los monos

Un tema que canta Joaquín Sabina, llamado “Eclipse de mar”, comienza hablando de lo que dice el periódico, y luego sigue por lo que comenta la radio o un supuesto programa de lo que me imagino una televisión. Una sección de esa letra dice:

“Hoy dijo la radio
que han hallado muerto al niño que yo fui
que han pagado un pasote de pelas
por una acuarela falsa de Dalí.

Que ha caído la bolsa en el cielo,
que siguen las putas en huelga de celo en Moscú.
Que subió la marea,
que fusilan mañana a Jesús de Judea,
que creció el agujero de ozono,
que el hombre de hoy es el padre del mono del año 2000”.

Esta última frase, particularmente, me resultó espectacular.

Como el tema fue escrito “el siglo pasado”, por allá por 1990, habla del año 2000 como de un hipotético futuro. Aunque no fue por el “juego de tiempos” que me resultó interesante, sino por una idea que tuvo Nietzsche hace dos siglos, publicada en 1878.

En Humano demasiado humano, un libro en el que Nietzsche empieza a protestar contra todo, él dice:

“Tal vez toda la humanidad no sea más que una fase de la evolución de una especie determinada de animales de duración limitada; de suerte que el hombre haya provenido del mono y vuelva otra vez al mono, aunque hoy no haya nadie que tenga interés en este maravilloso desenlace de la comedia”.

Sabina, que debe haber leído a Nietzsche y a bastantes filósofos más, sutilmente, nos deja en esa última frase un resumen de lo que los medios nos transmiten, –claro que muy probablemente sin darse cuenta de lo que hacen–, como crónica del fatal arribo de la hora en la cual el temor del filósofo se hace realidad.

Nietzsche veía al hombre involucionar nuevamente hacia el mono (por “ceder” su libertad ante la moral de la época), en caída libre por un tobogán de embrutecimiento que él pretendió cambiar (aunque creo que le terminó saliendo al revés, pero eso más que para una columna es para un libro entero).

Sabina resume, en esta frase que sugiere la misma involución, lo que los periódicos y los medios nos muestran, lo que publican, lo que prácticamente exaltan en sus páginas y en sus pantallas y parlantes. Pero la involución de la que Sabina se percata no es por apegarnos demasiado a la moral, sino por todo lo contrario: por la exaltación de la corrupción, por los jueces que insultan y discriminan, por los funcionarios que roban, por los asesinatos pasionales y los animales que abusan de menores, por el descaro ante la pobreza y por la desidia ante la des-educación. Por las programaciones televisivas en las que bolsas de silicona recubiertas con piel humana son el único contenido, y por la droga, el alcohol y cualquier otra cosa que hoy se consume para esconder la angustia de no tener proyecto, de no querer vivir una realidad vacía que muchos parecen haber elegido. Por toda la basura que todos los días nos encontramos en los medios, que hacen de esa basura: noticia, espectáculo.

¿Cuánto tuvo que ver Nietzsche con esta involución, al recomendar el egoísmo y predicar el desapego a aquella moral que tanto le molestaba, por más hipócrita que a él le pareciese? ¿No le habremos hecho demasiado caso al filósofo? ¿El problema de Nietzsche era la moral, o la gente que decía seguirla? Pagaría por sentarme en una mesa de café con Joaquín y don Friedrich a charlar de esto, pero no será en este “turno”.

Lo que Nietzsche intentaba evitar pareciera estar pasando de todas formas (no por apegarnos hipócritamente a una moral, sino por desapegarse de cualquier moral que no se pueda pagar con tarjeta de crédito, en cuotas sin interés) y Sabina lo canta con una estética maravillosa, aunque muy preocupante.

Pero Nietzsche tenía esperanzas, en el mismo libro ya citado él decía:

“[…] así también, merced a la ruina eventual de la civilización terrestre en su conjunto, pueda producirse una deformación mucho mayor y, por último, un embrutecimiento del hombre hasta que lo restituya a su naturaleza simiesca. Precisamente porque podemos abarcar con la mirada esta perspectiva, estamos quizá en situación de prevenir semejante desenlace”.

Pareciera que no hemos podido prevenir nada, pero tal vez no sea tan grave. Sabina, también sutilmente, nos sugiere eso en el estribillo:

“Hoy amor, como siempre
el diario no hablaba de ti, el diario no hablaba de mí.
el diario no hablaba de ti, ni de mí”.

Claro, el diario no habla de los que trabajan, de los que estudian, de los que todos los días se toman el subte o el colectivo para hacer algo útil; a menos que el subte esté de paro, o el colectivo choque y la gente se lastime, o que algún desgraciado viole a alguien en alguna parada.

Tal vez por poder “abarcar con la mirada esta perspectiva”, por tener enfrente todos los días la basura que llena la mayoría de los medios sabiendo que no hablan “de ti ni de mí”, podamos prevenir el desenlace que profetiza Sabina.

El diario habla de lo a-normal, porque lo normal no es noticia. ¿Será así o me estaré queriendo convencer de que a pesar de todo aún no somos de vuelta animales? Si la noticia es la corrupción y no la honestidad, debe ser porque aún hay más honestos que corruptos, y por lo tanto lo llamativo es el corrupto. El diario habla de las huelgas de putas, del milésimo fusilamiento de algún pobre Jesús sin nombre en África o en Medio Oriente, del agrandamiento del agujero de ozono en aras de seguir usando cosas que son cómodas para el involucionante humano por más que destruyan el mundo de a poco. La radio cuenta cómo se cayó la bolsa –de un lugar tan remoto como el cielo– en la cuál no tengo plata puesta; y también de lo que un idiota pagó por una copia de un cuadro de Dalí, que tal vez hasta sea mejor que el original.

Leer el diario y verlo lleno de porquería debería ser entonces un alegría, si está allí es porque sigue siendo lo llamativo, lo fuera de lo normal. ¡Claro!, como en el circo, donde siempre desfilaron los raros, las mujeres barbudas; no las amas de casa, o las estudiantes, o las enfermeras, o las maestras. Por eso ahora la televisión está llena de mujeres “barbudas afeitadas” peleándose entre sí por quién tuvo más sexo con el ex de la otra, desvistiéndose y arrastrándose por un caño, porque son las raras, son las que causan “admiración” o risa, no son lo normal. Lo que pasa es que en la carpa del circo todo quedaba claro, los que desfilaban por el centro de la pista estaban allí para entretener o para asombrar, no para ser imitados. Con la televisión hay que tener un poco más de cuidado, no siempre resulta tan obvio.

Si vivimos evitando imitar a los que publica el diario o salen en la televisión, tal vez nos salvemos de ser los padres de los monos del año dos mil y algo. Como dice mi amigo Nietzsche, tal vez podamos prevenir “semejante desenlace”. Después de todo, según Sabina, el diario no habla de nosotros, porque como somos normales, como somos gente común, no le llamamos la atención a nadie.



J. R. Lucks




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1 comentario:

ivan dijo...

hola , muy buena tu entrada.
Nietzsche tenia esa misteriosa capacidad para predecir. pero creo que nunca imagino la invencion de un arma tan poderosa para autodestruir a la humanidad como lo es la television , internet, los celulares, etc. Igualmente no creo que esto nos convierta en monos sino en humanos demaciado dehumanizados.

"la dependencia de las personas de la televisión es el hecho más destructivo de la civilización actual”

"La televisión es el primer sistema verdaderamente democrático, el primero accesible para todo el mundo y completamente gobernado por lo que quiere la gente. Lo terrible es, precisamente, lo que quiere la gente"

"La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural"

"La televisión es el único somnífero que se toma por los ojos"

"El fenómeno de la televisión demuestra que la gente está dispuesta a ver cualquier cosa con tal de no verse a sí misma"

La televisión tiene una influencia y poder similar al que tenia el clero en plena edad media. Es la religión más poderosa, es decir el somnífero más eficaz para dormir al pueblo, para así mantener el orden establecido.

_Dejar que la televisión eduque a los niños, es como dejar que la langostas coman las cosechas de donde obtendremos el alimento que nos permitirán sobrevivir en el futuro.
Mucho tiempo delante de la televisión no es tan perjudicial para la salud individual, pero si es muy perjudicial para la futura salud de la humanidad.

Si las personas hicieran la cuenta de cuanto tiempo pierden en frente de la televisión en un año, seguramente se darían cuenta que no es tan terrible el tiempo que pierden trabajando, viajando o durmiendo.

_Cada minuto que pasa es irrecuperable, sabiendo esto ¿Cómo podemos malgastar tantas horas de nuestra vida mirando televisión basura?