domingo, agosto 16, 2009

Hagámoslo algo personal.

Corrupto es lo contrario de íntegro, y me resulta interesante la cuestión. Íntegro es lo que está completo; de hecho, es la mejor definición de integridad que encontré. A la persona íntegra no le falta nada de lo que le tenga que faltar, tiene todo: tiene valores, tiene principios, tiene lo que tiene que tener y actúa en función de eso. Es íntegro en su pensar y actuar. Íntegro es un derivado de entero.

Si corrupto es lo contrario de íntegro es evidentemente porque al corrupto le falta algo, le falta honestidad, le faltan principios; o dice una cosa pero hace otra, por lo tanto no es íntegro, es defectuoso en su hacer comparado a su decir. El corrupto tiene un pedazo que está perdido, que no está. Etimológicamente la palabra deriva del verbo romper. Algo corrupto es algo roto, algo a lo que le falta un trozo, una característica, una condición.

Lo que me despertó a la reflexión es que normalmente no se descubre a los corruptos por su condición de defectuosos, -déjeme jugar con las palabras-, o sea por su defecto, por su falta… sino por lo que le sobra, por lo que tiene de más.

Tiende a suceder que los corruptos tienen casas de más, o automóviles de más, o viajan de más, o gastan de más…

¿Tan “ubicados” estamos en lo material que es más sencillo descubrir a un corrupto por lo que le sobra de este tipo de cosas? Nos resulta más fácil hacer las cuentas de cuántas casas y autos debería tener, que poder descubrir las faltas.

Es que la falta, el defecto, es de cosas no materiales: principios, honestidad, coherencia entre dichos y hechos, compromiso con su profesión, con sus empleados o sus electores, etcétera. ¿Será que estas cosas inmateriales son más fáciles de esconder, o será que no las tenemos tan presentes como los televisores y los viajes al exterior y por eso no nos resulta tan obvia su ausencia?

Hay un poema que le da letra a una canción de Joan Manuel Serrat. Aquí algunos de esos versos:

“Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.


Probablemente que todo eso debe ser verdad
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.

Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones,
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.


Y como quien en la cosa nada tiene que perder,
pulsan la alarma y rompen las promesas,
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.


No conocen ni a su padre cuando pierden el control
ni recuerdan que en el mundo hay niños
nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
…”

Íntegro es el que está completo. Corrupto es al que le falta algo, pero también al que le sobran cosas. La canción de Serrat habla de los más malos, de los que nadie quiere.

¿Qué tal si hacemos algo personal el asunto de la integridad?, ¿qué tal si nos hacemos un inventario propio de lo que nos falta… o hasta de lo que nos sobra? ¿Será que en algo también nos corrompemos sin llegar del todo a lo que Serrat nos describe?

Una manzana podrida, aunque más no sea en un pequeño trozo, es corrupta. Y todos sabemos lo que pasa cuando esa pequeña corrupción no se corta rápidamente…

Hagamos de esto de la integridad algo personal. Juzguémonos a nosotros mismos antes de empezar a mirar para otro lado. Tal vez encontremos faltas reparables antes de empezar a encontrar que nos parecemos demasiado a los personajes del poema. Antes de empezar a romper promesas, por ejemplo, a nuestros hijos, a nuestros seres queridos; antes de ni recordar que en el mundo hay niños, antes de empezar a negarle a alguien el pan, antes de empezar a sembrar calumnias o a mentir con naturalidad.

Que bueno sería que pudiésemos hacer de la integridad algo personal. Asegurarnos de que hacemos lo que decimos, y de que podemos decir lo todo lo que hacemos. Hagamos, por favor, de la integridad, algo personal.


J. R Lucks



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