domingo, marzo 22, 2009

Energía eólica

Escuché una frase interesante hace unos días, que tal vez no se pueda calificar aún como refrán por no ser de uso común. La frase es:

“Cuando viene la tormenta unos levantan murallas de protección, otros molinos de viento”.

Obviamente me gustó mucho apenas la escuché. Siempre fui de pensar de esta forma, y de hecho creo que si muchos pensásemos y actuásemos así, viviríamos en un mundo mejor.

Esta frase no revela en realidad ninguna verdad oculta. Hay otros refranes, tal vez más conocidos y más antiguos, que dejan el mismo consejo, por ejemplo:

“A mal tiempo buena cara”.

Incluso hay filósofos o pensadores que se dedicaron a comentar sobre este tema, por ejemplo Maquiavelo, que en El Príncipe (1) dice:

“La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle. Y, no obstante, por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica y tan dañosa”.

Se refiere a la suerte cuando dice la fortuna, y lo que pretende enseñar es que no estamos librados a ella. Sugiere que, si bien no podemos evitarla, sí nos es posible intentar encauzarla, y eventualmente utilizar, aún, la mala fortuna en forma beneficiosa.

Cuando estamos metidos en una gran crisis, cuando nos enfrentamos a una terrible encrucijada, es probable que sea difícil pensar con frialdad. Es seguramente más adecuado extender la red de seguridad antes de subir a caminar por la soga, que hacerlo mientras vamos cayendo luego de haber resbalado.

Es probable que no todo pueda preverse. Es tal vez seguro que algún río, o alguna tormenta, nos vayan a llevar indefectiblemente por delante. Pero la previsión que nos recomienda Maquiavelo, o la actitud que nos sugiere la frase con la que inicié la columna, seguramente nos han de dejar mejor parados ante las crisis, o, al menos, con mayores posibilidades de salir adelante.

Hay pensamientos, ideas, que hace tiempo que dejaron de ser originales. Seguramente esta es una de esas. Pero también es cierto que por más que sean ya sabidas, algunas nos las tenemos que repetir constantemente porque no siempre nos son naturales.

La frase con la que empecé me pareció una forma original, al menos a mí, de escuchar algo que ya sabia. Ojala que con el tiempo no sólo, de tanto repetirla se transforme en refrán, sino que además de tanto practicarla toda la energía termine viniendo de molinos de viento.



J. R. Lucks



Referencias:
1 El Príncipe. Nicolás Maquiavelo. Editorial El Ateneo, 2002.


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