domingo, julio 11, 2010

Prendamos las velas que hagan falta

Uno de esos refranes sencillos, que con pocas palabras simples dice mucho e invita a moverse, propone:

“No maldigas la oscuridad, enciende la vela”.

Bárbaro ¿no? ¡No te quejes, hacé algo!

En una conferencia que el gran filósofo y escritor José Ortega y Gasset diera en la Universidad de la Plata –en Argentina–, hace ya más de 60 años, de una manera soberbia le recomendó a ese pueblo (me recomendó) lo siguiente:

“¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes del brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”.

La verdad es que tanto el refrán como la cita del discurso de Ortega aplican a cualquiera.

Dejar de lado la mezquindad para hacer cosas grandes. Dejar la oscuridad para ver y ser visto. No buscar (culpas ajenas) donde no hay (más que responsabilidades propias).

Podríamos imaginar una serie de cuestiones hipotéticas (para no ofender ni ofenderme), y si alguna nos resultase demasiado cercana tal vez pudiéramos intentar hacer algo para evitarla. ¿Qué les parece esta lista?:

• Queremos vivir en un país justo, pero apenas podemos nos pasamos un semáforo en rojo o circulamos por las banquinas para ganar segundos en nuestro viaje.
• Queremos un país educado, pero no le pagamos bien a los maestros.
• Queremos que nuestro equipo nacional de fútbol juegue como tal, como equipo, pero somos individualistas al extremo y nos enorgullecemos de serlo.
• Queremos que los jubilados ganen mucho, pero no queremos pagar impuestos.
• Queremos que nos traten con respeto, pero nos encantan los programas de televisión en los cuales se hace “humor” abusando de la gente.
• Queremos que nos den, pero no damos nunca nada o damos sólo lo que nos sobra o molesta.

¿Cómo se cambia la mentalidad de todo un pueblo? ¿Cuánto tiempo se tarda? ¿Se puede?

Degradarla hasta llegar a extremos en que haya que contestar que sí a los “queremos” que acabo de enumerar, evidentemente se puede. ¿Será posible recorrer el camino inverso? O será que la única salida es la destrucción social hasta un punto en el que “haya que comenzar de nuevo”. En el que “mejorar” deje de ser algo deseable para transformarse en obligatorio.

En la historia de la humanidad tenemos varios ejemplos de civilizaciones que terminaron desapareciendo, o siendo “fagocitadas” por otras, por el simple hecho de haberse corrompido a extremos inimaginables, echándole las culpas a la oscuridad en vez buscar velas para prender. Algunas –no todas– renacieron, aunque tardaron siglos e incluso, otras, milenios.

Tal vez tenga sentido hacer caso y dejarnos de cuestiones previas personales, de suspicacias y narcisismos. Tal vez convenga resolverse de una vez, bravamente, a abrirnos el pecho a las cosas, a ocuparnos y preocuparnos de lo que sabemos está mal, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, en vez de tener trabadas y paralizadas nuestras potencias buscando que otros solucionen problemas que nosotros mismos creamos, siendo como somos y criando a nuestros hijos con palabras que no se condicen con nuestros actos.

¡Todos a las cosas!, de una vez. Pensemos individualmente que vela tenemos que encender, ya que cada uno sabrá a qué oscuridad le ha estado echando la culpa. Prendamos la luz y paremos esta carrera al vacío que estamos corriendo en la oscuridad más absoluta. Tal vez se pueda, y si no, al menos habrá valido la pena el esfuerzo.




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1 comentario:

Anónimo dijo...

El blog más grosso...