domingo, julio 04, 2010

A no rendirse

El grandísimo Mario Benedetti nos dejó, entre muchas otras maravillas, un poema que con el nombre de “No te rindas” empieza así:

“No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo”.


Cada línea es una invitación a pensar, pero por sobretodo a pensarse.

Aceptar las propias sombras; las faltas de claridad que nos hacen tomar malas decisiones, pero que son nuestras y hay que asumir para poder “fabricar” la valentía de pedir y escuchar consejo, ayuda, soporte, complemento. “Usar” las sombras para “hacernos” más, incorporando las luces de otros para aclararnos y ver.

Enterrar los miedos. Dejar de lado lo que nos bloquea el hacer; a cambio de correr ciertos riesgos que en caso de fracaso dolerán, pero que son la única forma de obtener un logro que la abstinencia impedirá con seguridad.

Liberar el lastre, los prejuicios, los condicionamientos –muchas veces autoimpuestos sin necesidad o lógica. Lastres propios, paredes entre las que nos encerramos y que tienen mucho que ver con los miedos y las sombras.

Retomar el vuelo… pero ¿por qué? Bueno, don Mario en la segunda estrofa nos propone una idea:

“No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
...”


La vida es viaje, no arribo. Tal vez suene mal, pero el arribo es la muerte; por lo tanto la única forma de vivir es viajar, ir, caminar… Aun sin morir el sentir que se ha llegado –y creer por lo tanto que no existe un donde ir o que ya no se puede avanzar– es en alguna medida una forma de muerte, de asesinato de posibilidades a las que tenemos derecho y también –de alguna forma– estamos obligados.

Siguen algunos versos sueltos, que a pesar de haberlos sacado de distintas estrofas no pierden del todo el ritmo:

“… hay vida en tus sueños...
… la vida es tuya y tuyo también el deseo…
… no hay heridas que no cure el tiempo…
… Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, …
… celebrar la vida…
… cada día es un comienzo nuevo…”


Algunos viajan, siguen sus sueños, se sienten dueños de su vida y de sus deseos. Los mismos, seguramente, se curan las heridas con el tiempo, aceptan los retos y, por sobre todo, celebran la vida porque cada día es un comienzo nuevo. Esos, como Mario Benedetti, siguen viviendo aun después de haber dejado de viajar, aun cuando una muerte biológica nos los haya arrebatado.

Viajemos la vida, recuperemos la risa –sobretodo los que la hayamos perdido por ahí. La risa, aun de nosotros mismos en situaciones que nos exceden –en vez del enojo, la bronca, la desesperanza–, es en mucho el combustible que necesitamos para continuar viajando.

Una vez, en una situación compleja de mi vida en la que no podía dejar de discutir agriamente y con mucha frecuencia con gente muy querida, alguien me dijo:

–Pero si vieras esta situación en una película, ¿no te reirías? –Y la verdad es que imaginé una escena en la que dos personas, a pesar de amarse mutuamente, no dejaban de discutir por cosas menos importantes que las que las unían, y no pude evitar la contestación afirmativa.

Nada se soluciona mágicamente, pero lo cierto es que en la siguiente situación tensa con esa gente querida pensé en lo que mi amigo me había dicho, me sonreí internamente y me afloje; ese día la discusión no fue tan agria, y al día siguiente volver a empezar el viaje fue mucho menos difícil.

“… Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, …
Celebrar la vida…
… cada día es un comienzo nuevo…”




J. R. Lucks



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