domingo, julio 19, 2009

Amistad divino tesoro

Amistad, divino tesoro; parafraseando a Rubén Darío en la primera línea de su poema “Canción de otoño en primavera”, que ya que lo menciono dice así:

"Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer".


El poema de Darío cuenta lo difícil que es encontrar el amor, y cómo se nos va la vida en ello… pero el poeta no abandona, de hecho el último verso nos dice cómo su sed de amor no tiene fin, y que aun en su vejez se acerca a los rosales del jardín.

Y es así, es difícil encontrar el verdadero amor, tanto como encontrar la verdadera amistad, porque la amistad no es más que una variante de amor.

Está el amor que le tenemos a nuestra pareja, que será amor erótico, el que profesamos por nuestros hijos, amor filial, el que tenemos por nuestros hermanos o familiares, el que llamamos fraternal. Y el amor de la amistad.

No hay amistad, desde mi óptica de la cuestión, sin amor. Puede haber compañerismo, puede haber conveniencia, puede haber afinidad, puede haber interés u otro montón de cosas más, pero sin amor no hay amistad.

Y como amar es difícil, tener verdaderos amigos también lo es. El amor filial o fraternal se construye desde lo habitual de la relación, el amor erótico tiene un componente de locura que se relaciona a lo que lo hormonal nos turba algo en un inicio. El de amigos, en cambio, es construcción totalmente voluntaria y consciente, no hay lazos de sangre ni hormonas. Es más difícil.

Por eso es que tenemos miles de refranes para las diversas categorías de los “supuestos” amigos que se nos aparecen por allí. Que tal éste por ejemplo:

“Con amigos de ese tipo, para qué quiero enemigos”.

De los peores, los que no sólo no nos aman sino que probablemente nos odian, nos envidian, nos aborrecen. Sólo están esperando el momento para lastimar, para abusar.

Hay otros también, lo que se describen por este refrán:

“Amistad por interés, no dura pues no lo es”.

Estos pueden ser un poco menos peligrosos, pero igualmente malos. No son amigos, no aman, sólo buscan provecho. Nos hacen perder el tiempo.

Están también los que parecen, pero que tarde o temprano desaparecen. Tal vez no estén por interés, pero seguro no se interesan a la hora que la amistad pone a prueba su amor. Un refrán que los describe nos aconseja:

“Amigo que no da pan y cuchillo que no corta, aunque se pierda no importa”.

Hay días de la amistad. Días para pensar en la amistad. Días para celebrar la verdadera amistad. Con tanta variedad de pseudo amigos, ¿cómo saber quién realmente puede contarse en esa categoría? Un refrán, otra vez, me sirve, al menos a mí, para poder reflexionar sobre con quién contar y con quién no.

“Amigo no es el que pregunta como estás, sino el que se preocupa por la respuesta”.

Se puede contar con el que se interesa por lo que le contás. Fácil, ¿no?

Se dice que día de la madre, o del padre, no es uno sólo sino todos. Pues con los amigos debería ser igual. Hay un día marcado en el cuál el “mercado” espera que compremos regalos, golosinas, tarjetas, etcétera. Todos los años ese día me produce una importante necesidad de contar; contar con quién realmente puedo contar; contar a los que de veras les puedo contar y se van a interesar.

Esos, a los que les interesa lo que tengo para contar, tal vez sepan incluso mejor que yo que son mis amigos. A esos les digo: ¡Salud! ¡Feliz día mis amigos!


J. R. Lucks



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