La temática de la mujer es para mí de lo más interesante que existe, incluso más que la religión, la política, la filosofía o la ontología. Ha de deberse al hecho de ser varón. No sé. Algún día terminaré de escribir un libro que hace mucho empecé sobre la mujer, y tal vez entonces, en él, logre y me logre explicar el por qué.
Esta fascinación que la mujer causa en el varón no es privativa mía, y creo que tampoco pasa exclusivamente por los arranques hormonales que, al menos en mi caso, deje de tener por cuestiones de edad hace ya algunas décadas. Tiene que ver con el misterio que la mujer representa, con la fuerza que tiene por un lado, y la delicadeza que implica la feminidad por el otro. Con el hecho de que es un ser más completo que el varón desde varios puntos de vista, habiendo la ciencia terminado por comprobar que, vía clonación, la única cosa que las mujeres no podían hacer por su cuenta, reproducirse, deja de ser un problema.
Este deslumbramiento al que me refiero, hace que interactuar con una mujer, “tocar” a una mujer, sea más que un tocar cualquiera. Hay, entre otras, una película que me impresionó profundamente, y que podría volver a ver cientos de veces: Don Juan De Marco (1). En ella, mientras el joven Don Juan crece y va aprendiendo su supuesto arte de complacer, descubre como debe tocarse a una mujer. Lo dicho ocurre entre las escenas iniciales de la película, cuando el personaje central, jugando con sus amigos mientras espía a una vecina, queda repentinamente absorto ante una visión que lo inmoviliza. La mujer, probablemente intuyendo que los niños la miran, abre la ventana y se asoma sugestivamente, mientras se escucha en off el siguiente relato:
“Cierta noche ventosa, por la ventana, vi a Doña Querida en su camisón de seda y noté… por primera vez... cómo las prendas íntimas de una mujer apenas tocan su piel... cómo parecen posar sobre una delgada capa de aire cuando ella se mueve... cómo la seda flota sobre su cuerpo, acariciando su piel como lo harían las alas de un ángel... y entonces comprendí cómo se debe tocar a una mujer”.
Este Don Juan (2) no es el típico abusador de damiselas que algunos autores construyen en varias de sus versiones, es más bien alguien permanentemente enamorado, o fascinado con lo femenino, capaz de matar o matarse por amor. Alguien capturado por el enigma que la mujer representa.
El misterio siempre atrae, pero como en general se asigna a lo misterioso rango de divino, o de sobrehumano, se pone un abismo entre el hombre y el misterio que sólo admite como medio de comunicación la fe, o en el peor de los casos la superstición. En el caso de la intriga que representa la mujer, al menos para mí, la interacción factible es mucho más rica en posibilidades, y muchas veces bastante más divertida que la que plantea la fe. La mujer está allí, no nos separa de ellas un abismo. La mujer comparte la condición humana con el varón, no son sobrenaturales, aunque muchas veces sean divinas. Esta cercanía hace más interesante el misterio, más familiar la interacción, mucho más excitante la investigación porque se parte de elementos comunes. Elementos que a su vez muchas veces terminan siendo una trampa para el entendimiento, ya que los varones tendemos a subestimarlos por considerarlos compartidos.
La mujer es campo de estudio de la encarnación del misterio. De lo que no se puede abarcar o comprender, pero con lo que sí se puede salir a cenar o compartir el amor. Tiene eso de inalcanzable junto con un aspecto familiar u hogareño.
Qué no se podría escribir, o citar sobre la mujer. En esta tarea que me propuse de difundir literatura permítame seguir, luego de haber traído al tapete a Son Juana, con otra mujer (3) que habla –o más bien escribe– sobre su propio género de la siguiente manera:
“Mujeres: Ellas sonríen cuando quieren gritar. Cantan cuando quieren llorar. Lloran cuando están felices y ríen cuando están nerviosas. Luchan por lo que quieren. No toman un ‘no’ por respuesta cuando creen que hay una mejor solución. Andan sin zapatos nuevos para que sus hijos puedan tener los suyos. Van al médico con una amiga asustada. Aman incondicionalmente. Lloran cuando sus niños sobresalen y animan a sus amigos a que lo hagan. Se les rompe el corazón cuando muere un amigo. Sufren con la pérdida de un miembro de la familia, aunque son fuertes cuando creen haber perdido la fuerza. Saben que un beso y un abrazo pueden curar un corazón herido. Las mujeres vienen de todos los tamaños, colores y formas. Ellas manejan, vuelan, caminan, corren o escriben por correo electrónico para demostrarte cuanto les importás. ¡El corazón de una mujer es lo que hace al mundo girar! Las mujeres hacen más que sólo dar a luz. Traen alegría y esperanza. Ellas dan compasión e ideales. Dan apoyo moral a sus familiares y amigos. Las mujeres tienen mucho que decir y mucho que dar”.
La autora de esta descripción es la humorista gráfica Maitena, y el citado párrafo está incluido en uno de la serie de libros publicados por ella, llamados Mujeres Alteradas. Es interesante porque la mujer se auto describe como capaz de todos los extremos, lo sabe y en general no le molesta, todo lo contrario. Eso es parte de lo que, al menos a mí, me produce fascinación. Tal vez sea por su naturaleza, tal vez por tratar durante siglos de cumplir con el pedido del cual se quejaba Sor Juana, pero es así: puede ser tierna o dura; fuerte como el acero o flexible como una rama de joven junco; capaz del mayor sacrificio o aparentemente superficial, al menos desde un punto de vista externo al de ella. Los extremos, lo aparentemente contradictorio, lo que es difícil encontrar en un solo estuche… es siempre lo fascinante.
Otro de los temas que no pueden pasarse por alto cuando se habla de mujeres, es el largo camino que han recorrido –como sugeriría el comercial de cigarrillos orientados a ellas–, lo cual es cierto. Por la razón que sea, la mujer ha sido subestimada terriblemente, al punto de no ser considerada ciudadana en la antigua Grecia de los grandes filósofos, o incluso tratada como un ser inferior y comparable a los niños.
“... el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada, este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad” “... el esclavo no tiene voluntad; el niño la tiene, pero incompleta; la mujer la tiene, pero impotente.”
La cita anterior no está extractada de un libro de chistes machista, sino de La Política (4), de Aristóteles. Si de ésta definición de un pensador que marcó la cultura occidental por siglos, a la situación que la mujer tiene hoy en la sociedad no se ha recorrido un largo camino, entonces caminar no existe. Hay cientos de trozos de literatura como este que no eran considerados discriminatorios en su época, sino solamente descriptivos. En otras culturas fue tratada como un ser demoníaco, o directamente como una posesión. Gracias a la evolución y a que muchas mujeres pelearon contra este tipo de pensamiento, hoy la situación es radicalmente distinta.
Efectivamente han recorrido un largo camino. El asunto es que parece que no han llegaron aún a su destino final. Hoy la mujer ya puede votar –recuerden que este derecho sólo fue adquirido hace no mucho más de cincuenta años–, accede a todos los derechos civiles –no siempre fue así–, ha dejado de ser tratada como una posesión –al menos en gran parte del mundo–, no necesita encerrarse en un convento para ser intelectual; pero aún pareciera no haber encontrado un lugar en el cuál su identidad sea “propia” en vez de ajena. Para ilustrar lo que digo, vean lo que otra gran mujer, Gabriela Acher (5) en este caso, dice en una de sus publicaciones (6):
“...No hay duda de que la mujer se encuentra hoy ante el desafío más grande de su historia: el de convertirse en lo que es. Y este es un proceso que ya lleva varias etapas. La primera fue al de tratar de parecerse a lo que se esperaba de ella. Por eso sostengo que la historia nos condenó a la histeria. Porque en la desesperación de gustar no se puede ser. La segunda, muy en boga en nuestros días, es la de imitar al hombre. Conducta en un punto inevitable, ya que el hombre ha sido nuestro único modelo, pero que también conduce a un camino de alineación. Pero hay una tercera etapa esperando por nosotras y esta será la de encontrar nuestra auténtica identidad partiendo de lo mas profundo de nuestra feminidad.”
Creo que se puede coincidir con Acher. El punto al que "parecen" haber llegado en muchos casos, siendo esto obviamente una generalización, es al de imitar al varón sin haber dejado de ser “la” que los demás quieren, y de allí que muchas mujeres deban, entre otras cosas, aún correr constantemente para “lucir” como los modelos físicos que el varón les inventa. Por otra parte no dejaron de ejercer la función biológica que les es exclusiva, la de gestar. O sea que hoy, generalizando nuevamente, son profesionales, y llevan adelante la casa, y estudian, y practican deportes extremos, y tratan al sexo como ellas criticaban que los varones lo hacían, y tienen hijos, y van al supermercado, y contratan a otras mujeres para hacer los trabajos que ellas no quieren o no pueden hacer, y se operan para gustar, y se matan de hambre para entrar en el talle más chico que consigan, y lo peor de todo, si no logran hacer alguna de todas estas cosas en forma simultánea, sufren y se frustran. Y: ¿por qué?
No estoy seguro. Acher nos propone una excelente pista. Yo podría agregar mi sospecha de que por otro lado, no es responsabilidad única de la mujer. Si el varón no pone su parte en este nuevo juego de roles, la mujer va a tener que hacer lo que quiere mientras también hace lo que el varón espera de ella, y eso aparte de difícil, es seguramente frustrante. No estoy hablando de ser sensibles, o aprender a cocinar algo más que un asado. Estoy hablando de que para ayudar a resolver el problema, el varón debería asumir un rol de real complemento en esta nueva sociedad; en una que tiene mujeres más activas y participativas en actividades que no sólo implican la crianza y el mantenimiento del hogar.
Volviendo a lo que nos sugería Sor Juana, si queremos mujeres más “interesantes”, con más actividades, que nos “satisfagan” no sólo desde “un” punto de vista, habría que cubrir con algo el tiempo que ella ha de dedicarle a esto. La mujer encontró un nuevo lugar que, a pesar de algunas cuestiones como esto de tener que cubrir demasiados frentes, en parte le gusta, y está bien que así sea, tenía ese derecho y lo ha comenzado a ejercer. No tiene sentido volver atrás. El asunto es ahora como compensar, en serio, los tiempos y las tareas, para que no sólo uno en la pareja tenga tres frentes que atacar, el profesional, el estético y el familiar. A la larga, la sobre exigencia de uno de los dos afecta el todo. Terminar de ajustar este nuevo contrato social ayudará no sólo a la mujer a vivir mejor, sino también al varón. Hay sociedades más avanzadas que otras, hay parejas más avanzadas que otras, aún así creo que nos falta a ambos, mujeres y varones, otro “largo camino por recorrer”.
Podría seguir tocando temas hasta escribir un libro completo, pero eso ya lo estoy haciendo por otra parte, así que por ahora lo dejo aquí, y que esto sirva como muestra.
Empecé hablando de la mujer con una poesía en la cual una de ellas se quejaba de los hombres. Voy a cerrar esta columna con una carta de un poeta varón (7) que… bueno, que como yo, creo, estaba fascinado con las mujeres:
“La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el sentimiento es la mujer.
La poesía eres tú, porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza, y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.
La poesía eres tú, porque el sentimiento, que en nosotros es un fenómeno accidental y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial que constituye una parte de ti misma.
[…]
La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma, vive con la vida incorpórea de la idea, y para revelarla necesita darle una forma. Por eso la escribe. En la mujer, sin embargo, la poesía está como encarnada en su ser; su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne”.
J. R. LucksReferencias:
(1) Don Juan De Marco es una película estadounidense dirigida por Jeremy Leven, sobre un guión de su autoría, producida por Francis Ford Coppola y protagonizada por Johnny Depp, Marlon Brando y Faye Dunaway. Fue estrenada el 7 de abril de 1995.
(2) Don Juan es un personaje arquetípico, configurado en la literatura española y con larga descendencia literaria europea, creado por Tirso de Molina. También llamado burlador o libertino, se trata de un seductor valiente y osado hasta la temeridad que no respeta ninguna ley divina o humana; en algunas versiones se arrepiente al final de sus días, en otras no. Escribieron obras inspiradas en este personaje Antonio de Zamora, Molière (Don Juan, 1665); Samuel Richardson, Lorenzo da Ponte, libretista de Mozart, (Don Giovanni, 1787); Choderlos de Laclos, (famoso por su libertino vizconde de Valmont en su novela epistolar Las amistades peligrosas, 1782), Lord Byron (Don Juan, 1819-1824, incompleto por su muerte), José de Espronceda (1840), José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844), Azorín y otros muchos (Alejandro Dumas, Edmond Rostand, y, más recientemente, Max Frisch).
El personaje y su actitud vital, denominada genéricamente “donjuanismo”, ha inspirado a numerosos ensayistas (José Ortega y Gasset entre ellos), que ven en la figura del seductor desde un inmaduro patológico y afeminado, próximo al narcisismo y a la homosexualidad, a una figura satánica y rebelde, a alguien típicamente romántico, o al arquetipo universal del seductor insatisfecho.
(3) Maitena Burundarena nació en Buenos Aires (Argentina) en mayo de 1962. Es la sexta de siete hermanos. Es autodidacta. En la década del 80 Maitena publicó historietas en distintos medios de Francia, España e Italia y, en la Argentina, en las publicaciones: Sex Humor, Fierro, Humor y Cerdos y Peces. En sus inicios, trabajó como ilustradora gráfica para diarios y revistas de Argentina y para diversas editoriales de textos escolares. Fue, también, guionista de televisión, tuvo un restaurante y un bar. A su primer libro de historietas, Flo, le siguieron los grandes éxitos, Mujeres Alteradas 1, 2, 3, 4, y 5. Maitena tiene tres hijos.
(4) La Política. Aristóteles. Obras Filosóficas, Editorial Océano.
(5) Gabriela Acher, nacida en Uruguay, ha desarrollado su carrera como actriz de comedia en Buenos Aires. Ganadora de los premios Martín Fierro y Estrella de Mar por su labor en televisión y en teatro, respectivamente, así como del Elvira Rawson por su lucha a favor de la igualdad entre mujeres y hombres. Es autora de varios libros.
(6) La guerra de los sexos esta por acabar... con todos. Gabriela Acher. Editorial De Bolsillo, 2005.
(7) Cartas literarias a una mujer. Gustavo Adolfo Bécquer. Obras Selectas, Editorial Edimat.
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