jueves, septiembre 27, 2007

27-09-07. Aspiro a ser candidato

Se acuerdan que les había prometido traerles algunos discursos políticos de hace tiempo, como para ver en qué cambiaron los de antaño con relación a las sartas de pavadas que tenemos que escuchar hoy. Y creo haber encontrado uno realmente diferente.(a) Se los voy a leer y después discutimos de cuando es esta joyita de la oratoria. Dice así:

Señores, aspiro a ser candidato, porque pretendo robar en grande y a acomodarme mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que, ustedes tienen que comprender, es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato. Robar no es fácil, señores. Para robar se necesitan determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales. Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, […]. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, […]. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino "evolutivamente". […] sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor, es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que […] la posición del país, no encuentra postor ni por un plato de lentejas, créanlo..., […]. Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado […] no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, […], y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, […], impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines... ¡Lo que no robaré yo, señores! […] Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un ladrón, y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario […]. He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas […] otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de rematador falso, corredor de juego, matón, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, […]; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, […] tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve... Señores, si no me creen, vayan al Departamento... verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas […], absolutamente el único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina... Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar una casa de departamentos en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores.

El autor de este texto fue Roberto Arlt, un escritor argentino que nació en 1900 y falleció en 1942. Aparte de novelas, escribía para periódicos, y desde 1928 y hasta 1935 publicó diariamente una columna en el diario El Mundo bajo el nombre de Aguafuertes, ésta en particular es del año 1933.

No me van a decir que no es fantástico. Yo lo leía y me pareció notable la similitud con lo que uno observa casi todos los días. Nada ha cambiado, pero nada de nada. De 1933 hasta acá, y seguramente que de antes tampoco. Ni siquiera parecieran ser más creativos ahora, porque si ven la enumeración de cosas que pretendía hacer este personaje hace setenta y cinco años, no le falta ninguna, están todas.

La desfachatez con la que lo presenta es notable. Dos elementos rescato. Uno el tema de que evidentemente, el personaje, de corazón se presenta como apto. No esconde nada, al contrario, exalta. Si vamos a hacer algo vamos a decirlo, parece implicar, y por otro lado si vamos a hacer algo vamos a prepararnos para el asunto. No vale ser improvisado. El tipo presenta sus credenciales porque cree en ellas. Habría que votarlo por sincero, porque por lo menos eso es. La mayoría de los otros no sólo hacen lo enumerado, sino que aparte mienten, o sea que este candidato a candidato al menos es sincero. Sabiendo esto uno se podrá preparar en vez de que te agarren desprevenido, y no sólo te roben los que gobiernan, sino también los vivos, que se enteran un par de días antes del desfalco, y hacen negocio con los giles.

El otro elemento es su propuesta de dejarse crucificar si le traen a alguien honesto, a alguien que no pretenda robar. Está convencido de que es así, de que todo el mundo es igual. ¿Será que tiene razón?, ¿será que no hay forma de conseguir a alguien que no pretenda robar? No digo que todo el mundo sea igual, lo que pregunto es si se podrá conseguir un candidato que no quiera robar, o al que no lo hagan robar, o que pueda controlar que el resto del gobierno no robe. Porque en definitiva es casi lo mismo. No roba el dueño del circo pero salen a robar, con o sin instrucciones, los monos y los payasos, que en definitiva, como no son más que monos y payasos, roban peor. Al menos el dueño del circo debería ser un poco más educado, y por lo tanto robar con más elegancia, que las hordas que lo secundan.

Como verán hoy no estoy muy positivo. Así que antes de irme y dejarlos así, al menos le voy a contar un cuento gracioso, que tiene que ver con esto de que si no se tiene la información correcta de lo que va a pasar, se han de tomar malas decisiones.

Un asesino serial, depravado y sicótico, se escapa de prisión y entra en la casa de una joven pareja. Ata al marido a una silla y a la esposa a la cama. Se acerca a ella y pone su cabeza muy cerca del cuello de la asustada mujer. Ella se retuerce negándose a lo que él le pide e intentando alejarse, pero no puede. El marido se desespera y le grita:
- ¡Se fuerte querida!, ¡hacé lo que te dice!, nuestras vidas está en juego.
Ella se calma, le dice algo también al oído, y el asesino sale de la habitación como para buscar algo. El marido, con algo de remordimiento, le susurra:
-Gracias por tu sacrificio querida, seguramente accediendo a lo que te ha pedido nos irá mejor. ¡Yo te amo!
A lo que ella le contesta.
-Tenés razón, estaba en duda pero cuando hablaste resolviste mi problema y accedí a lo que me pedía. Fue a buscar el pan de manteca a la heladera ya que le dije donde está la cocina. Yo también te amo. ¡Ah!..., no soy yo la que le gusta, sino vos.


Moraleja clarísima: conociendo las intenciones del asaltante uno termina tomando mejores decisiones. Así que si encontramos algún candidato como los de Arlt, no seamos tontos y votémoslo, que es preferible ladrón sincero, que ladrón candidato mentiroso.


J. R. Lucks


Bilbiografía


(a) “Aspiro a ser diputado” por Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas. Editorial Losada, 1958, 4ta edición 1994. Una copia del texto original puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:
http://www.elarcadigital.com.ar/62/notas/aguafuertes.asp

Una versión digital del libro Aguafuertes Porteñas puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://perylit.files.wordpress.com/2006/12/aguafuertes-portenas.doc




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jueves, septiembre 20, 2007

20-09-07. Todas son necesarias, aunque a Démeter no le guste

Hoy les quiero hablar de la primavera, ya que empieza mañana. Y para comenzar les voy a contar como se explica la primavera desde una leyenda (a) griega.


Cuenta Homero, no Simpson sino el poeta griego a quién se asignan las famosas Ilíada y Odisea, que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa, y las flores nunca se marchitaban. No existía el invierno, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Démeter, diosa griega de la agricultura. Ella mantenía la tierra verde y joven, el ciclo vivificador de la vida y de la muerte, y también era la protectora del matrimonio y de la ley sagrada. Démeter tenía una hija llamada Perséfone, una hermosa joven adorada por su madre, que solía retozar en campos repletos de flores. Cuentan los mitos que un desafortunado día pasó por allí el temible Hades. El dios quedó encandilado de la belleza y la dulzura de Perséfone, y la raptó para llevarla consigo a su reino. Démeter, al no encontrar a su hija, sale a buscarla por todas partes y descuida los pastos y las cosechas. La tierra queda así desolada y sin ningún fruto, ya que privada de su mano fecunda se seca, y las plantas mueren. Cuando por fin descubre a su hija con Hades, irritada por la ofensa, Démeter decidió dirigirse a Zeus, que vendría a ser algo así como el secretario general del sindicato de dioses, para exigirle que arreglase la devolución de su niña. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir, sin embargo no pudo devolverle la hija a su madre, porque Hades le había hecho comer un fruto que le impedía irse de su mundo. A pesar de esto negociaron un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre. Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende con Hades, las plantas se secan como en el otoño e invierno. En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Démeter, su madre.


¿Que tal eh?, toda una historia de intrigas. Estos griegos podían haber escrito novelas para los brasileños o para los mejicanos. No se las cuento entera porque es muy larga, pero no se sabe bien si Démeter era hermana de Zeus o una de sus amantes, o las dos cosas. Con lo cual Perséfone pudo haber sido hija de Zeus, todo un lío de familia. En fin la cuestión es que casi todo tiene explicación en una leyenda griega, o será que los griegos no tenían nada mejor que hacer e inventaban leyendas para todo. Sería interesante saber si tendrán alguna leyenda que explique como un pueblo, que se equivoca constantemente al elegir a sus gobernantes, termina hundiéndose en el océano. Aunque tal vez esa sea la leyenda de la Atlántida, que casualmente empieza con A. En fin. Pero el asunto es la primavera. Y esta leyenda, como muchas otras historias y cuentos, exalta los valores de la primavera y los del verano por sobre las otras estaciones, a las que trata como períodos tristes o de falta de vida. Así que como yo soy amigo del invierno, les quise traer un cuento (b) que les devuelve al otoño y al invierno algo de utilidad y dignidad, para no despreciarlos tanto. Dice así:


Había una vez un hombre que tenia cuatro hijos. Él buscaba que los muchachos aprendieran a no juzgar las cosas apresuradamente; entonces envió a cada uno, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia. El primer hijo fue en el invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo mas joven en otoño. Cuando todos ellos habían ido y regresado, los reunió y les pidió que describieran lo que habían visto.


El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, pelado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, él dijo que estaba cargado de flores, que tenía aroma muy dulce, y que se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto. El ultimo de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, él dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto.


Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, porque ellos sólo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. Les dijo a todos que no debían juzgar a un árbol, o a una persona, sólo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida, puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado. Si se dan por vencidos en invierno, habrán perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.


Me pareció interesante. Todos los momentos son buenos, no sólo porque el invierno frío nos permite por comparación disfrutar de la primavera, sino porque en realidad no es un período muerto sino de descanso. Es un período en el que la naturaleza toma fuerzas para poder volver a su ciclo. Como dice el refrán: “el momento más oscuro de la noche es el instante previo a la salida del sol”, o también el otro que sugiere que “la oscuridad no hace más que exaltar la belleza de la luz cuando esta aparece”. Cada estación tiene lo suyo, y todas necesitan de las otras para ser lo que son. La primavera es linda porque sigue al invierno. Si siempre fuese primavera nunca habría frutos de verano, y si no hubiese invierno, no habría descanso para el florecer de primavera.


Así que a disfrutar de la primavera que empieza, y a agradecerle al invierno el haber permitido que la primavera sea tan agradable, gracias a las fuerzas que se acumularon durante su tiempo.



J. R. Lucks





Bibliografía


(a) Más datos sobre los personajes de esta leyenda, y la versión original desde donde se adaptó este cuento puede hallarse en: http://www.masqueagua.es/magazine/portada1.html


(b) Otra versión de este cuento puede hallarse en la siguiente dirección de Internet:
http://www.elfrasero.com.ar/escritos/leccion-de-vida




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jueves, septiembre 13, 2007

13-09-07. Cuando pensabas que no te veía, aprendí todo

Como el martes fue el día del maestro, no quise dejarlo pasar, y me pareció bueno compartir cosas que tiene que ver con las enseñanzas, con los maestros, y asuntos por el estilo. Así que traje algunos cuentos, el primero (a) dice así:

Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en la heladera, inmediatamente quise dibujar otro.
Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, y entendí que las pequeñas cosas son las especiales.
Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos, sanos y enfermos, y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos los unos a los otros.
Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo para ayudar a personas que no tienen nada, y aprendí que aquellos que tienen algo, hacen bien en compartirlo con los que no tienen.
Cuando pensabas que no te veía, te vi cumplir con tus obligaciones, aún cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable.
Cuando pensabas que no te veía, vi lágrimas salir de tus ojos, y aprendí que algunas veces las cosas duelen, y que no está mal llorar por lo que nos importa.
Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber, para ser una buena persona cuando crezca.
¡Gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía!

Es importante lo que los chicos ven cuando pensamos que no nos ven. ¿No?, y no sólo aplica para padres, a pesar de que este cuento está más orientado a parientes que a maestros formales. Aún así, los maestros formales también hacen cosas cuando ellos creen que los chicos no los ven, así que a cuidarse. El asunto es que los chicos aprenden de lo que hacemos más que de lo que les decimos, por lo tanto es fundamental nuestra forma de cumplir con las responsabilidades, nuestra forma de respetarlos como alumnos, nuestra capacidad de cumplir y de valorar lo relevante y no lo trivial, en fin, cosas que tanto maestros, profesores, y padres debemos considerar. En definitiva tener en cuenta lo importante. Así que traje otro cuento, muy corto, que pone de relieve qué es lo importante. Es un cuento de una piedra (b) y dice así:

Había una vez una piedra, y entonces:
El escultor la talló, y encontró dentro de ella una hermosa escultura.
El distraído, tropezó con ella.
El campesino, cansado, la uso para sentarse.
El violento, la tomó, y la uso para lastimar a otros.
El albañil la juntó con otras, y la utilizó para construir un hogar.
Y para los niños, fue algo con qué jugar y divertirse.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.

Y eso es claramente lo importante, el hombre, y yo enfatizaría, los niños. Eso es lo imprescindible, lo verdaderamente valioso, lo que no se recupera cuando se pierde, lo que no hay derecho a desperdiciar, lo que tenemos obligación de nutrir de la mejor manera posible. Muchas veces perdemos esto de vista. Muchas veces creemos que lo importante de la educación es el aula, o el material, o los objetivos pedagógicos, o el buen nombre del colegio; y no, lo importante son los chicos. Lo demás es vanidad, o ambición, o interés personal, o simplemente desidia. En la educación, para los educadores, sean estos maestros, profesores, o padres, lo único importante deben ser los chicos. Esos personajes bajitos que usan las piedras para jugar.

En fin. No quiero irme sin dejarles un mensaje a los que estudian, así que para los alumnos, este cuentito cortito que sale de la escena de una película (c). Imaginen un aula universitaria, acaba de terminar la clase, los alumnos están saliendo mientras el profesor se queda acomodando, entonces, pasa lo siguiente:

Una señorita, vestida en forma bastante provocativa, entra en el aula cuando el resto de los alumnos sale. El profesor, que aún está borrando el pizarrón, la ve y trata de decirle que nuevamente ha llegado muy tarde. Antes de que él pueda soltar palabra, ella se anticipa y se disculpa. Reconoce ante el profesor saber que está en falta con la materia. Mientras habla, se sienta en el escritorio, cruza sensualmente sus piernas, y con sugestivo tono le dice al profesor, que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa para aprobar. Cualquier cosa. El profesor, deja los libros que había tomado nuevamente sobre el escritorio, y se le acerca. La mira a los ojos, y con tono de incredulidad le pregunta:
-¿Cualquier cosa?
Ella, vuelve a enfatizar con voz melosa:
-¡Cualquier cosa!
El profesor se acerca aún más, y casi rozando con sus labios el oído de la incondicional alumna, muy suavemente, le susurra:
-Cualquier cosa, ¿cierto?... bueno… entones… estudiá.

A estudiar muchachas y muchachos. Y nosotros padres, maestros y profesores, a darle importancia a lo que sí vale, que son los chicos, que nos miran cuando nosotros pensamos que no nos ven.



J. R. Lucks



Bibliografía:

(a) Una versión más completa de esta lista puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://www.motivaciones.org/ctosecuandopensabasque.htm

(b) Una versión de este cuento puede hallarse en el artículo NEGOCIACION COLABORATIVA Y MEDIACION, publicado por Graciela Curuchelar en la siguiente dirección web: http://aainfancia.org.ar/leer.php/33

(c) Adaptación de una escena de la película La vida de David Gale, Guión: Charles Randolph, año 2003.





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jueves, septiembre 06, 2007

06-09-07. Fábulas modernizadas y los espejos cegadores

Hoy quiero traer un clásico doble. Un tema clásico, que es la cuestión de los valores, algo que el hombre como especie trata desde que es hombre. Para graficarlo, una fábula de La Fontaine (a), que es también un autor clásico en cuanto a este forma de literatura. La fábula que quiero recordar hoy es la de la cigarra y la hormiga. Hay básicamente dos versiones que se pueden reconocer como “originales”. En ambas la base es la misma, la cigarra no trabaja durante el verano, y cuando llega el inverno no tiene para comer. La hormiga en cambio, que sí trabaja, tiene reservas cuando llega el frío. La existencia de versiones se produce ya que hay diversos finales de la fábula. En uno, más adaptado a los niños, se exalta la solidaridad. Aparece en ésta una hormiga que deja entrar a la cigarra, comparte con ella, y por supuesto, logra que la invitada se transforme en un ser previsor. En la otra versión, un poco más dura, la hormiga deja que la cigarra muera de hambre y frío. A partir de estas dos básicas, luego se han derivado varias. Por ejemplo hay una condicionada, en la cual la hormiga en realidad es hormigo. Si bien en la misma el trabajador también deja entrar a la cigarra, a cambio de comida y abrigo la hace jugar todo el invierno a que él es Bill Clinton y ella Mónica Lewinsky (1). Pero hoy les traje una versión moderna (b) en la cual, de alguna forma, se refleja un poco este tema del cambio de valores. La lucksización de la versión moderna, entonces, dice así:

Había una vez una hormiga y una cigarra que eran muy amigas... Durante todo el otoño la hormiga trabajó sin parar almacenando comida para el invierno. No aprovechó el sol, la brisa suave del final de la tarde, ni la charla con amigos tomando una cervecita después de trabajar.
Mientras, la cigarra sólo andaba cantando con los amigos en los bares de la ciudad. Sin desperdiciar un minuto cantó durante todo el otoño, bailó, aprovechó el sol, y disfrutó muchísimo sin preocuparse por el mal tiempo que estaba por venir.
Apenas llegó el frío, la hormiga, exhausta de tanto trabajar, se metió en su pobre guarida repleta de comida hasta el techo.
Apenas se acomoda en el sillón, alguien toca el timbre de su casita. Al abrir la puerta, recibe una gran sorpresa, al ver a su amiga la cigarra dentro de un coche último modelo, y con un costoso abrigo de pieles. Desde la calle, la cigarra le dice:
–¡Hola amiga! voy a pasar el invierno en Paris. Nos vemos en el verano. –La hormiga intrigada responde:
–¡Guau!,… bueno... ¡excelente!… Pero ¿qué ocurrió? ¿Dónde conseguiste la plata para ir a Paris, y para comprar esa Ferrari,… y el abrigo? –La Cigarra, excitadísima y con tono de estrella consagrada, responde:
–Imaginate, yo estaba cantando en un bar la semana pasada, y a un productor le gustó mi voz... Firmé un contrato para hacer algunas presentaciones en Paris, y ya me voy. A propósito, ¿necesitas algo de allá?
–¡Si!, –dijo la hormiga– si te encontrás con La Fontaine, decile de mi parte que se puede ir… ¡A LA FÁBULA MADRE QUE ÉL ESCRIBIÓ!

Este tema de buscar la fama, el éxito rutilante e instantáneo, es increíble. No es que esté en desacuerdo con el triunfo merecido de los cantantes, actores o bailarines, me parece fabuloso que lo logren; pero como todo se acelera, una cultura basada en el trabajo y en el ahorro, es considerada prácticamente una cultura de fracaso al compararla con la fama súbita. El que no triunfa de la noche a la mañana, aunque más no sea por cinco minutos, tiende a ser considerado un mediocre o un fracasado. Parecieran más importantes las apariencias de esos cinco minutos, que la solidez de las cosas que nos deberían llevar a merecerlas. Incluso en este tema de la fama asociada al canto o al baile, una vida de conservatorio, es menos buscada que un reality show acelerante.

Para pensar y mucho. Trabajo y orgullo “privado”, o reality show y fama. Y no pregunto esto a los que llegan al reality, sino a cada uno de nosotros en función de nuestros deseos y de cómo vivimos la vida: ¿trabajando? o esperando el toque de la varita mágica. ¿Cuándo construir una familia y una reputación, aunque sólo la conozcan los cinco gatos locos que saben quiénes somos, dejó de ser preferible a dos semanas de espacio en los programas de chimentos? Cuando la fama es objetivo en vez de consecuencia, es cuándo los valores se transforman. Al menos eso creo yo. Para cerrar quiero dejar un cuento cortito (c), que tal vez nos de una pista o un punto de partida para reflexionar. Tiene que ver con la plata, con algo a lo que muchas veces le damos más valor del que realmente tiene, y que tal vez nos distorsiona un poco la visión de las cosas, dice así:

Un discípulo le pregunta a su maestro qué piensa del dinero. El maestro, sin pensarlo demasiado, invita a su joven seguidor a mirar por la ventana.
–Qué ves? –pregunta. El joven responde prontamente.
–Veo a un pobre y enfermo mendigo que pide limosna y piedad. A una anciana arrastrando una pesada bolsa con comestibles, a la que nada mal le vendría una ayuda. A un hombre ciego intentando cruzar la calle, a quién todos parecieran ignorar. Y a un niño corriendo con libros en la mano, pobre, debe estar por llegar tarde a su escuela.
–Bien,… ahora mírate en este espejo, y dime que ves.
–Bueno… –duda el discípulo– sin duda me veo a mí mismo maestro. Pero, ¿qué tiene que ver eso con mi pregunta sobre el dinero?
–Pues medita en lo siguiente: el espejo y la ventana están hechas del mismo vidrio. Sin embargo, una finísima capa de plata, hace que el hombre sólo se vea a sí mismo.

No sé donde dejamos los valores, cuándo los cambiamos, o si los que tenemos son mejores o peores que los que proponía La Fontaine en el siglo XVII. Tal vez haya que hacerle caso a la cigarra moderna, y no a la hormiga. Pero lo que sí me parece indiscutible, es que si sólo nos miramos en espejos, no vamos a ver a más nadie que a nosotros. Y lo peor, es que si sólo miramos a través de capas de plata, y seguimos sin ver a los demás, vamos a terminar chocándonos unos contra otros.



J. R. Lucks


Bibliografía

(a) Fábulas completas de La Fontaine. Edicomunicación, año 1997.
(b) La versión de donde se adaptó esta fábula fue publicada en la siguiente dirección web:
http://blogs.epi.es/eladarve/2005/12/03/la-cigarra-postmoderna/
(c) La versión original de donde se adaptó este cuento se publicó en Cuentos educativos para jóvenes, de Mateo Bautista. Editorial San Pablo, año 2007.


Notas de contexto

(1) Bill Clinton, ex presidente de los Estados Unidos de América, se había visto envuelto en un escándalo mientras aún ejercía la presidencia. Esto se debió a una denuncia de Mónica Lewinsky, ex becaria en la Casa Blanca, quien alegaba haberle practicado sexo oral al señor Clinton, en el propio despacho presidencial.






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