jueves, julio 19, 2007

19-07-07. La justicia, la ecuanimidad y los equilibristas

Me gustaría hoy tocar el tema de la justicia, ahora que se subió un poco a los medios con la anulación de los indultos (1), con las denuncias que hacen renunciar a altos funcionarios (2), o en relación al nuevo aniversario, ayer, del atentado contra la AMIA (3), que lamentablemente aún no tiene resolución en la justicia . Durante mucho tiempo hablamos de si hay o no hay justicia en nuestro querido país, o de si “el marco legal” es estable o no para las inversiones, y cosas por el estilo. Y lo cierto, es que la justicia es un bien preciado y lamentablemente muchas veces escaso. Así que traje algunas cosas de un libro del cual ya habíamos leído algo alguna vez. El Diccionario del Diablo (a), de Ambrose Bierce. Si recuerdan, un americano que vivió y escribió hace unos cien años, muy crítico de su sociedad. Se ve que por allá, al menos en esa época, entre 1900 y 1914 cuando Bierce falleció, la cosa muy bien no andaba con la justicia de su país, y fíjense sino como definía él algunos términos relativos a la justicia de su momento:

Arrepentimiento: Actitud de enmienda que no es incompatible con la continuidad del pecado.

Suena a un arrepentimiento que lamentablemente hemos visto en algunos personajes nuestros, ¿no?, que lloran en público y después siguen en la misma. Sigamos:

Amnistía: Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.

No me van a decir que los indultos que se acaban de levantar no caían en esta definición. Y por si quedan algunas dudas escuchen la definición de indultar:

Indultar: Remitir una pena y devolver al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación del crimen la tentación de la ingratitud.

Claro como el agua, ¿cierto? Agrego algunos más:

Justicia: Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad y sus impuestos.

Apelar: Judicialmente, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.

Legal: Compatible con la voluntad del juez actuante.


¿Que tal?, pareciera que no hablaba de la justicia de Estados Unidos, sino de la de ciertos países que conocemos, aunque para no ser odioso mejor no dar nombres.

Así que siguiendo con el amigo Ambrose, les voy a leer la luckisización de un cuentob de él, que aplica tanto a funcionarios de la justicia como a funcionarios en general. Dice así:

Había una vez, no muy lejos ni en el tiempo ni en el espacio, un país llamado Yohagolamialandia. El susodicho había sido manejado por políticos y funcionarios corruptos o incompetentes durante muchas décadas. Con el tiempo se montó un esquema de gobierno en el cuál, si por casualidad llegaba a ingresar lo que ellos denominaban un “terrorista”, o sea alguien que quisiese hacer las cosas correctamente y sin enriquecerse a costa del pueblo, era prontamente identificado e inoculado con una sustancia que lo “normalizaba”, o sea, que lo transformaba en alguien similar a los demás funcionarios. Obviamente, con el tiempo, la mayoría de la población terminó siendo igual que sus gobernantes. Más allá de que no dejaban de criticarlos, en sus vidas privadas también aprovechaban cada ventaja que podían sin importarles las consecuencias, no les interesaban sus vecinos, evadían, eludían, o simplemente ignoraban toda carga o impuesto que podían, en fin, practicaban la filosofía del salvesequienpuedismo. Lo cierto, es que a pesar de aplicar esta filosofía, hacía mucho tiempo que en este loco país no se salvaba nadie. Un día, no se sabe bien como, un ciudadano es afectado por un raro ataque de escrupulitis. Esta enfermedad consistía en una extraña inflamación de los escrúpulos. Los mismos, al volver a tomar un tamaño razonable por dicha inflamación, permitían a los ciudadanos identificar injusticias. La escrupulitis no duraba en general más de uno o dos días, ya que era eficazmente controlada con tratamientos intensivos de prebendas o sobornos. El mencionado enfermo, en un ataque agudo, se presenta en tribunales para denunciar a un juez de la Suprema Corte de Injusticia, acusándolo de haber obtenido fraudulentamente su cargo. En respuesta, el magistrado bajo sospecha, alega que no debe considerarse de tanta importancia la forma en que él obtuvo su cargo, ya que lo trascendente, es cómo él lo ha ejercido. Luego de un rápido tratamiento antiescrupulítico, el acusador responde levantando los cargos de la siguiente forma: –Estimado juez, luego de conversaciones con sus amables enviados, y de reconsiderar mi acusación, me disculpo y levanto los cargos; ya que ciertamente, la forma vil y ruin con la que ha llegado a su puesto, en comparación a como usted lo ha ejercido, no es más que inofensiva e inocente.

Parece que a nuestro amigo lo habían curado de la escrupulitis, pero le agarró un ataque de cinismis epidermis, que es una erupción de cinismo que te agarra cuando te toman el pelo en forma reiterada y abusiva, y no podés más que sonreír.

En fin, como dijimos en su momento cuando trajimos a Bierce para hablar de la política, si hace cien años, democracias que fueron luego más estables que la nuestra, tenían esos problemas y evolucionaron, tenemos que tener esperanzas de que en esos países muy cercanos, que no mencionamos para no ser odiosos, la cosa también mejore con el tiempo.

Para cerrar, y para que la esperanza se base en algo cierto, quiero dejar un último cuentitoc para que los que aplican justicia, y porque no nosotros también, lo meditemos y lo empecemos a aplicar, así tal vez algún día la justicia es justa. Tiene que ver con la ecuanimidad, que es un ingrediente fundamental de la justicia, y dice así:

Un discípulo pregunta a su maestro por la ecuanimidad.
El anciano le hace tensar un cable muy fino entre dos árboles, y se pone a caminar por él haciendo equilibrio con su vara.
El joven estudiante, confundido, pregunta qué es lo que debe aprender de esta demostración de su venerable guía.
El maestro, mientras sigue en su equilibrio, dice: -Esto es justamente ecuanimidad, avanzar, sin irte ni hacia un lado ni hacia otro. Cuando sientes que estás inclinándote, compensas para no caerte. Si no compensas cada movimiento, y caes, te destruyes.

Ojalá podamos practicar algo de ecuanimidad, aunque sea a diez centímetros del piso para no lastimarnos demasiado, y que la dama de la justicia pueda usar su venda para ser ecuánime, y no para proteger sus ojos de las barbaridades que en su nombre hacen los que la representan.


J. R. Lucks


Bibliografía

(a) Una versión de este diccionario puede hallarse en la siguiente dirección web: http://www.ciudadseva.com/textos/otros/dicdia01.htm

(b) Este cuento se adaptó de otro llamado: “El juez y su acusador”, publicado en Fábulas Fantásticas de Ambrose Bierce. Editorial Valdemar, año 1999.

(c) Este cuento se adaptó de otro llamado: “Ecuanimidad”, publicado en Cuentos ZEN, de Guido Tavani. Editorial Quadrata, año 2007.


Notas de contexto

(1) Ese mes de julio de 2007 la Suprema Corte de Justicia había, luego de dieciocho años, declarados inválidos los indultos otorgador por el ex Presidente Carlos Menen, a militares juzgados por crímenes cometidos durante la última dictadura militar que concluyera en 1983.

(2) También ese mes de julio de 2007, la Ministra de Economía Felisa Micelli debió renunciar a su puesto. Esto se debió a una denuncia originada por haber sido encontrado en el baño de su despacho, una bolsa con una cuantiosa cantidad de dinero, sobre cuyo origen la ex Ministra no había podido dar explicaciones convincentes.

(3) Por último, el día 18 de julio, se había recordado el 13° aniversario del atentando contra la mutual de la comunidad judía, AMIA, en el cual fallecieron 85 personas. Aún luego de trece años del mismo, la justicia no tenía responsables identificados y condenados por ese hecho de terrorismo.





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