Como lo exageramos todo, no pensamos más en problemas pequeños, sino que pensamos en problemas globales, pensamos en los problemas del mundo y nos abruman. Pensamos en problemas graves y grandes, no en el que tenemos al lado. Nos preocupamos por la guerra en medio oriente, más que por la violencia en nuestro fútbol. Cuando después nos damos cuenta que hay violencia en el fútbol local, nos distraemos con eso y no pensamos en la violencia que ven los chicos en la televisión y en los videojuegos. Finalmente nos preocupamos de eso, entonces definitivamente no nos preocupamos por nuestras agresividades en casa o cuando manejamos, que es lo que nuestros hijos aprenden realmente, el resto, en realidad es consecuencia. Así que me puse a buscar y encontré un cuento (a) que me pareció fantástico. Es un cuento en el que nuestro hijo nos enseña. Con o sin querer, nos dice que hacer para no caer en esto de la exageración, y para poder concentrarnos en lo importante. El cuento dice así:
Había una vez un señor, que vivía preocupado con los problemas del mundo. Estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
Cierto día, su hijo pequeño invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El hombre, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible alejarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
Tomó entonces uno de los tantos mapas del mundo que tenía sobre su escritorio. Éste en particular, había sido publicado en una revista de actualidad de las que el señor habitualmente leía. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos, y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: –como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que me ayudes, y lo repares sin ayuda de nadie.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días recomponer el mapa, pero no fue así. Pasados sólo algunos minutos, escuchó la voz del niño que lo llamaba: – ¡Papá!, ya hice todo!,… conseguí arreglar el mundo.
El padre no le creyó. Se le figuró imposible, que a su edad, hubiese conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el señor levanto la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?, ¿cómo el niño había sido capaz?
–Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?
–Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Entonces, di vuelta los recortes y comencé a arreglar al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, voltee la hoja, y vi que había arreglado al mundo también.
¿Que tal? Suena lógico, ¿no? Si arreglamos al hombre, se arregla el mundo. Más allá de los cuentos y de las exageraciones. Tal vez me vayan a decir que estoy pecando por el otro extremo, que en vez de exagerar ahora estoy simplificando demasiado. ¿Quién sabe?, yo realmente creo que si se arregla al hombre se arregla el mundo. El asunto es cómo se arregla al hombre. Claramente que de a uno. No hay forma de arreglarlo de a montones. Y me da la sensación de que aparte es una cuestión de paciencia, y de ingenuidad. Sin querer, arreglando hombres de a uno, como el niño, un día el mundo estará arreglado casi sin habernos dado cuenta. Tal vez algunos no tengan arreglo y haya que esperar a que se extingan. El asunto es que hacemos mientras los que no tienen arreglo se extinguen: ¿producimos otros sin futuro arreglo?, o tratamos de que los nuevos salgan bien, mejores que nosotros. Así que yo también voy a exagerar con lo que voy a decir: para que sus hijos salgan mejores, trátenlos como a los perros. Sí. Hagan que sus hijos se comporten como perros. Y para que se comporten como perros, todos los días díganles a sus hijos que hagan lo siguiente (b):
Hijo:
- Alegrate con el placer de una simple caminata y nunca dejes pasar la oportunidad de salir a pasear.
- Cuando alguien que amás se aproxima, corré para saludarlo y mostrale alegría por su llegada.
- Cuando haga falta, se obediente.
- Dejá que los demás sepan cuando están invadiendo tu territorio.
- Siempre que puedas, dormí una siesta, y estirate bien antes de levantarte.
- Corré, saltá y jugá diariamente. Cuando estés feliz, bailá y sacudí tu cuerpo.
- Se siempre fiel.
- Comé con gusto y entusiasmo, pero detenete cuando estés satisfecho.
- Mantenete siempre alerta, pero tranquilo.
- Evitá morder cuando la cuestión puede solucionarse con un simple gruñido.
- En los días cálidos, recostate sobre tu espalda en el césped, y da gracias.
- Cuando alguien tenga un mal día, guardá silencio, sentate cerca de ella o de él, y demostrale que te importa.
- Da cariño con alegría, y dejá que te acaricien.
- Si lo que deseás está enterrado, cavá hasta hallarlo, esforzate hasta lograr lo que tiene valor para vos.
J. R. Lucks
Bibliografía
(a) Cuento original de Gabriel García Márquez. Citado por Adolfo Pérez Esquivel en un discurso pronunciado durante la conferencia pública de Premios Nobel "Memoria y cultura de paz", en febrero del año 2004. Una trascripción de parte del discurso, incluida la cita del cuento, puede hallarse en la siguiente dirección web:
http://www.una.ac.cr/campus/ediciones/2004/febrero/pag11.html
(b) Otra versión de esta lista, denominada Filosofía Canina, puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://www.veterinaria.org/revistas/tacuari/12.html
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