jueves, junio 07, 2007

08-06-07. Aptitudes y actitudes. De tal palo tal astilla

Hoy tengo dos cuentos, que abordan el tema de las actitudes y las aptitudes. Ambos tocan la temática de maneras diferentes pero creo que complementarias. El primero (a) dice así:

“Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo sin problemas por suerte... Pero yo tenía que viajar, ¡Justo esa semana tenía tantos compromisos!
Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, comenzó a hablar cuando yo no estaba... Cómo crece rápido mi hijo. ¡Cómo pasa el tiempo!
Mi hijo, a medida que crecía me decía: -¡Papá, algún día seré como vos! ¿Cuándo volvés a casa, papá?
-No lo sé, hijo, hoy tengo una cena de negocios, pero tal vez el fin de semana jugaremos juntos; ya lo verás.
Mi hijo cumplió diez años hace pocos días y me dijo: -¡Gracias por la pelota, papá! ¿Querés jugar conmigo?
-Hoy no puedo, hijito; tengo muchísimo que hacer. Pronto, te lo prometo.
-Está bien, papá, otro día será.
Se fue sonriendo. Siempre fue muy comprensivo. Se fue a jugar solo diciendo: -Algún día seré como vos papá.
Mi hijo regresó de la universidad el otro día, todo un hombre. -Hijo, estoy orgulloso de ti, -le dije- siéntate y hablemos un poco.
-Hoy no, papá, tengo que ir a ver a mi novia y salir a festejar con amigos. Por favor prestame el auto, así hago más rápido, ya que tengo que salir por la noche a una entrevista de trabajo, mañana mismo, en otra ciudad.
Ya me jubilé y mi hijo vive en esa otra ciudad. Hoy lo llamé: -¡Hola hijo, quiero verte!
-Me encantaría, padre, pero es que no tengo tiempo; vos sabés, mi trabajo, mis hijos. ¡Pero gracias por llamar, fue muy bueno oír tu voz!
Al colgar el teléfono me di cuenta, de que mi hijo, había logrado, definitivamente, ser como yo”.

¿Que tal?, la actitud del padre se había transformado en la aptitud del hijo, en su forma de ser. Muchas veces nos pasa esto. Las aptitudes son adquiridas. Uno aprende, y: ¿de qué aprende? Aprende de libros, aprende en universidades, aprende de discursos… pero por sobre todo aprende de actitudes de sus padres. “Si mi padre tira el cigarrillo prendido por la ventana del auto en la autopista, debe estar bien. Cuando sea grande no sólo voy a fumar, sino que también voy a manejar con una sola mano como él, y voy a tirar la ceniza y la colilla por la ventana, así no se ensucia el cenicero. El cenicero después de todo es para poner las monedas, como lo usa papá”.

Será que no nos damos cuenta de esto, tan sencillo y lógico. Nuestras actitudes se transforman en las aptitudes de nuestros hijos, las buenas, pero por sobre todo las malas. En fin. Yo quiero ser un eterno optimista, y creo que estamos a tiempo. Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestras actitudes de hoy para que las aptitudes de nuestros hijos sean mejores que las nuestras.

El otro cuento (b) enfoca la cosa desde una óptica distinta, y tiene que ver con el hecho de que muchas veces estudiamos y nos preparamos mucho pero no nos predisponemos correctamente para encarar la vida. La lucksización de este cuento dice lo siguiente:

“Había una vez un pintor que no lograba que sus cuadros y retratos le gustasen. El sabía, más allá de lo que los críticos de arte le confirmaban, que en el mejor de los casos lo que él producía era mediocre, deslucido. Por mucho que se esforzaba no lograba transmitir en sus trabajos lo que pretendía retratar.
No era una persona de no hacer el esfuerzo, así que fue a todas las esuelas que encontró, tomó todos los cursos, probó diferentes técnicas para ver si era más apto a una que a otra… y nada. Mediocre parecía ser el máximo al que podía aspirar.
Un día, muy turbado por no poder sacar el jugo de toda la instrucción que había recibido, entra sin darse cuenta en un templo Zen. Un viejo maestro lo ve, y se le acerca para preguntarle que era lo que lo tenía así de abatido.
Nuestro pintor mediocre le cuenta su historia y su preocupación. El maestro parece no prestar atención a los detalles y sin embargo comienza a hacer una gran cantidad de preguntas sobre la vida del pintor, sobre sus costumbres, sobre su familia y amigos, acerca de la relación de nuestro protagonista con la naturaleza y con la vida en sí.
Luego de contestar a muchas de estas preguntas y ante un repentino silencio del maestro, nuestro frustrado amigo pregunta que debe hacer, si debe seguir aprendiendo y perfeccionándose para acceder a su objetivo.
El maestro, que a todo esto había cerrado sus ojos y parecía estar en estado de meditación, se torna hacia él, pone una mano en su hombro y le dice:
-Amigo mío, no es seguir llenándote de aptitudes lo que hará de ti un gran pintor. Las técnicas pueden aprenderse en cualquier lado y en cualquier momento. Todo lo contrario. Vacíate primero. En el arte, y en mucho la vida, depende de la contemplación y de la reflexión. Vacíate de preconceptos y preocupaciones. Contempla la montaña, déjala entrar en ti. Luego, una vez que la montaña en ti sea más grande que el deseo de alabanzas por tu pintura, lograrás plasmarla cuatas veces quieras con lo que ya aprendiste”.

¿Les gustó? La filosofía Zen tiene mucho de esto, de contemplación, de vaciarse de uno mismo para dejarse llenar de lo que nos rodea, Esta es la forma de alcanzar la iluminación, o esa sabiduría que está allí y que muchas veces no vemos por estar solamente mirándonos el ombligo. Adquirir aptitudes es importante. Pero nuestras actitudes ante la vida, ante lo que queremos aprender, ante lo que tenemos que producir, son muchas, sino todas las veces, definitivamente más importantes.

Aprender sin la actitud correcta es malgastar el tiempo del discípulo y del maestro. Tenemos que entrenarnos. Tenemos que invertir tiempo en aprender. Pero por sobre todo tenemos que poner ganas, para aprender bien. Con ganas y esfuerzo todo se consigue. Con esfuerzo solo no llegamos más que a mediocres. Sólo con ganas no pasamos de soñadores. Ganas “y” esfuerzo. Actitudes “y” aptitudes. Pero, definitivamente, actitudes, y de las buenas, primero.




J. R. Lucks


Bibliografía

a Otra versión de este cuento puede encontrarse en la siguiente dirección web:
http://www.deaccioncatolica.com.ar/reflesem/refle105.htm

b El cuento: “Un pintor mediocre”, que se utilizó para esta adaptación puede encontrarse en: Cuentos ZEN, Guido Tavani. Editorial Quadrata, año 2007.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Siglos cometiendo los mismos errores y cada vez que se lee algo como esto parece "novedad". Esperemos que alguna generación logre cambiar esto.