jueves, abril 12, 2007

12-04-07. Los Datileros y las políticas de estado.

Hoy les quiero hablar de las políticas de estado. Término interesante. Los otros días, alguien hablando de Malvinas, y el tratamiento que los distintos gobiernos le han dado al asunto, decía que en este país no había políticas de estado. Este entendido sostenía que un tema como Malvinas se resuelve en muchos años de negociación, que no es privativo de un gobierno en particular. Aseguraba que se requiere una política de estado con respecto al tema y que luego de mucho tiempo de coherencia se llega a un resultado. Acá pasamos del frío al calor, de la guerra a las tarjetas de navidad y a los pingüinos de peluche, del acercamiento a la tirantez, y por lo tanto el asunto comienza y vuelve a comenzar y nunca se termina.

El asunto, en realidad, no tiene que ver sólo con esto. Hay un montón de temas que no se resuelven en los cuatro u ocho años que dura el período más la reelección permitida. Obviamente la reelección permanente no debe llamarse política de estado, eso es otra cosa, y esa cosa no es buena.

Pero ¿cómo lograr que alguien tome decisiones cuyo beneficio caiga en el período de otro? ¿Cómo hacer para que en temas como educación o salud pública, o incluso en cosas más triviales como la política ganadera o la estabilidad de la moneda, se tomen medidas de mediano y largo plazo en vez de sólo medidas de corto que son pan para hoy y hambre para mañana?

Así que traje un cuentito (a) que tiene que ver un poco con este tema. La lucksización del mismo dio el siguiente resultado:


En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba de rodillas el sabio Elías cavando intensamente en la arena que lo rodeaba.
Pasaba por allí Jocobo, el acaudalado mercader y prestamista de la zona. Justamente al detenerse en el oasis a abrevar sus camellos, vio a Elías transpirando y muy concentrado en su ardua tarea.
Jacobo, más intrigado que amable, saluda: - ¿Que tal anciano? La paz sea contigo.
- También contigo - contestó Elías sin dejar su tarea.
El curioso mercader, sin poder contenerse, pregunta: - ¿Que haces aquí, con esta temperatura y trabajando tan arduamente?
- Siembro plantas de dátiles - contesto el viejo Elías.
- ¡Dátiles! - repitió Jacobo, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.- El calor te ha dañado el cerebro querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a refrescarnos.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
- Dime, querido Elías: ¿Cuántos años tienes?
- No se... setenta, ochenta, no se… lo he olvidado... pero eso, ¿Quéimporta?- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer, y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
- Préstame atención estimado Jacobo, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido que plantó los que yo comí, o que comerá los que yo plante, vale la pena terminar mi tarea.


Interesante ¿no? Alguna vez hay que plantar los datileros. Si nadie hubiese plantado el primero no habría ni semillas. Las políticas de estado son como estas plantas, dan resultados a largo plazo. Se siembran hoy y los frutos los recogen nuestros hijos o nietos.

Lo lamentable muchas veces, es que casi podría decirse que si un político esta hablando de algo que no se resuelve en su mandato, existe una virtual garantía de que en vez de propuestas serias sólo se esté “usando” el tema para captar votos.

La pregunta es: ¿cómo hacerles entender de que los temas que no se resuelven en su mandato igual son importantes?, y no para “usarlos” en la campaña. Porque una cosa es hablar de Malvinas, o de educación, o de empleo digno sostenible, y otra cosa es tomar medidas concretas hoy para que algún día esas cosas dejen de ser problema.

¿Cómo se convence a un político de que plante dátiles? El cuento termina así:


- Como siempre me has dado una gran lección, Elías - dice Jacobo. - Déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste.
- Te agradezco tus monedas, amigo - contesta agradecido Elías. -Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.


La gente no es estúpida, las medidas que se entienden a largo plazo, que se explican y se fundamentan correctamente y no a los gritos, consiguen votos también. Es probable que los conseguidos con demagogia sean más fáciles y por eso no pareciera nadie querer hacer el esfuerzo. Pero si hay algún mensaje en este cuento para nosotros, es que sembrar para el futuro da frutos hoy en día, aunque más no sea el agradecimiento de los que nos rodean y la satisfacción del deber cumplido.


J. R. Lucks




Bibliografía:
(a) Otra versión de este cuento puede encontrarse en:
http://trazandocaminos.blogspot.com/2007/04/los-datileros.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, anunque sembrar para el futuro o preveer para las generaciones que vienen hoy parezca más una utopía que algo posible. Ojala haya algún político, digrigente o candidato leyendo.