Lo que es seguro es que me divertí muchísimo, que encontré una forma muy buena para mí de expresar ciertas ideas, de compartir textos y pensamientos, de difundir literatura, y de salir un poco de la individualidad nuestra de cada día para conformar un algo un poco más grande.
Seguramente la columna seguirá viva. Lo que sí es seguro es que por allá por marzo se publicará el libro, que como el del año pasado podrá conseguirse en http://stores.lulu.com/ideasylibros. Sin duda el blog se seguirá publicando de una u otra forma, y, muy probablemente, la voz se pueda seguir encontrando en alguna radio.
Espero que para los que hayan encontrado este blog, o mi columna en la radio, o se hayan topado con el libro, la experiencia haya sido igualmente agradable, que les haya permitido sentarse un segundo y reflexionar, pensar sobre algún tema que les preocupaba o que les producía alegría. El poder transformador y creador de la reflexión humana es para mí el mayor poder del universo al que tenemos acceso, realmente me alegraría haber podido compartir aunque más no sea un segundo de ese poder creador y transformador con ustedes.
Como no podía ser de otra manera aquí les dejo un último cuento (a) de este ciclo. Dice así:
“Un maestro se encontraba relatando a su joven discípulo la siguiente historia:
‘Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron.
El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, el miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio de del rugir del la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido.’
– ¿Cuál crees que fue la pintura ganadora? –preguntó el Maestro apenas terminó el relato.
– Imagino que la primera –dijo tímidamente el discípulo, seguro de que su elección habría de ser revisada.
– El Rey escogió la segunda. Porque, explicaba el Rey, paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.”
Deseo, para todos los que me encontraron o me encuentren en esta aventura de compartir reflexiones, algo de paz. Paz como la de la segunda pintura en este mundo torrentoso y acelerado en el que vivimos. Ojalá las reflexiones y los relatos que les propuse puedan ser al menos una pajita de ese nido en medio del ruido, en donde encontrar algo de paz.
J. R. Lucks
Bibliografía:
(a) Este cuento fue adaptado de un original llamado: “Paz Perfecta”, y publicado en: Cuentos del Sufismo, de Guido Tavani. Editorial Quadrata, 2007.
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